En Aguascalientes… La destrucción de los sueños
Otro lleno en La Monumental, décima corrida de San Marcos 2018. Se lidiaron toros de distintas ganaderías, 1ro. Reyes Huerta, bien presentado, manso y soso. 2do. Santa Fe del Campo, justo de presencia, soso y rajado. 3ro. Fernando de la Mora, justo de presentación, malo que recibió pitos en el arrastre. 4to. Santa Fe del Campo, bien presentado, manso. 5to. Teófilo Gómez, de muy escasa presencia y mal juego. 6to. Santa María de Xalpa, justo de presencia, manso.
Julián López El Juli: Leves palmas, oreja y leves palmas.
Joselito Adame: Oreja protestada, al tercio y leves palmas.
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Decepción, ese sentimiento que es aún peor que el enojo o la rabia; la decepción va más allá, invade los terrenos del alma que alguna vez fue campo fértil de la esperanza, pradera de ilusiones, tierra de sueños, pero cuando el desengaño aparece, los estragos del tiempo hacen surcos en el rostro y cada vez que la sentimos …envejecemos un poco.
Hoy partieron plaza dos matadores que de niños sorprendieron al mundo del toreo, El Juli y Joselito Adame, dos que alguna vez anhelaron como nunca, como nadie, ser matadores de TOROS y darle gloria a la fiesta.
Es bien sabido que José se vio en el espejo del Juli y que Julián fue el inspirador de una generación completa de aficionados a la fiesta, (no me pesa decir que me incluyo) aficionados que han visto de todo, que han aguantado de todo, pero lo de hoy … raya en la decepción.
Disculpe de antemano amigo lector, pero la de hoy no es propiamente una crónica, si no una narrativa de sentimientos, una catarsis de emociones, estos dedos que teclean no se pueden negar a lo que siente el corazón, por ello y por anticipado le pido perdón.
Esta tarde vimos un desfile de mansedumbre en las astas provenientes de diversos hierros, El Juli le cortó una oreja a su segundo de Fernando de la Mora, un torillo que se escupió en los caballos y que salía suelto de los capotes. Huidizo en la muleta y el madrileño tras él, en escena por de más triste, ver a una máxima figura del toreo tras los pasos cobardes de la mansedumbre.
¿Dónde se ha quedado la bravura?
¿A dónde se fue la grandeza que ellos mismos, los espadas, soñaban de niños?
Quizá amigo lector, está los potreros olvidados, en los no requeridos, en los no comerciales, pero vaya usted a saber.
– ¡Es lo que hay! – Se escuchó decir en el tendido.
– ¡Hay que reconocerle el mérito! – Decían otros
Por eso nuestra fiesta ha dejado de ser brava por aficionados tan mansos y tan poco reactivos a lo que observan…
¡Vamos hombre, por Dios que es lo que el español pide, lo que quiere y lo que le gusta torear en este país!
¡Haciéndonos tontos, siendo una afición pasiva no se consigue nada! Más que seguir arropando a quien te vende gato por liebre, así se simple!
El Juli siguió con alguno que otro pase por alto, remates por arriba y al termino de ellos el torero entregado a la vanagloria, con euforia mirando al tendido mientras que el toro huía a la querencia y la gente … la gente, la fiel y noble gente con sonrisas de oreja a oreja.
¿De verdad eso es la fiesta?
¿En serio es de lo que se apasionaron siendo niños?
En fin, El Juli mató de estocada entera y caída para que le dieran su oreja.
Los otros dos mansos perdidos, uno mejor presentado de Reyes Huerta y otro de Teófilo Gómez que… pues ya sabe usted, para que desgasto las yemas tecleando. Con los dos El Juli mal con la espada y leves palmas.
Y José Adame… al menos empeñoso.
Con el primero de su lote un quiso verse variado con la capa pero en el intento quedó enmarañado. De muleta doblones muy toreros aguantando y el remate por alto.
El astado fue tardo, descompuesta la embestida y el de Aguascalientes quería, al final estocada caída y un premio que pasó sin pena ni gloria. Con su segundo el de Santa Fe del Campo, comenzó por trincherazos, luego tandas derechistas firmes y por izquierda poniéndose serio, pero duró poco el gusto porque le vinieron las ganas de hincarse y todo aquello se fue de las manos de lo formal.
