En la Opinión de Pepe Mata… Entre la hipocresía, la deshonestidad y el engaño de los figurines
La nueva lección que deja la reciente comparecían de, El Juli, en la Monumental Plaza de Toros México, es la ya desgastada hipocresía, la habitual deshonestidad y el estentóreo engaño, en el redondel, con el que viven y conviven, no sólo en México, sino en América y, que además, cuentan con el visto bueno de autoridades complacientes.
Entendemos que si los empresarios pretenden contratar algún figurín, deben sucumbir a sus imposiciones; esto es un secreto a voces, no de ahora de antaño.
Ya que de lo contrario no firmarán el contrato, y por supuesto que llegarán boletines de prensa haciendo notar la “disposición” y “cariño” del figurín en turno, para el gran público mexicano, sudamericano, o de donde sea, pero que se ve imposibilitado de presentarse al no llegar a un buen acuerdo.
Así que sólo hay de dos “sopas” para los contratantes… diría la sabia conseja popular, de una y de la misma; o aceptas o aceptas.
Eso seguramente antes del internet y su vertiginosa evolución, muchos lo creyeron, la realidad era otra.
Ahora que ya se conocen como se mueven los figurines, y que existen jóvenes toreros de gran proyección en todo el orbe taurino, las cosas han comenzado a cambiar.
Bueno… entre el público, porque pareciera que para algunos empresarios, todavía no los convoca la era del internet.
Pero…
… pero retomando el tema, dicen -sí eso dicen- El Juli, Ponce, y demás figurines que quieren mucho a México, pero no se ve por ninguna parte ese sentimiento; porque lo primero que hacen, además de imponer carteles con toreros a modo, es abusar del pequeñajo bobalicón y con escandalosa sospecha de cornicure.
Si en verdad quisieran a México, Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela, salvo mejor opinión, guardarían absoluto respeto, como les obliga a guardar el exigente público de Las Ventas, y en especial, el guardián de la Fiesta, el Tendido Siete, y así deben enfrentar la verdad del toro en todo su esplendor.
El Juli llegó con sus microscópicos teofilitos, la auténtica vergüenza, la avasalladora falta de respeto; y de inmediato surgieron varios breves cuestionamientos:
¿Cuál cariño?
¿Cuál respeto?
¡Nada!
Sólo volvió a brillar la hipocresía, la deshonestidad y el engaño en el redondel, y ahí están las imágenes; entendemos que tengan sus defensores y eso es otra vergüenza sin cortapisas, que puede llevar a la involución al arte del toreo.
¡Sí!, porque esta hipocresía, deshonestidad y engaño, se acrecientan ahora que la prensa corrupta se ha pronunciado como serviles tapetes, alfombras, y se han puesto a defender lo indefendible.
¡Que la bravura ahora tiene niveles!…
… ¡sí así de absurdo e lógico!, la bravura total, la media bravura y la bravura en mínimo nivel, como según afirmaron tuvieron los llamados teofilitos.
¡Vaya!
Hasta donde siempre he sabido, el toro es bravo o manso, pero no hay situaciones intermedias, lo demás son palabrerías que ofenden a la inteligencia del gran público taurino.
No obstante, esto de los toros impresentables, mansos y descastados, ha provocado que el público, como sucede en España y Francia; en México desde hace ya muchos años, no quieran ver a los que en algún tiempo, tuvieron su confianza y ahora sólo queda la desilusión.
Ya ve usted, lector amigo, el señor Ponce consciente de que no lleva gente al coso mayor del mundo, primero utilizó los nobles sentimientos del pueblo mexicano tras los terremotos del 7 y 19 de septiembre, diciendo que su sueldo, lo iba a donar a los damnificados, como…
… como una especie de promoción para que lo vayan a ver torear.
Sí promoción, porque nadie que en verdad quiera hacer un acto tan noble como es una donación, manda boletines de prensa para que todo mundo se entere; lo hace con humildad y en silencio.
Y, además, saca de su peculio una cantidad de dinero abundante o no y eso…
… eso sí que es una donación; no se hace un espectáculo con el público que ha tenido esa desquiciante experiencia y, una vez recolectado el dinero que pagó el propio público afectado, luego lo “dona”.
Sin embargo, las cosas cambian vertiginosamente de acuerdo a los intereses, y vuelven a inundar a las redacciones los boletines de prensa, haciendo notar que los emolumentos del señor Ponce, los donará a la Fundación Slim.
Se entiende que cada quien tenga sus conveniencias financieras, para inminentes inversiones, pero entonces…
… que no vengan a explotar el noble sentimiento de gran público mexicano, con situaciones que a todas luces se perciben tan falsas como frívolas.
No obstante, esta historia de la hipocresía, de la deshonestidad y del engaño de los figurines, continuará su periplo, en breve, en Colombia.
Y, me permito preguntarle al gran público colombiano:
¿Qué suponen que torearán Enrique Ponce y El Juli, por ejemplo, en Manizales con los pequeñajos bobalicones que seguramente enviarán los herederos de Ernesto Gutiérrez?
O, ¿que pequeñajos saldrán en Bogotá para otro mano a mano que no tiene lógica, como el que tuvo con Joselito Adame en el cartel inaugural; ya que no existe ninguna rivalidad con Luis Bolívar?
¿Por qué no torea con ellos en España?
Ante esta situación, el gran público de América debe dar una gran, gran lección a esta hipocresía, deshonestidad y engaño, que se perpetra contra su buena fe, y…
… la mejor forma de dar esa lección, estará en apoyar a los jóvenes toreros, que están ávidos de conquistar un lugar con base en el respeto que debe prevalecer en el arte del toreo, para darle irrebatible sustento a través de la honestidad y grandeza a la tauromaquia siguiendo la sentencia:
El toro auténtico para el torero de verdad.
¡Sí!, a esa juventud con sólidos argumentos, que en más de las ocasiones, se ha sabido, son olvidados por órdenes imperiales de los figurines.
¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!
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