Crónicas

En Aguascalientes… El titilar de las luces

Crónica de Ana Delgado

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Aguascalientes. Sábado 2 de Noviembre 2024. Corrida de Calaveras, Plaza de toros Monumental de Aguascalientes poco más de un cuarto de aforo. Se lidiaron astados de Santa Fe del Campo desiguales en presentación. Primero bien presentado, manejable, palmas en el arrastre. Segundo bien presentado, bueno, pero se acabó pronto. Tercero bien presentado, bueno. Cuarto anovillado, regresado a los corrales, Cuarto bis justo de presencia de mal juego, pitos en el arrastre. Quinto buena presencia, pero escaso de embestidas también silbidos a sus restos. Sexto justo de presencia, bueno al que le dieron arrastre lento

David Galván: Al tercio y leves palmas

Fermín Espinosa Armillita IV: Al tercio y palmas

Diego Sánchez: Oreja con protestas y dos orejas.

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Cada año nuestros fieles difuntos vienen del más allá, convocados por el deseo de los vivos de tenerles cerca otra vez. Según esta bella tradición mexicana en este día se invita a los muertos a volver a casa a través de un altar, entre flores y papel picado, entre el fuego de las velas y la sal, los muertos conviven con los vivos en un ritual ancestral.

¿Y si de verdad esas almas pudieran regresar?

Me gusta creer que quienes amaron en vida a la fiesta brava estuvieron sentados hoy en la Monumental, junto a nosotros, almas viejas que quisieron retornar y vibrar con la emoción de un olé.

¿Qué sentirían?

¿Qué se llevarían de esta corrida de calaveras?

En primera instancia una tristeza al ver el despoblado en el tendido, luego la seriedad de un español de apellido Galván con un dominio en su muleta, para seguir un trazo de fineza en las muñecas de un Armillita y el arrebato de un joven Sánchez y por último un encierro desigual tanto en presentación como en comportamiento.

Y es que ésta tarde fue interesante, para vivos y muertos puesto que se sintieron emociones que fueron desde un olé profundo hasta una rechifla, desde a un silencio conocedor hasta los pitos en el arrastre.  Los llegados del inframundo seguramente se van con ese sabor de haber vivido una tarde que fue como el titilar de las luces de su altar, unas veces fulgurante, luminosa y otras opaca y a punto de extinguirse.

Diego Sánchez regresaba a esta plaza luego de ser uno de los triunfadores del pasado serial sanmaqueño, esta vez vimos a un torero aguerrido, esforzado sí, pero con ese deseo desbordante que en ocasiones le hizo nublar las ideas, sobre todo en el primero de su lote, tercero de la tarde de nombre Parlanchino un astado bien presentado que fue atento a los capotes desde su salida, metía bien los pitones por ambos lados en las verónicas y revolera.

Luego en varas el toro de San fe del Campo provocó un tumbo, empujando fuerte. Sánchez aprovechó que se arrancaba de largo para quitar por tafalleras y media verónica para hacer sonar los olés en los tendidos. En el segundo tercio el astado puso en complicaciones a los subalternos que pasaron las de Caín para colocar los palos.

En el centro del ruedo y por alto el joven torero lo probó por la derecha, la embestida era clara, pero a la muleta le falto el acoplamiento y el temple, luego por bajo consiguió algunos buenos pasajes, pero continuaba el desaseo en los trazos. Sánchez intentó por naturales aguantando que el astado se le colara por ese lado, prosiguió por el mismo, pero sin el temple deseado por ende sin la conexión total al tendido.

Al final ya el astado más parado, las luquesinas y la estocada entera y caída. Hubo leve petición, pero como es sabido por propios y extraños, de hecho, hasta el mundo de los no vivos ya se sabe que las orejas se otorgan con ligereza en esta plaza.

En el sexto de la tarde Diego Sánchez fue un ir y venir de emociones, unas veces la luz, otras la opacidad, a unos convenció, otros se quedaron con ese sabor de querer más.  Antequerano fue un astado de justa presencia al que Sánchez recibió con largas afaroladas de rodillas, en varas empujó fuerte. Atento se arrancaba de largo para que el torero se lo pasara por tafalleras, chicuelinas y revolera.

Llegado el tercio final Sánchez se puso de rodillas, cosa que a muchos no gustó y se lo hicieron saber con sus chiflidos, ahí de hinojos se lo pasó por derecha, el cambio de muleta por delante y el remate de pecho acelerando corazones. Antequerano era fijo, pronto, metía bien la cara por derecha y Sánchez trazaba tandas, cambios, desdenes y remates por alto con buenas maneras, pero sin temple.

