Lo dice Pepe Mata… Cuando el ‘sambenito’ de la movilidad ya no puede tapar a la mansedumbre
Desde que se “inventó” a través de los empadres el supuesto “toro de arte“, que no ha sido otra cosa que haberle rebajado la casta y la bravura al otrora toro bravo, convirtiéndolo en un mínimo bobitoro, la Fiesta comenzó su debacle; y todo para complacer a la comodidad de los figurines.
Hubo muchos ganaderos tan felices de unirse a esa ola de complacencias, porque iban a lidiar muchos toros e iban a ser toreados por los maravillosos figurines.
Aquello del “toro artista” fue lo más absurdo que se pudo inventar, porque un ser irracional no puede ser artista, y no lo puede ser porque carece de la capacidad de discernimiento, de un cerebro tan desarrollado, tan complejamente desarrollado, que pueda conducirlo a la creación, al sentimiento; y a pesar de que los hombres humanicen a los animales, no se les puede otorgar a los animales las virtudes, las cualidades que posee un ser humano.
En este contexto, han sido tan alarmantes, tan vergonzosos los niveles hasta donde llevaron estos ganaderos sin ética a un animal tan fiero, de pelea y poderío, que pasó a ser una linda ovejita campirana a las órdenes de la comodidad de las mal llamadas figuras del toreo, para dar espacio a su feliz esparcimiento por los ruedos del mundo.
Mucho tiempo la Fiesta vivió en esa lamentable parodia y fuimos muy pocos, en verdad muy pocos, los que elevamos la protesta contra ese asalto a la verdad.
Por supuesto que a varios “profesionales” les molestó y mucho que descubriera esta situación que ya está haciendo un daño real y tremendo a la Fiesta.
Lo que ha sucedido esta tarde con los de Fuente Ymbro no es otra cosa que mostrar la verdad que siempre ha existido en esa casa ganadera y que aquí lo hemos manifestado: mansedumbre y descastamiento.
Para llegar a esta involución ¡por supuesto! que se tuvo que insistir en los empadres el aminorar la casta y disminuir la bravura.
Primero se festejaba sin parar al bovino mansurrón que se movía sin chistar como una linda ovejita; iba y venía a los engaños como un perrito faldero.
No obstante este tipo de osadía a la naturaleza, se tiene que pagar y apareció el manso que se resiste a embestir, o el manso que camina con deslucimiento aventando arreones o, bien, el manso con genio que no es otra cosa que la casta mala, y entonces el toro se torna violento en su embestir y va directamente a las geografías corpóreas de los toreros.
Esa es la Fiesta que han dejado, que han heredado los figurines a las actuales generaciones.
Esa es la Fiesta que se tiene que rescatar con base en la luminosa verdad de la casta y la bravura.
Porque ahora mismo existe un caudal de jóvenes toreros que sí pueden enfrentar con gallardía y verdad a la casta y a la bravura.
Porque ahora mismo existen toreros, sí toreros, que fueron marginados por los figurines, que sí pueden enfrentar con suma gallardía y notable verdad a la casta y a la bravura.
La solución la tienen los ganaderos que claudicaron en aras de una supuesta fiesta tan bonita como ficticia.
Ricardo Gallardo si decide voltear a ver a esa grandeza que hicieron a un lado también muchos de sus compañeros ganaderos, retomarán cuanto antes en sus empadres la dirección hacia la verdad en el arte del toreo.
Lo de hoy y lo que hemos visto en muchas tardes de este serial isidril, es tan sólo el resultado de que el destino ya los alcanzó, haciéndoles notar estentóreamente, que urge retornar a la casta y la bravura.
Así que hará muy bien, Ricardo Gallardo, en Fuente Ymbro, y muchos más ganaderos, en devolver a sus toros esa vedad que nunca debieron perder.
Sí, porque la movilidad ya no puede tapar el descastamiento ni la mansedumbre en medio de una Fiesta que exige, que grita se cumpla la verdad.
¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!
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