Lo comenta Miguel Ángel Yáñez… Mariano de la Viña, los toreros son de una pasta especial
Después de cuarenta días ingresado en el Hospital Quirónsalud de Zaragoza, Mariano de la Viña recibió el alta hospitalaria tras la gravísima cogida que sufrió durante la Feria del Pilar de la capital aragonesa.
Diecisiete días pasó en la UCI antes de ser trasladado a una habitación de planta. Todos los que vieron la cogida que sufrió el subalterno albaceteño, dudaron por un momento por su recuperación e incluso por su continuidad en el mundo de los vivos, debido a lo espeluznante y trágica situación que se vivió en el ruedo del coso zaragozano. Una tarde en la que posteriormente al percance de Mariano de la Viña, también resultaba cogido Miguel Ángel Perera, afortunadamente no con tanta gravedad.
Evidentemente, los médicos con el Dr. Val-Carreres al frente trabajaron a destajo y muy bien, como es costumbre en las enfermerías de las plazas de toros, para a continuación ingresarle en el centro hospitalario donde han seguido los cuidados y evolución de las heridas y daños causados por la violencia de la cogida. Pero si por una parte a los médicos taurinos se les califica y con mucha razón, como los ángeles de los toreros; de los toreros siempre decimos que son de otra “pasta”; y en verdad que lo son. Si en medicina casi nunca dos más dos son cuatro, en recuperación los toreros nunca se adecúan a los plazos teóricamente normales o razonables desde un punto de vista médico, en relación a los daños sufridos.
Su estado de forma física y en especial su ánimo y amor por la profesión, por el arte de ser y seguir siendo toreros, les hace que esos plazos o tiempos de recuperación se acorten de manera muy notable, con objeto de volver a la cara del toro lo más rápido posible.
Ansias y deseos positivos, que son de las mejores medicinas de carácter natural que les lleva a reaparecer en muchos casos en tiempo récord. Algo que deseamos a Mariano de la Viña quien pese a ser consciente de la gravedad de sus heridas, ya piensa en la recuperación total con objeto de volver a ser y sentirse nuevamente TORERO. Nosotros así también se lo deseamos y estamos ávidos por verle de nuevo enfundado en su traje de luces y haciendo el paseíllo a las órdenes de su matador Enrique Ponce, con el que tantos años lleva junto a él.
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