Por naturales el astado tendía a irse, pero Sánchez lo sostuvo en su muleta, esta vez con más gusto, por bajo y remate con el desdén muy torero. Siguió por ese lado un tanto acelerado y pasando apuros pues el astado le prendió por la entrepierna provocando un volteretón de miedo, regresó a la cara del astado entre el arrebato y el deseo para terminar con pases largos por derecha ante la algarabía de su gente. Mató de estocada entera y trasera para que se le otorgaran dos orejas. Para el astado un aplaudido arrastre lento.

Quien dejó las velas encendidas fue Fermín Espinosa Armillita IV con un toreo de finura y elegancia, se enfrentó a Tabernero, segundo de la tarde, un astado bien presentado que tardó en meterse en los capotes, Armillita IV lo bregó con sabor para llevarlo a los medios.

Luego en el piquero el astado recargó en el peto. Ya con la muleta en la diestra se lo pasó varias veces por alto, después un muletazo por bajo para arrancar el olé profundo de la afición y dejarlo ahí, sin más adorno puesto que no lo necesitaba, en escena por demás torera.

Zapatillas firmes en la arena, tanda seria por derecha, la otra mano relajada, el remate con el pase de pecho y el ánimo iba creciendo. El astado tenía potencial, una tanda más por ese lado con finura y se le quedaba corto, pero le dio su espacio, su tiempo, con tiento, tono y temple hasta sacarle otra tanda por derecha y rematar por alto haciendo vibrar a las visitas del más allá, haciéndoles recordar aires añejos.

Sin quitarle la muleta de la cara prosiguió con pases ligados, uno tras otro en momento fugaz pero eterno, quizá al final pecando un poco al tomarse de los cuartos traseros del astado. Otra vez puso tierra de por medio para darle su espacio, como todo en la vida, parar para poder seguir.

Ya el astado tardaba en embestir, terminó por bajo, toreando por la cara y cuando ya estaba todo hecho las ilusiones pasaron a mejor vida, ya que sus muchas fallas con el acero le impidieron un triunfo serio y verdadero. Al final la gente lo invitó calurosamente a saludar en el tercio, deseosos de volver a verle así.

Armillita IV estuvo en plan empeñoso con Princesito, el quinto de la tarde de bonita presencia, pero escaso de fuerza y embestidas, por más intentos no hubo manera de conseguir un triunfo. Fallas con la espada y las palmas del tendido.

El español David Galván hizo su presentación en esta tierra ante Barranqueño, primero de la tarde, un bien presentado astado que salió de toriles sin atender a los capotes, saliendo suelto por ambos lados, algunos lances de tanteo y el remate torero por parte del ibérico.

Breve puyazo en el que le taparon la cara y las rechiflas no se hicieron esperar, tardo en banderillas y lo mismo en la muleta, Galván consiguió pasarlo por derecha y rematarlo por bajo en una finura de trazos, luego una más por ese lado a media altura, dándole extensión al muletazo, dejándole la tela en la cara y tirando de él, mostrando su toreo serio, sereno y con mando.

Por naturales terminó asistiendo porque el torero lo supo meter en la muleta, leves toques y por abajo en tanda de calor al tendido, todo en el centro de redondel una más por el izquierdo para terminar rematando con el pase de pecho. Regresó a la diestra, pero el astado ya rascaba la arena, huyendo a tablas, el torero por doblones y hasta el final aprovecho las embestidas plantado y firme, aprovechando el viaje para terminar en redondo.

Tardó en acomodarse para matar, la gente lo esperó entre un silencio de respeto y conocimiento, dejó estocada entera en buen sitio, pero de efectos tardíos y hubo que utilizar la espada corta. Todo quedo en una merecida salida al tercio.

El cuarto de la tarde Zorrito de nombre para David Galván fue un impresentable astado anovillado, las muchas protestas no se hicieron esperar, fuertes reclamos al palco de la autoridad que esa vez ¡Aleluya! El juez sí escuchó, quizá presionado por las ánimas que cuidaban no se les apagara la luz de su afición, le hablaron recio al oído y decidió regresarlo a los corrales.

Salió en su lugar Soñador otro astado de pocas carnes, cortito pero fino de hechuras. Puyazo muy trasero y otra vez tapándole la salida, la afición que estuvo al pendiente de ese tipo de detalles también lo protestó. Con la muleta Galván lo sacó de tablas a tercios, por izquierda a media altura solo algunos muletazos sin lograr conectar, el astado se colaba feo por ese lado y también por el derecho siempre pendiente de su cuerpo, terminó punteando la muleta y no había mucho que hacer, Galván mató de tres cuartos de acero para irse entre leves palmas.

Así terminó el día de muertos, las velas de los altares de un soplo se apagaron, las almas regresaron al inframundo cargados de emociones diversas, esperando que el portal que divide la vida y la muerte vuelva a abrirse, mientras los vivos nos quedamos a seguir honrando su memoria, viviendo.

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