En Pamplona… Juan de Castilla y la encastada bravura de su joséscolar
Pamplona. Sábado 12 de julio 2025. Octavo festejo de abono de la feria de San Fermín. Lleno en tarde nublada y con amenaza de lluvia. Toros de José Escolar, de gran trapío, muy bien armados, bravos y encastados los cinco primeros, el sexto deslucido.
Rafael Rubio Rafaelillo: Silencio y oreja.
Fernando Robleño: Palmas y silencio tras aviso.
Juan de Castilla: Oreja tras aviso y silencio tras aviso.
Parte médico:
Juan de Castilla, lesionado en 3° toro, afectado de trauma torácico pudiendo continuar la lidia.
Rafael Rubio Luján Rafaelillo, lesionado en 4° toro, afectado de politraumatismo. Constantes estables. Se traslada al Hospital Universitario de Navarra para completar estudio radiológico y observación. Pronóstico reservado. Fdo: Ángel M.Hidalgo
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Después de la asfixiante mansedumbre de los toros de Jandilla y los de Álvaro Núñez, llegó el encierro de José Escolar como un aire renovador, como una bocanada de oxígeno que esta es la verdad, la esencia que requiere la Fiesta y que sin lugar a dudas quienes los enfrenten -que pueden estar bien, mal o regular- se les debe llamar toreros.
Si D. José Escolar hubiera sido el invitado al programa del encierro que transmite Radio Televisión Española (RTVE) en lugar de Álvaro Núñez, y en medio de la entrevista hubiera solicitado que regresaran la transmisión de las corridas de toros, después del festejo de esta tarde, habría dado un argumento indiscutible.
Hubo gran emoción, se sintió en muchas ocasiones el peligro , el riesgo inherente que debe tener la tauromaquia al enfrentar al toro bravo y encastado y que existen toreros de verdad que pueden hacerlo.
Y, entonces se admiró al experimentado, Rafaelillo y a la lucha incansable del colombiano, Juan de Castilla, quienes contra viento y marea salieron a enfrentar el reto que hubo en el redondel y fueron reconocidos con merecida oreja cada uno.
Queda marcada la diferencia entre un torero de verdad y un lirio desmayado que requiere de las gráciles gacelillas para hacer esas llamadas “faenas bonitas“.
Sí, así estuvo Juan Castilla en todo momento en el redondel. Salió en bien armado tercero, de gran trapío y Juan le saludó con verónicas que hicieron notar desde entonces el mando del torero. Los alegres tendidos de pronto tuvieron necesariamente que voltear al redondel, después de varios días de parodias, aparecía el auténtico toro para el torero de verdad.
El prólogo contundente, arriesgando todo, porque era un momento de hacerlo de no dejar de ir el tiempo que ofreció demostrar su incontestable verdad. Se puso de rodillas y comenzó así su intensa faena. Que fue creciendo en impacto en los alborotados espíritus pamploneses por el poder del mando imponiéndose al de José Escolar y por el poder del sentimiento que provocó la admiración del cónclave.
Llegó el tiempo de rubricar la obra citó y salió prendido en el pecho dejando un pinchazo, el júbilo, reconocimiento de toda la plaza se escuchó hasta Medellín. Después de volver a poner punto final, todos al unísono exigieron la muy merecida oreja que había conquistado por haber puesto el corazón sobre la arena.
Con el sexto volvió a estar atento en los procedimientos, pero el toro acusó su esparcimiento atlético matutino con los mozos por las calles de Pamplona. Pero el esfuerzo, el inobjetable esfuerzo estuvo ahí.
Rafaelillo después de haber estado entre azul y buenas noches con su primero, fue a recibir a portagayola a su segundo ejemplar -cuarto del festejo-, se agradeció el esfuerzo. Comenzó su faena frente a un toro evidentemente poderoso, y en su segunda serie con el toreo al natural vio una luz, se le coló y le dió una guantiza por la que al final del festejo tendría que ir a la enfermería.
Una vez incorporado y maltrecho algo hizo hasta que de pronto apareció una estocada tendida y después de cierto tiempo cayó el toro que había sido el dueño de la faena. El público conmovido pidió una oreja motivacional.
Ahí estuvo también, Fernando Robleño, quien se está despidiendo de su profesión como torero de alternativa. Tuvo posibilidad para hacer cosas serias y trascendentes, pero, no.
Con su primero apenas y escribió algo del abecedario, mientras que con su segundo -quinto del festejo- fue Juan de Castilla quien enseñó el gran toro que era con un quite con firmeza y belleza por chicuelinas.
Fernando, estuvo ahí y ya vendrán más tardes en su campaña de despedida.
Al final, quedó en la conciencia de todos los espíritus que han estado en la Monumental de Pamplona que, Juan de Castilla, estuvo a la altura de la encastada bravura del toro de José Escolar y eso, eso es un hecho contundente.
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Galería cortesía Diario de Navarra
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Notas relacionadas:
El primer encierro de los Sanfermines 2025, con los toros de Fuente Ymbro duró 2’ 37’’
Rapidísimos los toros de Jandilla -5º encierro de San Fermín 2025-: 2′ 19″
Los toros de José Escolar -6º encierro de San Fermín 2025-: 2′ 42″
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