Crónicas

En Aguascalientes… Velas encendidas, fuegos inextinguibles

Tres cuartos de aforo en la Plaza de Toros Monumental de Aguascalientes, se lidió un encierro de Barralva desiguales de presentación, tercero y cuarto complicados, los demás mansos. Hubo un regalo de Montecristo bien presentado, manejable.

Ignacio Garibay quien se despidió de los ruedos: Silencio tras aviso y palmas; dos orejas en el de regalo.

Sebastián Castella: Silencio y dos orejas.

Sergio Flores: Oreja y palmas

Detalles:

Saludaron en el tercio en dos ocasiones los subalternos Gustavo Campos y Fernando García.

El matador Sergio Flores recibió fuerte voltereta al entrar a matar a su primero, tuvo que retirarse antes que se terminara el festejo por fuertes dolores en la espalda.

Al final del festejo Ignacio Garibay y Sebastián Castella salieron a hombros.

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Hoy fue una tarde que, sin ser del todo excepcional, tuvo tintes emotivos y de garra torera que hicieron mantener, aunque sea un poco, la vela encendida en el corazón del aficionado”.

– “Me salgo contento de la plaza”.

Me dijo hoy un buen aficionado y mejor amigo, y coincido; hoy fue una tarde que, sin ser del todo excepcional, tuvo tintes emotivos y de garra torera que hicieron mantener, aunque sea un poco, la vela encendida en el corazón del aficionado.

Esta tarde se despidió un torero en plenitud de facultades.

¿Por qué?

Sus razones de peso tendrá, de lo que sí estoy segura es de que Ignacio Garibay se retiró en paz consigo mismo, orgulloso de su trayectoria y haciéndole saber al mundo taurino (a través de sus redes sociales) que se va porque respeta y ama la fiesta.

Y sí, debe ser muy duro alejarse para siempre de lo que más amas, dejar de lado el sueño por el cual se luchó toda la vida y comenzar a construir nuevas veredas. Garibay se fue de los ruedos, siendo un hombre joven, con el reconocimiento de la afición, de los profesionales de la fiesta y de su familia.

¡Qué bonito decir adiós, haciendo que tus hijos se sientan orgullosos del padre, del hombre y del torero!

A Ignacio Garibay le tocó un lote imposible, el primero, justo de presencia, débil y sin bravura, mismo que brindó a su cuadrilla en el tercio. Con este estuvo empeñoso, pero las medias embestidas, el viento y las pocas emociones no alcanzaron para mucho y hubo que exponer el pundonor. Fallas con el acero, un aviso y el silencio.

El otro, uno mejor presentado y serio por delante tuvo movilidad, pero no era nada fácil. Apenas empujó en las varas. En la muleta Garibay inició por bajo, tratando de llevárselo a los medios pero fue en vano, el burel buscaba constantemente las maderas. El torero le puso empeño a su labor pero aquello no tenía posibilidades.

El capitalino no quiso irse de la fiesta de los toros sin un triunfo, así que regaló un astado de Montecristo que fue repetidor y manejable, con éste elaboró una faena sensible, quizá no la más pulcra pero sí conectando con la gente que siempre estuvo de su lado.

De capa, lances a la verónica y no se salvó de susto al ser prendido, luego de las tafalleras y la revolera luminosa. En el centro del redondel, con la muleta en la mano se puso de rodillas, besó la tierra hidrocálida y asimismo citó al astado que se arrancó de largo, ligando los derechazos así de hinojos y rematarla con pases de pecho.

En ese momento la afición estaba totalmente metida en su faena, Garibay quería irse entre las notas de la pelea de gallos que sonaron después de su petición.

El astado era repetidor y el torero lo aprovechó, algunas tandas por derecha, aunque ya el burel iba con la cara arriba, en las alturas el son de las golondrinas para decirle adiós a la profesión. Mató de media estocada para que le dieran las dos orejas, al término de la vuelta al ruedo le fue cortada la coleta.

El que estuvo entre que sí que no fue Sebastián Castella, a su primero, un astado mejor presentado que sus hermanos no atendió capas. Poquilla vara (no le fueran a mermar la bravura) luego reculaba, cero acometidas, echando las pocas embestidas hacia el cielo, en fin, un manso como el que más.

Castella estuvo ahí, intentando, pero nada, el espectáculo de sosería y mansedumbre ganó la partida. Varios pinchazos y estocada muy caída. Para el torero, el silencio, para el toro los pitos.

El quinto saltó a la arena con su justa presencia, sin atender a las capas y apenitas empujó en el caballo. Luego de lucirse en varas los subalternos Gustavo Campos y Fernando García saludaron en el tercio.

Tomado de las tablas comenzó Sebastián Castella su actuación, dando pases por alto, luego tandas por derecha rematadas con el de pecho, el astado iba paso a paso echando la cara para arriba y había que estar pendiente pues el peligro por ese lado era real.

Por izquierda hubo poco momentos, pero destacó un natural de sensibilidad. Luego se le acabó lo poco al burel, se quedaba parado olisqueando la muleta y el francés cruzándose para extraerle los pases, pero ya no había forma.

Mató de entera caída de efectos rápidos para que el juececillo le diera las dos orejas, la segunda exagerada, por cierto. Rivera Río insiste en medir con vara distinta la concesión de premios según él  el país donde nacieron los  toreros.

El que fue la garra, el deseo y la raza torera fue Sergio Flores, que obtuvo sin duda, una de las orejas mejor ganadas de la feria. Desde el inicio el astado de Barralva dejó de manifiesto que no se la pondría fácil, echando las patas por delante, elevándole los pitones y poniéndole picor la situación.

Flores bregó perfectamente para llevarlo al caballo, hecho que al aficionado hizo corear el olé seco y sincero del buen aficionado para rematar con recorte pinturero. En las varas el astado recibió poquito castigo, luego Flores se enfrentó a las duras embestidas del burel, por derecha en varias tandas emotivas y aguantando leña ante los peligrosos embates.

Flores se puso enjundioso pero serio, sin el recurso fácil de los encanta pueblos, si no con una firmeza de muleta y de carácter que es de reconocerse. Sergio Flores tiene algo distinto a los demás, hambre torera y esa señores… no se debe saciar nunca.

Al entrar a matar fue prendido aparatosamente, todo el mundo pensó lo peor, dado que lo trajo en medio de los pitones y ya en la arena hizo por él, fue llevado a la enfermería de donde salió momentos más tarde, con todo el carácter de un guerrero rumbo a la batalla para mató de entera trasera, pero…

¡Qué importaba la colocación, si la pelea de Flores fue de garra, contundente y llena de lo que a muchos carecen… fuego inextinguible del corazón!

Con el sexto del festejo, Flores tuvo realmente poco que hacer, puesto que los astados han carecido de la base fundamentar de la fiesta: Bravura.

De salida, primero caso omiso de capotes, luego desprendió de un hachazo las tablas junto al burladero de aviso, en varas cumplió y  de muleta nulas embestidas, pronto se aquerenció y a otra cosa, mató de media estocada para recibir las palmas

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@AnaDelgado28 

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