En Dax… Indiscutible triunfo de Emilio de Justo
Dax (Francia), viernes 7 de septiembre de 2019. Lleno. Toros de Victorino Martín, bien presentados, encastados.
Emilio de Justo, en solitario: Silencio tras aviso; oreja; ovación tras aviso; ovación; oreja; y dos orejas.
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Gran reto el que se propuso confrontar, Emilio de Justo, y ha salido renovado ungido de gloria por la verdad de su tauromaquia.
Emilio ha estado contundente con su primero que mostró la complicación propia de la raza, y con el que el torero estuvo imponiendo su mandato. Desde el saludo capotero con bien dibujadas verónicas, hasta con la muleta en donde extrajo trazos de poder, aguante e inspiración. Esa espada la impidió cortar una oreja.
Con su segundo, otro toro encastado pero con mucha calidad y clase, ahí estuvo Emilio, atacando y concretando, series importantes, que cautivaron al público por la verdad implícita.
El tercero ha sido un toro completo en todos sentidos, clase, calidad recorrido y emotividad, y por supuesto, bravura y casta. Al que enfrentó con gloria, Emilio de Justo. En los trazos hubo ritmo y armonía en su conjunto, lo que mantuvo atento al gran público por esa verdad y pureza en la expresión. Falló con la espada, y escuchó sonoras ovaciones.
El cuarto, ha sido como esos victorinos a los que hay que adelantarse a sus intenciones, y así lo hizo, Emilio, dejando muy en claro, el poder y la serena inteligencia de cómo lograr someter a sus designios al encastado ejemplar.
Con el quinto, otro victorino que pidió el carnet, y por supuesto, que Emilio no sólo lo mostró, sino demostró que ahí dice torero, y eso es, un auténtico torero, pudiendo con suficiencia a su oponente y dejando una faena de mucho mérito. Oreja.
El público notoriamente conmovido ante la pasión y entrega del toreo, antes de iniciar con el cierra plaza, batió las palmas, dejando una sonora batería de júbilo.
Ante esa entrega del público, Emilio, se creció y si bien el victorino complicó las cosas, eso no fue óbice para que Emilio sacara una incontestable faena que rubricó con certero espolonazo. Tras ello las dos orejas ha paseado con la satisfacción que da la pasión absoluta.
Y luego, a salir en hombros del público que le reconoció sin cortapisas.
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