Opinion

El comentario de Antonio Lorca… La montera olímpica ya está en Las Ventas

El comentario de Antonio Lorca

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  • La gala de los carteles de San Isidro, un inicial espectáculo innovador y el paradigma de una nueva tauromaquia, edulcorada y amable

Jóvenes vestidos de luces recorren a paso ligero las calles de Madrid en una carrera de relevos en la que el testigo es una montera a modo de llama olímpica que se dirige hacia el gran estadio de la plaza de Las Ventas.

Es ya noche cerrada cuando llega a la explanada de la Puerta Grande, donde espera el último relevista, el novillero Marco Pérez, de blanco y plata. Por arte de magia, el torero aparece en el ruedo vestido de calle y se dirige hacia el centro del anillo, reconvertido para la ocasión en un salón de actos bajo los cristales de una carpa que impiden la visión de los tendidos y un suelo artificial que no permite el contacto con la arena.

Despacio, parsimonioso y solemne, Marco, montera en mano, sube al escenario, saluda a los presentes con un brindis imaginario y deposita la montera en un monolito. En ese momento se enciende un singular pebetero, diez fogonazos iluminan la noche y en la gran pantalla aparece el lema Madrid por montera.

Se asoma entonces la banda de música de la plaza y hace el paseíllo a los sones del chotis Madrid, al tiempo que seis parejas de chulapas y chulapos lo bailan en el escenario. Acaba la música castiza y cuatro chavales, dos guitarras, batería y vocalista, el grupo La Fama, estrenan una canción que copia el nombre de la conocida creación de Agustín Lara, y el recinto torero queda envuelto en ruidosos sones de modernidad.

Así comenzó la gala en la que se presentaron los carteles de la próxima Feria de San Isidro, celebrada el pasado jueves, día 6, en el mismo ruedo de Las Ventas. Un soplo de nuevos aires, la puesta en escena de ideas innovadoras, la prueba de que es posible hacer algo distinto para sorprender sin perder la esencia.

Pero la alegría duró poco. De pronto, alguien hizo desaparecer la montera y la magia se esfumó.

El alcalde de Madrid dio la bienvenida con un mensaje de apoyo a los toros (“frente al sectarismo de quienes ignoran o desprecian esta fiesta está la libertad”, dijo) y los presentadores anunciaron a continuación los premios que cada año organiza la empresa Plaza 1. La gala entró, entonces, en otra dimensión, menos brillante y de escaso fundamento. Pero como los conceden los empresarios de la plaza, allá ellos con sus compromisos y gustos:

-Premio Embajador de la Tauromaquia, al periodista Roberto Gómez.

-Premio El Mundo de Tauromaquia, al director de cine Albert Serra, por su película Tardes de soledad. (Este galardón lo concedía el citado periódico y no Plaza 1).

-Premio Juventud y Toros, al Grupo Joven de la Unión de Criadores de Toros de Lidia.

-Premio Ganadería de la temporada 2024, a la de Santiago Domecq (curiosamente, este hierro no figura en los carteles de este año).

-Premio Mujer y Tauromaquia, para la novillera Olga Casado (parece un poco pronto para premiar a una torera a la que solo se le ha visto en el festival celebrado en Vistalegre, el pasado 1 de diciembre).

-Premio al triunfador del año pasado en Madrid, Roca Rey. (¿Pero no había sido Borja Jiménez el diestro más sobresaliente de 2024 en Las Ventas?). Por si fuera poco, Roca no estuvo presente, y la razón es que, según comentaron los presentadores, había perdido el avión en México, lo que tampoco es extraño, dada la habitual impuntualidad de este torero en sus comparecencias en las plazas.

Y llegó el momento trascendental de la noche: el descubrimiento del cartel de San Isidro, cuya protagonista era Victoria Federica de Marichalar. El presentador, Ramón García, consciente de lo que iba a suceder, intentó poner paños calientes: “A veces, el mundo del toro es un poco ortodoxo y no le gustan los cambios”, comenzó, “pero creo que se ha conseguido mantener la liturgia de siempre y, al mismo tiempo, dar entrada a la gente joven, que falta nos hace”.

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Junto al conocido Ramontxu, ocuparon el escenario Victoria Federica, su antecesora, Cayetana Rivera, y la presentadora Berenice Lobatón. En la pantalla, el making off del cartel, y el resultado final de una idea original del departamento de Comunicación de Plaza 1, un collage con fotos de Valero Rioja y el diseño final de Jesús Alejandro Muñoz.

Bonito sí es, estético, atractivo, sugestivo… fruto del trabajo de un equipo muy profesional. Lo que no está claro es que sea el adecuado para anunciar la feria taurina de referencia en el mundo; pero esa no es la responsabilidad de Comunicación, sino de los que mandan en la empresa, con el beneplácito, eso sí, de la Comunidad de Madrid.

Rafael García Garrido, uno de los empresarios, lo recalcó en su intervención posterior: “Podemos decir con orgullo que hemos alcanzado el relevo generacional; Plaza 1 ha sabido acercarse a los jóvenes, hablarles en su mismo idioma y diseñar productos a su altura”.

¿Se referiría, tal vez, al cartel presentado, en el que, por cierto, no aparecen ni un toro ni un torero, o al bar de copas que se monta durante San Isidro?

Justo en ese momento, con la imagen torera de Victoria en la pantalla y el aplauso cerrado de todos los presentes -más de 500 invitados entre toreros, ganaderos, taurinos, medios de comunicación, políticos del Gobierno de la Comunidad y Ayuntamientos del Partido Popular, rostros populares y trabajadores de Plaza 1 y Nautalia (la empresa de García Garrido)-, parecía quedar entronizada una nueva tauromaquia, más festiva, light, superficial, alejada de la integridad y la pureza, magnánima, indulgente y descafeinada; la tauromaquia moderna y aceptada por la mayoría desde hace unos años por imposición de las figuras, con la colaboración necesaria de ganaderos y empresarios, y a causa de la desaparición paulatina de los aficionados de verdad.

Y la presidenta de la Comunidad de Madrid lo corroboró en su intervención final. Ni ella en la gala, ni su consejero de Medio Ambiente, Agricultura e Interior, Carlos Novillo, el día que el Centro de Asuntos Taurinos aprobó los carteles, hicieron la más mínima crítica a la feria isidril o a la gestión de Plaza 1. Por el contrario, Isabel Díaz Ayuso felicitó públicamente a los dos empresarios y a todo el equipo de la empresa “porque, año a año, se superan, y mira que es difícil”, enfatizó, “pues siempre van a más, siempre nos sorprenden, y siempre fusionan con tanto estilo tradición y vanguardia”.

Pues, muy bien. Esta es la tauromaquia del siglo XXI, para bien y para mal. Los tiempos cambian y, en los de ahora, taurinos y políticos enaltecen una tauromaquia desvaída.

La montera olímpica ya está en Las Ventas, como símbolo de que la temporada madrileña está al caer. El pebetero, encendido para las olimpiadas del toreo. Una imagen sorprendente e innovadora en una época de vacas flacas en la que el toro y el toreo ceden su protagonismo a un público divertido e inculto. Ojalá que los tiempos sigan cambiando… para mejor.

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  • Antonio Lorca, prestigioso crítico taurino del influyente diario español El País 

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