Opinion

En la Opinión de Pepe Mata… El Taquito una tradición centenaria ante el reto de escribir su nueva historia

En la Opinión de Pepe Mata

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Sólo triunfa en el mundo quien se levanta y busca a las circunstancias y las crea si no las encuentra”: George Bernard Shaw

Corría la década de los años sesenta -bueno… así comienzan los relatos los grandes escritores- cuando quien escribe esto no podía ser aceptado en ninguna escuela oficial. Sí, lamentablemente, a mis 4 años y medio, ninguna escuela del Gobierno -exigían 6 años mínimo- quiso aceptarme, a pesar de que ya sabía leer.

Mis amados padres preocupados para no quedarme sin escuela hallaron al Instituto Latino Americano, escuela con reconocimiento oficial, de las que entonces se les llamaba de “paga”… sí se pagaba una colegiatura. Una escuela sumamente estricta, muy apegada a la religión, en donde además de las clases habituales, nos daban inglés y oficios, así que entraba a las 7:30 y salía a las 14:00 horas.

Muy acertada solución.

Ahí sí me aceptaron y de esa forma comenzó mi aventura escolar que acabaría 16 años después cuando me titulé allá en Ciudad Universitaria, en la Facultad de Contaduría y Administración.

Cuento esta introducción porque mi inolvidable escuela primaria estaba situada en la calle del Apartado número 30, a unos tres minutos caminando de un restaurante muy famoso, al que todos se acercaban con la curiosidad de ver quien o quienes de la gente importante del momento le visitaban.

Y, ¿cómo se llamaba ese famosísimo restaurante?

¡Sí! ¡El Taquito!

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El Taquito

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Se comentaba en esa época, que llegaban muchos visitantes distinguidos, como un presidente que fue muy querido en México, Adolfo López Mateos, la bella Marilyn Monroe, la también hermosa María Félix, así como los reconocidos Pedro Infante, Lola Beltrán, Jorge Negrete, Cantinflas, Silvia Pinal, Chavela Vargas, Jacobo Zabludovsky, en fin.

Y, sí, efectivamente, me tocó ver a varios llegar, porque mis estudios en mi primaria, como ya les dije, acaban después de las 2 de la tarde.

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Adolfo López Mateos, Presidente de México de 1958 a 1964, que fue muy querido por la ciudadanía, iba a El Taquito

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Quien de todos me impresionó más, porque lo veía los domingos en la televisión transmitir las corridas de toros, fue el Maestro Pepe Alameda, quien varios años después fuera mi amigo y maestro. Dueño, no sólo de una gran personalidad, sino de un léxico exquisito por el dominio del lenguaje, una inteligencia privilegiada y un hombre pleno de bonhomía.

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Pepe Alameda dueño de un exquisito lenguaje, gran sabiduría y don de gente, acudía a El Taquito

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Todo esto a esa edad tan corta, me impresionaba mucho de El Taquito y creaba como todos los niños en mi imaginación, muchas historias conviviendo con esos personajes tan importantes… la imaginación de un niño es poderosa que conduciéndola en la evolución hacia convertirse en hombre, puede llevar a concretar el éxito.

Por las mañanas antes de llegar a la escuela y pasar frente a El Taquito, salía un hombre gentil quien vigilaba que las cosas estuvieran ad-hoc, y todos los que vivían a un lado del restaurante decían,”mira ahí está don Rafa (Guillén) el dueño de El Taquito, sólo así se puede tener un negocio de primera si siempre se está vigilando que todo esté muy bien”.

En verdad que El Taquito era un símbolo de la Ciudad de México, y quien no le conociera le faltaba una parte de nuestra nuestra maravillosa ciudad por acudir.

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Don Rafa Guillén, le acompaña Zabludovsky y sus hijos Rafael y Marcos

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Ante esta curiosidad,  mi padre que en gloria esté, y por supuesto, mi insistencia, nos llevó a mi madre y a mis hermanas a comer ahí. Más que la comida, que resultó exquisita, el viaje imaginario con toda la historia que convivía con los comensales en El Taquito, convertían a la visita en una experiencia inenarrable y más para mis apenas 10 años de edad, cuando ya estaba a punto de acabar la primaria.

Como mi preparatoria la hice en San Ildefonso, teniendo como maestros a los sabios exiliados españoles y a la intelectualidad mexicana. Porque en  esa preparatoria… la número uno, gustaban de dar clases esos genios, a lo mejor algo tenía que ver la historia de esos edificios del Siglo XVIII. Cotidianamente se escuchaba decir a los maestros: “… vamos a El Taquito ahí se se esta muy bien y se come mejor, si hasta la Marilyn (Monroe) va a El Taquito“; y pues se iban a El Taquito.

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Marilyn Monroe también estuvo en El Taquito

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Lamentablemente, la degradación del Centro Histórico de la capital de todos los mexicanos ha sufrido, sobretodo, en los últimos 7 años un olvido garrafal, se han multiplicado los cobros de piso a todo mundo y la gente huye de aquella parte de un México que fue tan mágico como soberbio. De aquel pedazo del México esplendoroso que pareciera que se ha convertido en una cueva de lobos, pero no esteparios; y entonces, resultaba necesario cambiar y reubicar a El Taquito.

Y en todo esto sin que hubiera coincidencias ni que estuviera planeado…

… cosas de la vida:

No hará ni mucho tiempo que las maravillosas Madres Franciscanas que conducen al Sanatorio San Francisco -ubicado en la calle de Sagredo 7 en la San José Insurgentes-, me contrataron para apoyarles en la parte administrativa y de publicidad. Así, un buen día comencé a caminar por la calle de Sagredo rumbo a Barranca del Muerto y los pasos me llevaron en 5 minutos a El Taquito (Miguel Noreña No. 25, en la San José Insurgentes), no podía creerlo, de inmediato me hizo recordar mis años maravillosos de mi niñez.

Y, ahí estaba feliz, Marquitos Guillén, gran amigo, siempre con la felicidad a flor de piel, la gentileza y generosidad como carta de presentación y me dijo con gran gusto que “… ahora esta será la nueva casa de El Taquito“.

Un auténtico símbolo de la Ciudad de México que ha sido y tendrá que continuar siendo El Taquito.

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Así luce la nueva casa de El Taquito en Miguel Noreña No. 25, Colonia San José Insurgentes. Alcaldía Benito Juárez, Ciudad de México

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Sí, porque El Taquito con el renuevo generacional tiene un gran reto, que será mantener esa magia en medio de una ciudad que pareciera está perdiendo su identidad y el encuentro con la modernidad para consolidar su presencia con oxígeno renovador

Está bien vivir del recuerdo, de un recuerdo luminoso, como ahora lo hago; sin embargo, se hace necesario que el presente y el futuro inmediato comiencen a consolidar a las nuevas historias tan mágicas como maravillosas; y seguir siendo El Taquito, un restaurante representativo de la gran historia de la Ciudad de México.

¡Nos vemos en El Taquito!

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