En Aguascalientes… El traje invisible
Aguascalientes. Sábado 20 de abril 2024. Cuarto festejo de la Feria de San Marcos 2024, Corrida de la Prensa. Plaza de toros Monumental poco más de media entrada. Se lidiaron astados de De la Mora, muy escasos de presencia, débiles, sosos y algunos se tornaron peligrosos. A la gran mayoría los pitaron en el arrastre.
José Mauricio: Palmas y oreja
Daniel Luque: Al tercio y silencio
Joselito Adame: Palmas, oreja y silencio en el de regalo
Detalles:
José Mauricio recibió una cornada limpia en la zona escrotal, fue trasladado al hospital para ser operado.
Su cuadrilla recibió ya oreja ya que el torero tras matar al astado se retiró a la enfermería.
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Se supondría que ésta sería una tarde con historia, en la que correría la tinta, una tarde que la prensa narraría glorias, puesto que era en su honor, pero no. Para que un triunfo pueda contarse lo primero y más importante es el toro y esta tarde no lo hubo. Y es que no contaremos historias inexistentes, no comprometeremos la pluma por la mentira, simplemente y como en el cuento de Hans Christian Andersen:
“… no le diremos al emperador que su traje es hermoso, no le diremos que es una maravilla y que está confeccionado con telas finas, porque, aunque le hayan vendido bien la idea, la realidad es que no existe, le engañaron, su nuevo traje es invisible“.
Con toros chicos, descastados y mansos no se pugna por una fiesta futura, si es que se desea confeccionar un traje perfecto, ese no es el camino correcto.
He sido dura con José Adame, muchas veces, pero el honor es a quien lo merece y esta tarde al menos con su primero José estuvo serio, sereno, de trazos limpios y detalles finos. Se enfrentó a Lluvia de estrellas, un toro justo de presencia al que saludó con lances a la verónica y remates soltando la punta del capote.
En varas apenas cumplió el de De la Mora, que en todo momento fue distraído y rasco la arena, Joselito lo quitó por chicuelinas a manos bajas y recorte con revolera.
Con la tela roja se lo llevó a los medios, el astado reculaba y el torero le cuadró la muleta y lo hizo pasar por ella, una, dos, tres veces el cambio de muleta y el desdén torero, prosiguió por ese lado con pases suaves, cambiándole los terrenos y sacándolo de las tablas donde tendía a irse, en los medios José consiguió algunos en redondo bajándole la mano, al final desplantes toreros sin abusar.
Ese es el José que queremos ver, sin dejarse seducir por los placeres del pópulo, ese merece el sí, la aprobación y el aplauso. Mató de pinchazo arriba entera caída para irse entre sonoras palmas.
El segundo de José Adame se llamó Reburujo, y vaya que lo fue, un animal muy minúsculo, indigno de lidiarse en una plaza de primera, en una feria de primera, aunque se insista no alabaremos al traje invisible, porque no lo hay, a este Adame lo recibió con lances a la verónica y remate con media, poca vara recibió el astado. Joselito quitó por chicuelinas antiguas y remate con manguerazo de Villalta.
De muleta inició por alto pegado a tablas, pero apenas la mínima exigencia y el animal cayendo a la arena. Con toques suaves Adame lo llevó a los medios, serio en tandas por alto, pero el astado se le colaba feo, el torero vio que este no tendría cuentos por contar y decidió levantar el dedo índice para anunciar un regalo. Se deshizo pronto de él con tres cuartos de espadazo trasero. El juez de plaza siempre en la comparsa complaciente le otorgó un premio sin trascendencia, para el toro los pitos en reproche durante el arrastre.
Se anunció el séptimo de regalo, también de la ganadería titular, cosa que de inmediato la afición reprobó con su silbatina. Por toriles saltó Fotógrafo otro anovillado que quería ofrecernos su invisibilidad como color vibrante. Adame le saludó con el envés del capote, el astado en ningún momento presentó condiciones de triunfo, echando las patas delanteras hacia arriba desde los primeros contactos con el capote, tirando arreones.
En varas misma condición empujando cabeza arriba. Con doblones José lo sacó de los tercios, los pitones un remolino, el torero logró bajarle la mano consiguiendo tanda por derecha seria, pero las constantes protestas deslucían su cometido. Por naturales misma condición, sin dejarle lucir, al contrario, pases nada pulcros, extendiendo en demasía la labor.
