Crónicas

En Medellín… Jesús Enrique Colombo abre la puerta grande

Plaza de Toros La Macarena, de la ciudad de Medellín, Colombia. Tercer festejo de La 27 Feria Taurina de La Macarena, correspondiente a una corrida de toros. Con un aforo cercano a la media plaza, se lidiaron astados de la dehesa de Santa Bárbara, encaste Domecq – Núñez, variopintos de capa, correctos de pitones, ligeros de peso, pero bien hechos, destacando segundo, cuarto, quinto y sexto, aplaudidos en el arrastre.

Juan Bautista Jalabert: Saludo y generosa oreja.

Luis Miguel Castrillón: Palmas y silencio.

Jesús Enrique Colombo: Silencio tras dos avisos y dos orejas largas.

Detalles: Saludaron desde el tercio el buen torero Garrido, Jaime Devia y Ricardo Santana

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El tercer festejo del abonado paisa, prometía, desde el cartel, una tarde cargada de arte y emoción; de un lado presentaba tres conceptos taurinos bien definidos, el toreo del temple y el poderío de Juan Bautista, de otro la expresión ortodoxa del paisa Castrillón y la osada y eléctrica propuesta del ciclón venezolano Colombo.

De otro, volvían a La Macarena los toros de Santa Bárbara, una casa ganadera que durante los últimos años se ha venido cotizando entre las más importantes del país, no solo por la vistosidad de capas de sus astados, sino por sus buenas hechuras, movilidad y transmisión; toros ligeros de peso, a veces al límite del reglamento, pero bien criados y por ende llamativos al gusto del diletante taurino. Logrando consolidar en conjunto un buen encierro que supero por mucho al lidiado en la ciudad de Bogota el fin de semana anterior.

Juan Bautista, su primero Chalán (475 kilos) acudió sin convicción al caballo, rehuyendo al castigo, en la suerte de los palitroques destaco el primer par puesto por Wilson Chaparro El piña; Con la muleta el burel acudió pero no permitió el lucimiento, si bien resaltaron momentos, especialmente por la mano derecha, la compleja y descompuesta embestida opaco la actuación del francés; con la tizona deja caída y tendida que le obliga a usar el verduguillo, con el que fue certero. Saludo desde el tercio.

Con su segundo, Quitaluna (442 kilos) se le vio más solvente y avezado, montando una faena inteligente a media altura, de la que extrajo momentos importantes, especialmente toreando al natural por las dos manos, tapando con entrega ciertas carencias del astado; una expresión que si bien calo no terminó de convencer pues en pasajes se tornó convulsa e incluso desangelada; tras pinchazo despacha con buena estocada, recibiendo generosa oreja, definitivamente el público de Medellín gusta de los toreros galos.

Luis Miguel Castrillón, Ante Cocinero (470 Kg.) hizo alarde de sus habilidades capoteras, toreando con clase y variedad, recibiendo por delantales y llevando a la cabalgadura por señeras chicuelinas caminando; ante el jamelgo el toro rehúye la lucha en un primer momento, empleándose al final;  prologa su faena de hinojos a velocidad de vértigo, aspecto que criticaría cierto sector del público, que espera de él mayor madurez en su expresión; en el toreo fundamental deja par tandas por la derecha que logran transmitir; toreo a distancia y sobre seguro; con la tizona pinchazo profundo, obligándolo a descabellar en dos ocasiones. Palmas al paisa y palmas en el arrastre al burel.

Su segundo Hondero (441 Kg.) mulato y cornalón, desigual en hechuras; dio pelea en el caballo, del que salió menguado por un puyazo demasiado trasero; con la pañosa se entrega acudiendo pronto, con más transmisión que calidad, si bien no fue un toro de exultantes condiciones logró eclipsar por momentos al joven antiqueño, llegando incluso a escuchar las voces de ¡Toro! ¡Toro! Con la toledana pinchazo profundo y certero descabello. Silencio.

Jesús Enrique Colombo Debutaba como matador de toros en el ruedo paisa, donde el año anterior como prometedor novillero indultó un importante astado de la dehesa del Manzanal. Recibió a su primero Incognito (444 kilos) con una larga cambiada de rodillas, sucedida por verónicas de calidad; cubre con espectacularidad el segundo tercio, llevándose susto tras porfiar en la cara del toro, si bien se le notan condiciones se le notó dubitativo y descolocado por momentos; con la muleta inicia con un pase cambiado de infarto, imposible e impensable; si bien el toro le permitió buenas tandas, especialmente por la derecha, se fue apagando poco a poco, cierra por manoletinas, emborronando con la espada y despachando tras dos avisos, Silencio.

El toro de su consagración sería el cierra plaza Corredor (474 kilos) incierto de salida, flojo en el caballo, pero transmitiendo en el segundo tercio, que cubrió el venezolano mostrando importantes argumentos técnicos y físicos, en la faena muleteril el burel se viene a más mostrando codicia, acometividad y transmisión, virtudes que le permitieron a Colombo ligar, transmitiendo, pero en ocasiones delatando confusión y carencias técnicas.

Con la espada se vuelca con la verdad por delante dejando certera estocada, que sumada a la emotiva tarde y a la generosidad del público le permite reclamar los dos apéndices, premio que se queda algo largo, pero que es coherente con la voluntad del aforado; el de Venezuela tendrá que depurar su expresión si realmente quiere pasar de la temeridad al toreo de temple y profundidad.

Para el próximo sábado 17 de febrero.

Toros de los herederos de Ernesto Gutiérrez, para Enrique Ponce, Julián López El Juli y Juan de Castilla.

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@Manzanarestoro

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