Crónicas

En la Monumental México… La interesante faena de Juan Pablo a un manso

Crónica de José Mata

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Monumental Plaza de Toros México. Domingo 01 de Diciembre 2024. Cerca de un cuarto de entrada. Tres de Montecristo -1º, 2º y 3º; cuatro de Pozo Hondo -3º bis sustituto del inválido de la ganadería titular. En su conjunto han resultado mansos, deslucidos. No pelearon en las cabalgaduras. El primero Sevillano que sirvió para la confirmación de la alternativa de Ortega, ha sido muy justo de presencia; el 5º anovillado y estentóreamente protestado. Nuevamente el juez Enrique Braun -como es lo habitual- ha sido el responsable de haber aprobado a estos impresentables astados y de sus cuernillos, nadie pondría las manos al fuego; al menos que haya enloquecido.

Juan Pablo Sánchez: Silencio y oreja.

Diego Silveti: Pitos y pitos.

Juan Ortega -quien confirmó la alternativa-: Vuelta tras petición y silencio.

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Un fracasado es un hombre que ha cometido un error, pero que no es capaz de convertirlo en experiencia”: Elbert Hubbard

  • Advertencia: Siempre es oportuno advertirles tanto a ganaderos como a toreros, empresarios y ahora a los políticos, que esta crónica no es apta para ellos, porque aquí no aparecerán ni los falsos elogios ni las inútiles justificaciones para acomodar todo en una artificiosa ficción y así dañar a la verdad. Para ello, existe la prensa corrupta, que vive de enaltecer el engaño, inundando de mentiras, adulaciones e intentando convencer a la buena fe de los lectores de lo que no ocurrió. Bajo advertencia… no hay engaño.

Es una auténtica pena que los ganaderos, quienes deben ser los hacedores del elemento fundamental de la tauromaquia… el toro bravo encastado e íntegro, se engañen a sí mismos y además pretendan equivocar al público haciéndole creer que esos animalillos que mandan, mansos, descastados, mal presentados, sean la viva reminiscencia de la grandeza del toro auténtico.

No se entiende…

Por supuesto que sí hay público taurino y, mucho, lo que ocurre es que a nadie le gusta que le den gato por liebre.

El público llegó al hartazgo cuando el ogro de Insurgentes con sus fechorías, casi destrozó a la Fiesta al imponer los pequeñajos bobalicones con estentórea sospecha de manipulación en las astas y un océano casi interminable de animalitos de regalo, para que juguetearan a gusto los figurines, quienes también dañaron a la Fiesta en España y Sudamérica.

Esto provocó que el público se alejara del coso de Insurgentes, sin embargo, me queda claro que puede regresar, siempre y cuando se le cumpla con la promesa que en cada festejo se le reitera: una corrida de toros.

Este domingo mejoró la entrada, eso estuvo bien. Aunque puede ir a más, siempre y cuando más allá de prometer al toro bravo encastado e íntegro y cumplirlo, se usen las estrategias mercadológicas como lo hacen habitualmente desde hace más de 7 lustros todas los diferentes empresarios del mundo.

Juan Ortega es un buen torero Español, nacido en Sevilla el 8 de octubre de 1990, ha tenido una carrera entre altibajos, a pesar de que es un muy interesante exponente de la tauromaquia.

Ha sido hasta que le apoderó, José María Garzón, cuando ha destacado más.

El reciente 3 de octubre presentó su campaña mexicana en conferencia de prensa en España. Ahí se aventuró a afirmar que en México “… ya le estaban esperando los aficionados”.

Y, lamentablemente para él, desde que llegó al Aeropuerto de la Ciudad de México se percató que… no era así.

¿Qué es lo que le faltó?

Haberse adelantado a sus intenciones con una sólida campaña publicitaria, bien dirigida, creíble y agresiva, para que justamente en el momento de llegar a México fuera conocido como él afirmó.

Lo que más le preocupaba era su presentación y consecuente confirmación de alternativa en la Monumental Plaza de Toros México. Por lo que se auxilió, Juan, según se dijo, de un medio casi sin credibilidad –o sin credibilidad– para responsabilizar sólo a la empresa de la Monumental México de la poca asistencia, curándose en salud antes de que se detectara la enfermedad.

Si bien es cierto que le ha faltado una sólida estrategia mercadológica al coso de Insurgentes, también es una indiscutible verdad que a los toreros se les ha olvidado que son un producto mercadológico que requieren urgentemente de estrategias de publicidad para difundir su imagen en todos los medios como le hacen los demás actores, cantantes, etcétera y así… consolidarse.

Las redes sociales y el whatsapp no impactan lo suficiente porque la publicidad tiene que ser agresiva, creíble y posicionar al producto en el gusto del mercado al cual va dirigido; en las redes sociales todos buscan tener la razón y no existe un líder de opinión hasta que aparece un medio de comunicación al que todos le creen.

Así las cosas…

Y si bien hubo un poco más de gente no ha sido la suficiente para decir que el nombre de Juan Ortega mueve masas en México.

Esto significa que sin estrategias mercadológicas sin cumplir la máxima del toro auténtico para el torero de verdad… no se puede conseguir convocar a toda esa maravillosa gente que llene los tendidos, porque sí existe.

En este festejo, Juan, estuvo simplemente correcto en su primero… sin más. Toreando despegadillo a un animalillo que iba con la obediencia borreguna de un lirio desmayado. Algunos detalles, pero los detalles nunca harán una obra de arte, quien diga lo contrario miente, porque los grandes representantes de la bellas artes no tendrían razón de ser.

Estuvo mal con el acero y la gente le dejó que diera una vuelta de la que al final nadie se acordará. En su segundo -sexto del festejo- no había nada que hacer, debió haberlo lidiado lo que él sabe bien y hasta ahí. Lo intentó pero prosiguió en algo que no le llevó a nada.

Juan Pablo Sánchez, otro buen torero mexicano que tuvo la fortuna de hacerse en España; no obstante, tampoco ha ido a más a pesar de que posee sólidos argumentos, y todo por la falta de estrategias mercadológicas en un mundo en donde manda justamente la mercadotecnia.

En su primero hizo lo correcto con un manso, descastado e inválido, del que según se dijo tenía neumonía. Bueno, todo hace ver que el laboratorio veterinario emitió los exámenes clínicos a velocidad de vértigo -pareció los hicieron antes de que el toro llegara devuelto a los corrales-. Así el ganadero quedó exonerado.

Su segundo fue un manso, deslucido, reticente, al que tuvo el talento, Juan Pablo, de obligarle con serena inteligencia, llevándole si bien con mando, también con una lentitud pasmosa para evitar que pronto huyera o claudicara. Series con la derecha impecables y por naturales impactantes. Una entera y le concedieron la oreja.

El arte es naturalidad… las falsas poses no tienen razón de ser.

Y, Diego Silveti, no fue su tarde, ya habrá otra alguna vez en el horizonte próximo.

Ojalá y quede claro que con la mercadotecnia y cumpliendo la verdad de lo que se promete, la tauromaquia puede ir a más a mucho más.

¡Dígase la verdad… Aunque sea motivo de escándalo!

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