José está vez no pidió la Pelea de gallos, el juez en pro de la labor del colega se la regaló, pero ni con la extraña magia de la populosa melodía, ni las ganas de fiesta del feriante pudieron hacer lo que usualmente sucede, el patético éxtasis de un orgasmo fingido, no afortunadamente no pasó. José terminó con abaniqueo por la cara, muchas fallas con la espada y el silencio.
José Mauricio se enfrentó al primero de la tarde, un astado que desde salida recibió gritos de ¡Novillo!
En varas cumplió. Con la muleta el torero apenas le obligaba y este ya estaba en el piso. Por naturales el astado sin emplearse, siempre con la cara arriba, José Mauricio consiguió dos tandas largas y de mando, con firmeza, en la tercera acortando las distancias, toques suaves, aguantando y el remate. Los cambios de muleta por la espalda, una tanda por izquierda pero ya deslucida. Mató de entera contraria y un golpe de descabello para irse entre palmas.
Carlos se llamó el cuarto del festejo otro muy chico, con trapío para los festejos menores. Breve puyazo quedándose en el peto. José Mauricio quitó por gaoneras aceleradas, luego de muleta comenzó con ayudados por alto, le levantaba los pitones peligrosamente, rebrincando, pendiente de él, Mauricio sin acoplarse ni aquietarse, en titubeos al intentar un pase de pecho le prendió del brazo poniéndolo en predicamentos.
Prosiguió entre su deseo, las malas condiciones y los tropiezos, en momentos derechazos con sabor, en otros sin confiarse, hasta que le prendió de la entrepierna y le volteó feo, haciendo por él en la arena, llegaron las asistencias y José Mauricio a pesar de traer la lesión continuó ante las peligrosas condiciones hasta entrar a matar dejando un pinchazo arriba y entera delantera.
En un principio la gente le sonó las palmas mientras se retiraba a la enfermería, tras él en las alturas estaba el señor Juez esperanzado en que el torero volteara su mirada al palco porque ya portaba un pañuelo blanco, pero se le fue.
César Pastor, dudó, lo guardó, se sentó, pero luego decidió que la cornada valía la oreja y la otorgó. Sus cuadrillas la recogieron ante el desencanto general que se expresó a través de los pitos en rechazo.
La miel no es para todos, y algunas gotas nos dejó Daniel Luque, algunos la apreciaron la mayoría ni la probaron.
Tumba puertas se llamó el segundo de la tarde para el español, con verónicas lentas y media le saludó. Poquita vara al de De la Mora. Luque con la capa fina y recortes a una mano.
En el último tercio el astado ya estaba muy parado, con la cabeza muy suelta, Luque comenzó por bajo por derecha, llevándolo medido por la notable falta de fuerza, algunos pases de olores dulces, pero otra vez la poca respuesta del astado.
Lo cambió de terrenos para probar por naturales, tres, el cambio de muleta por delante y el desdén torero, aunque no era el mejor lado Luque insistió, se cruzó ente la línea del peligro poniéndole la tela cuadrada y consiguiendo algunos naturales de calidad.
Ya para esas alturas al astado le escaseaban las embestidas, Luque aprovechó lo poco y nos regaló un trincherazo de cartel, otro desdén más y hasta ahí los detalles finos, cabe señalar que en el tendido distraído poco se valoró lo bien hecho, mató de estocada entera en buen sitio y mereció una calurosa salida al tercio.
Cronista se llamó el quinto de la tarde, un cronista de esos mesuraditos, de esos justitos, de esos mansos que no merecen la pluma ni el micrófono. Luque lo quitó bellamente por mandiles, el astado doblaba las patas delanteras desde el inicio, apenas si cumplió en varas y al salir doblando nuevamente.
En el último tercio los primeros trazos por alto deslucían por la debilidad. Por naturales algunos pases delicados ante la sosería, otros muy serios queriendo justificarse, poniéndole los muslos en la cara, pero ahí no había nada. Mató de pinchazo arriba y estocada entera para irse en el silencio. Para el de De la Mora los pitos en el arrastre.
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