Crónicas

Monumental México… Las cosas de la vida

Con una lamentable entrada que acaso habrá rebasado los dos mil asistentes en la Monumental Plaza de Toros México, se han lidiado bovinos de Rancho Seco, impresentables, ya que salvo el primero que se veía justo de presencia los demás han sido anovillados, el segundo y el cuarto los más chicos. El sexto se estrelló en el debilucho jamelgo y fueron ambos a estrellarse en las tablas, el piquero por la inercia fue a dar al callejón, después de los cuartos traseros le aventó cornadas de manso hasta que lo derribó; tuvo una segunda ocasión en donde volvió a estrellarse, y como es obvio las leyes de la física dilucidan todo, la velocidad multiplica la fuerza del impacto, y volvió a derribarlo, no obstante, eso no significa que sea bravo, tan es así que duró un suspiro en la faena de muleta.

Juan Luis Silis: Oreja y silencio.

Cristian Ortega: Abroncado.

Antonio Mendoza: Tres avisos y tres avisos.

Oliver Godoy: División de opiniones.

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Cosas de la vida, lector amigo, este domingo en cuestión quien debió haber salido por la puerta grande, fue el Maestro Narciso Bautista González, director de la Banda de la Música de la Monumental México, por el simple y edificante hecho de haber levantado los adormilados espíritus de los pocos asistentes que concurrimos al coso mayor del mundo, al interpretar los pasodobles con verdadera maestría.

Sí… sí, ha cortado una oreja motivacional, Juan Luis Silis, por una actuación correcta y precisa, con un manso dócil de Rancho Seco. Dibujó lances cumplidores, para después realizar un entusiasta quite por orticinas. Hubo series plausibles por el lado derecho, pero…

… pero el bovino, después del segundo pretendía la huida, a pesar de que el señor Silis trató por varios terrenos de imponerse a la notoria mansedumbre.  El poco público que le vio se conmovió y después de una espada casi baja, decidió concederle una oreja motivacional; que no le motivó en nada, porque al haber conquistado esa oreja, con su segundo realizó en conjunto una faena anodina, que nada dijo, y peor se ha puesto con el acero, para escuchar aleccionador silencio.

El público y muchos no entienden esta Feria de la Cuaresma, tampoco comprenden con base en qué hicieron estos carteles, el común denominador aduce a que son buenos amiguetes, y por eso apareció un desconcertante, Cristian Ortega, quien enfrentó un anovillado ejemplar, dejando lances atropellados sin parar los pies. Al reservón bovino, Cristian le hizo un quite con feas en verdad feas chiculeinas, que no conducían a la exquisitez de la expresión sino al extremo contrario.

Voluntarioso estuvo en el tercio de banderillas, pero la voluntad no sustituye la eficacia, así que pasó en falso al aventar las banderillas en lo que sería el primer par y caer en la arena; luego entablerado sale de ese momento y pone el par con entusiasmo, pero solo quedó una banderilla. Como tercero apareció un habilidoso violín.

La faena ha sido anodina, no dijo nada… absolutamente nada. Un pinchazo otro hondo media tendida, descabello, y escucho severas protestas del respetable.

Antonio Mendoza, debe ser el consentido de la empresa, él si debe ser un amíguete de amiguetes, pues lo pusieron se le fue el bovino vivo, y le dieron como premio el sexto, sin existir un sólido arguemento.

¡Vamos!

Nada de nada.

Ya que su actuación comenzó con delantales insípidos, un quite de saltilleras y gaoneras, que ahí estuvieron, pero nadie se acordará de eso.

Su faena tuvo un inicio espectacular, al estilo de Andrés Roca Rey, cambiado por la espalda el de pecho y el bovino comenzó a venirse a menos, y el torero también. Porque mientras en Andrés la tónica es irse a más y embestir a los ilidiables, con Antonio es disminuirse en el reto.

Así que esta comparecencia se puede detallar entre azul y buenas noches, con la mansedumbre asfixiante del bovino y la falta de solidez del torero que hasta se llevó un arropón sin consecuencias.

La parte final de la faena fue hecha al hilo de las tablas, ya que el reticente ejemplar apenas y acudía, y de pronto, sin venir al caso, Antonio hizo un desplante fuera de cacho. Dar el número de pinchazos, descabello y demás es resaltar lo pésimo que está en esa faceta, tan pésimo que escuchó los tres avisos.

En este contexto estábamos, y cuando se suponía que necesariamente se debía declarar desierto el sexto astado, apareció como si fuera triunfador, Antonio, y de inmediato se escucharon las estentóreas protesta del público por el inmerecido premio.

Así salió un pequeñajo…

… en verdad un pequeñajillo, y António Mendoza, ha estado peor, insustancial, sin nada que demostrara las cualidades que en otrora tuvo. Otro océano interminable de desaciertos con los aceros, y tres avisos, ante la furia inaudita el escaso público.

A, Óliver Godoy, le correspondió el otro pequeñajillo… pequeñajillo, que por cierto, se estrelló en la cabalgadura en la parte arriba del peto y cuando ya sintió el castigo se durmió como manso que era. La faena con ambas manos a un pequeñajo bobalicón al que Oliver le acompaña la embestida, pero no le torea. Cuando tuvo que tirar del pequeñajo, esto es, obligarle a embestir, ahí empezaron los problemas. Aunque, aparecería por el lado natural serie lejana y expulsando al bovino, en verdad no hay que asome que Óliver quien en otra época fue un prometedor joven, ahora es un adulto que como torero, lamentablemente posee un futuro oscuro.

En fin, que ha sido una tarde anodina, sin un sólido sustento, lo que sí ha estado muy bien, fue esa magnífica Banda de Música de la Monumental México, magníficamente dirigida por el Maestro Narciso Bautista González, quien se mereció en verdad, por esos pasodobles muy bien interpretados…

… la puerta grande.

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@PERIODISTAURINO

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