En Aguascalientes… Miguel Aguilar, sastre del alma
Lleno en la Plaza de Toros San Marcos de Aguascalientes, se lidiaron novillos de Villar del Águila bien presentados, de juego desigual. Destacó el lidiado en sexto sitio que recibió palmas en el arrastre.
André Lagravere: Silencio y leves palmas
Pedro Bilbao: Leves palmas y salida al tercio
Miguel Aguilar: Oreja y 0reja.
Detalles:
Destacó en banderillas Jonathan Prado que saludó en el tercio.
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Algo pasó hoy en la San Marcos… algo distinto, algo místico. Pareciera que un que hilo invisible conectó a los corazones y los hizo vibrar. La de hoy no fue una tarde cualquiera, hoy a los aficionados más noveles y los más recalcitrantes les estrujaron el espíritu.
Y vaya que, para estos últimos, volver a emocionarse después de tantas tardes decepcionantes no es tarea fácil, para ellos, para los duros, los críticos, los obstinados, eso de sentir, vivir, dejar salir las mariposas del corazón está reservado exclusivamente para tardes como la de hoy.
Miguel Aguilar encontró la llave perdida, la insertó directo a la ranura añeja de éstos, de esos y de aquellos y de pronto al tronco seco le comenzaron a brotar retoños y las enredaderas de la afición se volvieron a enverdecer.
Miguel Aguilar es el causante, el joven de Aguascalientes regresaba a su tierra luego de mucho tiempo en España donde ha cosechado triunfos importantes. Miguel volvía a la plaza de sus primeras ilusiones, Miguel llegaba a la San Marcos, donde tantas veces acompañó a su hermano Mario, matador de toros fallecido recientemente, pero ahora para cumplir sus propios sueños, con el cobijo del recuerdo, con la mirada determinada, con el andar firme, con el luto en su brazo derecho y con la ilusión de honrar la memoria de su sangre.
Aguilar elevó su montera, volteó al cielo brindándole la muerte de su primer novillo a Mario. Posó la mirada en el firmamento y más de una lágrima rodó en el tendido, conmovedor instante de un torero en la tierra para otro torero que vive más allá de las estrellas.
Con doblones toreros, Miguel Aguilar sacó al novillo de las tablas, para luego templar por derecha y rematar con el de pecho. Aguilar posee elegancia, verticalidad y temple, características que dejó plasmadas en su faena.
El novillo le permitió crear tandas tersas, lentas y por bajo que gustaron a sus paisanos, aunque por momentos el burel se tornó peligroso y protestaba en su muleta, Aguilar se quedó en el sitio del miedo para ser reconocido por su gente. Mató de entera en buen sitio y para él vino la oreja.
Pero la faena de mayor intensidad fue la del sexto del festejo, una labor intensa, muy sentida y bien llevada, ante un novillo con brío y raza que puso en complicaciones a los peones de brega. Con la muleta en la izquierda batalló para templarle en un inicio, pero cuando la tela roja se mudó de mano ¡oh, aquello se convirtió en un manantial de emociones!
El novillo fijo en su muleta, la diestra fue la comparsa para que Aguilar le agregara tersura y profundidad, cual sastre, jaló esos hilos que no se ven, pero se sienten, comenzaron a hilvanar miradas, sentires y corazones.
Miguel Aguilar con muleta y espada, como si fuese hilo y aguja los unió a su labor recta y serena, quedaron cosidos los sentires de miles, la San Marcos entera fue protagonista de un ir y venir de emociones, de sol a sombra, de barrera a general, puntada a puntada, muletazo tras muletazo, para confeccionar una faena de altos vuelos. Y a las nuevas generaciones las adhería a la fiesta, y a los de la vieja guardia les zurcía con su verdad, les remendaba un poquito el alma.
Tandas derechistas, los cambios por delante torerísimos y la embestida del burel iba a la tela, siguiendo los patrones que Miguel le proponía.
Y si en un principio por naturales no se había acomodado, decidió probar nuevamente y esta vez le acortó la distancia, así consiguió que pasase para rematar con largo pase de pecho.
