En Aguascalientes… Erosión de la afición
Crónica de Ana Delgado
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Aguascalientes. Viernes 9 de mayo 2025. Novena corrida de la Feria Nacional de San Marcos 2025. Plaza de toros Monumental un cuarto de aforo. Se lidiaron astados de San Isidro desiguales de presentación, mansos y débiles. Hubo un regalo de Peñalba justo de presencia, manejable
Fernando Robleño: Silencio y silencio; palmas en el de regalo
Arturo Saldívar: Silencio y dos orejas
Fermín Espinosa Armillita IV: Palmas y al tercio
Detalles:
Se despidió de los ruedos el picador Francisco Curro Campos quien dio una emotiva vuelta al ruedo al lado de sus compañeros de profesión y sus familiares
Por novena ocasión consecutiva se rindieron honores a la bandera por parte de la Guardia Nacional.
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Anodina, incómoda, con ganas de huir…
… la tarde de hoy en la Monumental fue de esas que no quieres repetir, que te dan incomodidad, aburrimiento, que te llevan a un desgano, a una erosión de la afición.
La mansedumbre se apoderó del ruedo sanmarqueño y los que acudieron con la esperanza de emocionarse se retiraron con la afición rasgada, deteriorada y marchita.
- La roca que algún día significó Aguascalientes para la tauromaquia mundial poco a poco se desgasta, se degrada, se erosiona a tal grado de terminará modificando su origen y su forma.
Los toreros dispuestos, pero ante las mansas y sosas embestidas poco hay que hacer y se reconoce lo que logran hacer ante la cara de tremendo cúmulo de fastidio en los pitones de los de San Isidro.
Arturo Saldívar fue el mejor librado de la tarde, ante Surrealismo Geométrico quinto de la tarde y segundo de su lote, consiguió alegrar un poco a su gente, mostrándose muy por encima de su oponente puesto que desde que saltó a la arena el toro apenas si asistió a los capotes y lo mismo en la vara.
Saldívar comenzó por alto y cuando quiso bajarle un poco la mano y al suelo. Luego con tandas por derecha consiguió que pasara por su muleta despertando a la afición del letargo que ya había vivido para ese entonces. Por izquierda obligándole a pasar por su tela hasta lograr algunos pases en redondo haciéndolo lucir más de lo que realmente tenía.
El toro huyó a tablas y Saldívar materialmente le robó pases en redondo y forzados de pecho, mostrando un toreo serio, a últimas fechas el torero tiene la cabeza está donde tiene que estar, como debe ser.
La mano se le fue muy atrás en la suerte suprema, dejó una estocada muy trasera y caída y lo que todos pensamos sería premiado solo con una oreja, y eso por petición de la gente, resultó que a César Pastor, juez de plaza le dio dos premios exagerados. Siempre tomando decisiones completamente en contra de la torería que simboliza la historia de esta plaza
Hubo palmas incomprensibles para el toro… ¡vaya!, ¡ahora resulta que se aplaude a la mansedumbre!
Al término de la vuelta al ruedo de Saldivar, se anunció por el sonido local que el picador Francisco Curro Campos de despedía de los ruedos, dio una emotiva vuelta al ruedo entre el reconocimiento de la afición, acompañado de sus compañeros y familiares.
Sanchez de Icaza se llamó el primero del lote de Arturo Saldivar que estuvo muy decoroso ante la debilidad y mansedumbre del astado. Lo recibió con larga cambiada de rodillas y adornándose al soltar la punta del capote. En vara poquitito el castigo, de tristeza.
En el tercio final el animal rascaba la arena, era tardo y el torero tuvo que hacerlo todo, al inicio los cambiados por la espalda, pero duró poco, se aunó el viento y la situación no se veía positiva.
El torero le bajaba la mano y a echarse a la arena, por izquierda Saldivar consiguió un solo detalles toreros, le pisó los terrenos peligrosos, aguantando en la cara del astado que ya le avisaba que lo echaría por los aires y así sucedió afortunadamente solo fue la voltereta sin consecuencias que lamentar.
Regresó a la cara y se quedó en su jurisdicción hasta hacerse dueño de la escena, logró algunos en redondo y estuvo en digno. Mató de varios pinchazos y tres cuartos de acero caído para retirarse en silencio.
Fermín Espinosa Armillita IV venía con intenciones de hacer las cosas finas, serenas y elegantes, pero se encontró con dos toros que desafían el amor al arte, que insultan el deseo de la afición y de los propios toreros por tan poca fuerza y embestidas de desesperante mansedumbre.
Al primero de su lote de nombre Cinco décadas justo de presencia, lo recibió con verónicas lentas y media muy torera, en varas apenas la simulación. De muleta una lucha constante con la debilidad, la sosería y el viento, el torero consiguió algunos por alto, pero en cuanto quería bajarle la muleta la desesperante falta de fuerza, ante eso nadie, Armillita en digno, pero no tenía nada enfrente. Mató de pinchazo y estocada para escuchar palmas.
Conmemorativo llevó por nombre el sexto del festejo uno de mejor presencia, nula vara, debilote y mansote de categoría, el torero quiso pasarlo por alto, siempre dispuesto y con pundonor, pero no había por donde salir del laberinto presentado. Terminó toreando por la cara, mató de entera caída y delantera, la gente reconoció su esfuerzo y lo sacó al tercio, para el astado los pitos en el arrastre.
El que se despedía de esta afición fue Fernando Robleño, torero español que apenas sumaba tres paseíllos en esta tierra. Fomo, se llamó el primero de la tarde que salió doblando las extremidades delanteras, tanto que antes de ser picado fue regresado a los corrales porque se lesionó una pata delantera, fue imposible seguir y se anunció que sería devuelto a los corrales, pero al no poder ni andar fue apuntillado en el ruedo.
Fue sustituido por Girasol Eterno, que salió suelto y también mostró debilidad, apenas si empujó en el peto. Robleño comenzó por bajo, serio y remates por alto que hacían esperanzar a la afición, pero el gusto duró poco porque las condiciones no fueron las óptimas, levantaba la cara, poca fuerza, soso.
El torero tuvo detalles por bajo sin mucha trascendencia, en general una labor deslucida que terminó en silencio luego de dejar tres cuartos de espada trasera y caída.
Tío Grande llevó por nombre el cuarto de la tarde, otro toro justo de presencia, manso y débil que de inmediato dobló las extremidades. Brevísimo puyazo, solo la triste pantomima.
De muleta por alto luego tandas por derecha interrumpidas por la sosería. Por naturales algunos intentos más, pero nada sobresaliente, sonaron las golondrinas en despedida y hasta la pelea de gallos, pero en el ruedo no pasaba mucho, terminó toreando por la cara, mal y de malas con la espada para retirarse en el silencio.
Robleño en pos del triunfo regaló un séptimo de la ganadería de Peñalba, al que recibió con larga afarolada de rodillas. La gente comenzó a protestar porque arrastraba las patas traseras, pedían fuera devuelto, pero en toros de regalo no es posible la sustitución así que la función tuvo que seguir y la gente lo pitó.
Robleño procedió con su labor y poco a poco el astado tuvo más movilidad, le dejó pasarlo por derecha en tandas aguerridas, probó el izquierdo donde tuvo detalles de arte, toda la escena en la querencia natural ante un astado que ya buscaba las tablas.
El español voluntarioso sin conectar del todo con la afición que para esas alturas ya estaba con el deseo gastado y cansado. Fallas con la espada para irse en palmas de reconocimiento.
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