Lo comenta Miguel Ángel Yáñez: Se nos ha ido un guerrillero
Sebastián Palomo Linares se ha despedido de los ruedos de este mundo a tres días de cumplir los 70 años, por cierto muy vividos y con mucho arte e intensidad. Este aprendiz de zapatero remendón hizo la mejor compostura, yo diría obra nueva y genuina, de su vida con los trastos de torear y no con las herramientas del taller de arreglo del calzado.
Siendo un crío ya estaba poseído por el arte de la tauromaquia, la que tenía siempre en su mente y con la que se quería expresar constantemente, de ahí que un día cogiese el hatillo y dejase su Linares natal, allá por los campos jienenses de olivos y mineros, para presentarse en Madrid a la llamada de la que por aquel entonces había en la plaza de toros de Vistalegre, denominada como “La Oportunidad”.
La que atrajo a cientos de chiquillos y jóvenes de toda España y de gran parte del mundo taurino con la ilusión y la ansiedad de hacerse figuras del toreo. Como de costumbre ocurre, muchos son los llamados pero pocos los elegidos; y entre esos estuvo el Maestro de Linares, Sebastián Palomo Linares, quien deslumbró a los Lozano y los Dominguín que eran los impulsores de la campaña; pero sobre todo a los aficionados que cada noche de oportunidad se daban cita en La Chata (así era conocida popularmente la plaza de toros del barrio de Carabanchel, Vistalegre).
A partir de ahí y tras las exitosas repeticiones de sus actuaciones, llenas de arte y triunfo; los Hermanos Lozano se hicieron cargo de la carrera taurina de Palomo Linares, llevándole por toda la geografía del mundo taurino cosechando éxitos, pero también con fuertes y graves cornadas de las que con su fuerza y valor se supo reponer y volver a la cara del toro constantemente y siempre con el éxito y triunfo por bandera.
En cierto momento de su carrera, formó pareja con Manuel Benítez “El Cordobés” en la conocida “campaña de los guerrilleros” en plan reivindicativo para hacer frente al monopolio practicado entonces por los grandes empresarios. Campaña en la que harían el paseíllo en 75 plazas, la mayoría de segundo orden, sin que los resultados fuesen los más apetecibles. Pese a todo, consiguieron gran publicidad y dieron la “guerra” apetecida.
Sus grandes obras casi siempre las hizo en solitario, pues toreó gran cantidad de veces como único espada en los que se encerraba con los seis toros y en muchas ocasiones con el regalo del sobrero; festejos en los que había gran profusión de apéndices cortados debido al arte desplegado por el Maestro sobre el ruedo. Pero posiblemente el apéndice que más notoriedad le dio fue el rabo que cortó en Las Ventas en la Feria de San Isidro de 1972 al toro Cigarrón de Atanasio Fernández. Nadie había cortado un rabo en Las Ventas desde el año 1939, y nunca nadie lo ha vuelto a cortar. Año el de 1972 que ya comenzó triunfal en la Monumental de México donde había cortado el rabo del ejemplar de Javier Garfias, llamado Tenorio.
Tras los años de grandes triunfos, pero también de duros golpes que propinan los toros, hubo algunas idas y venidas de los ruedos; siendo el 11 de Agosto de 1995 la última corrida de toros que toreó, fue en la turística Benidorm donde hizo el paseíllo junto a Manuel Díaz “El Cordobés” y Javier Conde.
Posteriormente se dedicó a la ganadería brava en su finca “El Palomar” y a su otra gran pasión artística como ha sido la pintura abstracta, con la que también obtuvo sus éxitos y triunfos más coloridos si cabe, pero menos peligrosos también. Un Sebatián Palomo Linares que siempre confesaba que sus dos grandes pasiones eran el ser torero y pintor.
Palomo Linares, el torero de los ternos bordados en plata, dominador, pleno de casta y pundonor; así como de ambición, desparpajo y pundonor a vuelto a hacer el atillo con sus trastos de torero y sus pinceles y se nos ha ido para ilustrar el cielo, cual lienzo, de colores al compás de su capote y su muleta con el arte y la personalidad que siempre ha derrochado. ¡Descanse en Paz, Maestro! .
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