La Pelea de Gallos, himno de los hidrocálidos sonaba en el tendido, para ese entonces todo era una locura, afición de pie, gritos de torero- torero, gargantas agolpadas y candeleros encendidos.
Para rematar toreando en redondo y despidiéndole por alto, dominando la escena, finalmente la pieza estaba hecha, sólo faltaba el remache final, silencio para preparar el último detalle, la estocada entera ligeramente caída para que llegara la merecida oreja.
¡Ahí estaba, Miguel frente al mundo, con el recuerdo de su hermano, ante la mirada de su madre, la afición en un puño y el futuro por delante!
Ahora Miguel Aguilar tendrá que abrirse camino en este difícil mundo, labrarlo a base de actuaciones sólidas como esta, quiera Dios que las cosas rueden bien para este joven, que todas oportunidades que se le cerraron a su hermano, Miguel sepa abrirlas con golpes de corazón, decisión y fuego interior que incendie cada coso en el que se presente. Al final del festejó, Aguilar abandonó el coso en hombros.
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De quien se puede hablar y hablar bien es de Pedro Bilbao, este joven hidrocálido tuvo una actuación muy destacada con el segundo de su lote, con el que se vio valiente y tenaz, un fuerte y enrazado novillo que retó a la muleta de Bilbao y que desde que saltó al ruedo buscó pelea.
Al intentarlo llevar con chicuelinas antiguas al piquero, Bilbao fue alcanzado por el novillo prendiéndole del pie derecho, sin llegar a lesionarle. Ya con la muleta en la mano se fue a los medios, ahí colocó la montera en la arena y puso sus zapatillas dentro de ella, recordándonos a otro torero habitante del cielo, Valente Arellano.
Así, el novillo se arrancó de largo y Bilbao se lo pasó por la espalda a escasos milímetros para vaciar por alto y llevarse carretada de aplausos. El novillo tenía recorrido y le permitió tandas importantes por derecha, los cambios de mano por delante y el de pecho.
El astado estuvo pendiente de él en todo momento y Bilbao valiente se quedó en sus terrenos hasta ganarle la partida y ganarse el respeto de la afición.
Para cerrar las manoletinas de extrema cercanía, pero lo bueno hecho con la muleta lo perdió con la espada, la gente lo invitó a saludar desde el tercio de manera más que merecida.
Con su primero que fue un tanto complicado el joven de Aguascalientes le puso entrega desde que se abrió de capa con verónicas reposadas. Después de dos puyazos, su alternante Miguel Aguilar tomó su turno al quite y dibujó gaoneras sentidas, pero Bilbao también tiene lo suyo y le replicó de la misma manera.
Luego en la muleta el astado fue tardó y terminaba con la cara arriba, el desencuentro llegó fue para Bilbao pues poco pudo hacer ante este difícil segundo del festejo. Mal uso de la espada y las leves palmas.
Quien tuvo dos actuaciones voluntariosas y se le vio una favorable evolución fue a André Lagravere El Galo, la primera de ellas iniciada con larga afarolada de rodillas frente a toriles.
Luego de los breves puyazos vinieron los quites tanto de Lagravere como de Bilbao que aprovechaba su turno, el de Aguascalientes quitó por gaoneras mientras que el de Mérida lo hizo por zapopinas.
Bien Lagravere con los palos llevándose las palmas y de muleta serios doblones fueron el principio de su labor, de tablas a tercios y de ahí a torear por derecha, pero la embestida de su enemigo siempre fue rebrincando y a media altura, protestando mientras que Lagravere unas veces con firmeza y otras embarullándose.
Por izquierda el novillo terminó rajándose, el joven en afán de agradar extendió la labor hasta matar con estocada entera y trasera para irse en silencio.
Con el cuarto de la tarde, el más complicado del encierro El Galo tuvo pocas opciones, insistiendo pero las pocas embestidas dijeron que no. Al final faena de aliño, fallas con la espada y las leves palmas por su esfuerzo.
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