Algunas tandas más en la querencia, unas en redondo al manso perdido y la estocada entera contraria para salir al tercio.
Y mientras esto sucedía (y otra vez perdón por hablar en primera persona) en lo que mi cabeza asimilaba aquella triste realidad de la fiesta, frente a mí un adolescente de apenas unos 13 años daba pases y cambios de mano con el cojín que le servía de asiento:
¡Qué puñalada amigo, directo al corazón!
Ver que los jóvenes están ilusionados, por eso me pregunto:
¿Esto es lo que queremos mostrarles de la fiesta?
¡Los sueños al aire de ese muchacho merecen tener referentes de bravura, sus anhelos no deben verse privados de embestidas francas y faenas de grandeza!
El último que saltó al ruedo fue un justillo de Santa María de Xalpa, al que recibió con una larga afarolada de rodillas, poca vara y de muleta José peleando contra la mansedumbre, plantándole la tela por bajo y acallando la música, aquerenciado el burel en escena por demás deprimente.
A mi lado llamó mi atención unas manos juveniles, el color pastel de sus uñas hacía juego con las pulseras que portaba, era una chica de no más de 15 años, atenta, sorprendida, una veces sus dedos se entrelazaban ansiosos, otras comenzaban un aplauso que pronto se apagaba, la Pelea de Gallos sonaba y José lidiaba al manso.
Mi pequeña vecina de tendido no perdía detalle, ahí estaban, dos adolescente flanqueándome, con sus sueños intactos, con su incipiente amor por la fiesta, pensando que lo que ven es grandeza, porque -¡Es lo que hay!- y sucedió lo que pocas veces me pasa en una plaza de toros, las ganas de llorar me invadieron (como ahora al tocar las teclas) ellos y sus deseos, yo y mis decepciones, ellos la alegría, yo la tristeza.
¡Y recordé entonces al Juli de los noventas, al de la julimanía, al niño genio del toreo, al que eclipsaba en cuanto se paraba en el ruedo, con toda la vida y los sueños por delante y vino a mi mente Joselito, Lupito Adame de inicios del milenio y sus actuaciones llenas de alegría y candor en la San Marcos y vi en mi mente su sonrisa contagiosa y vi sus ansias de grandeza …y me vi a mi misma con dieciséis años, sola, sentada en generales, observando y sintiendo correr la sangre por mis venas y miles de emociones agolpadas en mi garganta y cambiando el rumbo de mi vida en pos de un sueño, amando con una pasión desenfrenada la fiesta BRAVA!
¡Qué duro momento, que decepción tan grande!
¡Por eso no quiero que esos chicos, mis vecinos de tendido, pierdan sus ilusiones algún día!
¡No deseo la destrucción de sus sueños!
¡Quiero que vuelvan siempre al lugar que los hace ilusionarse y torear al viento y frotarse las manos!
Pero que vean la verdadera grandeza de la fiesta, que vean TOROS BRAVOS y si no los hay se enseñen a exigirlos, porque en ellos es entendible, que por su novatez no los distingan ¡Pero quienes lo saben y se hacen de la vista gorda, quienes son parte de las triquiñuelas, quienes imponen toritos mansos, quienes son “aficionados de cepa” y solapan la comodidad y el alivio, el toro artista y de más justificaciones… esos no tienen perdón!
¡No les coarten las ilusiones a las nuevas generaciones, no dejen que se les pudran las esperanzas, no permitan que se olviden que tienen carne para vibrar, permítanles sentir la piel erizada por ver una tanda de magia y pureza, dejen que el miedo los haga sentarse a la orilla de la barrera al ver saltar un verdadero toro al ruedo, no les quiten el placer de ver a un toro bravo arrancarse de largo al piquero y hacer sonar los estribos, dejen que les suden las manos y la garganta se les seque de tantos olés a una gran faena, déjenlos llorar de emoción en una plaza de toros!
¡NO! ¡NO LES DERRUMBEN LOS SUEÑOS ANTES DE COMENZAR A VIVIRLOS!
¡Porque hoy Don Julián olvidó al Juli, y José olvidó Joselito, se olvidaron de los niños con ilusiones puras que fueron y que ya no son!
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