En Aguascalientes… Entre lo real y lo inventado

04 noviembre 2023 Ana Delgado

Aguascalientes. Sábado 4 de noviembre. Plaza de toros Monumental. Tres cuartos de aforo. Corrida dentro del marco del Festival de Calaveras 2023. Se lidiaron astados de Villa Carmela bien presentados, sosos, faltos de fuerza y transmisión, hubo dos arrastres lentos inmerecidos al cuarto y al sexto.

Pablo Hermoso de Mendoza: Silencio y dos orejas

Leo Valadez: Oreja y oreja

Diego San Román: Oreja y leves palmas.

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Introducción

De camino a la plaza se sueña, se espera, se desea y justo hoy los anhelos de los andantes rumbo al coso estaban más vivos que nunca, la despedida del rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza y a pie dos de los jóvenes toreros mexicanos más destacados, pero ese panorama mental se desvaneció, no todo lo acontecido en el ruedo cumplió las expectativas creadas en la psique de la afición, la tarde transcurrió entre lo que se pensó y no fue, entre lo real y lo inventando, entre lo cuerdo y tocado.

Sí, hubo emociones de la mano de la experiencia, hubo sensaciones marcadas por la rienda del rejoneador español, pero faltó bravura, faltó transmisión y sobró protagonismo innecesario por parte de un juez de plaza, César Pastor, que pareciera que vive en su propia realidad, ensimismado en su triunfalismo, ajeno al mundo real, enfrascado en su afán de regalar orejas y otorgar arrastres lentos inexistentes, cual si estuviera encerrado en una pintura estrambótica donde el único habitante es él.

El Festejo

De lo real, de lo rescatable y reconocible fue la actuación en el segundo de su lote del rejoneador español, Hermoso de Mendoza sabe que tiene el dominio sobre sus caballos, lo sabe y lo transmite haciendo brotar los pocos olés de valía de la tarde. Al bien presentado burel de Villa Carmela, lo cuarto del festejo lo citó para llevarle asido a su jaca por medio redondel haciendo sonar las palmas con fuerza y terminar con recortes toreros.

El primer rejón de castigo en buen sitio y luego las banderillas largas de frente, a dos manos y cortas a un tiempo que causaron las sensaciones. Los giros en la cara del toro mostrando toda su experiencia. Terminó con el rejón de muerte certero para que se le entregaran las dos orejas que paseó en emotiva vuelta al ruedo, en el adiós a la afición hidrocálida.

Con el que abrió plaza tuvo una labor meritoria, desde que le saludó con su cercanía templándole al hilo de las tablas, primer rejón de castigo y las banderillas al sesgo haciéndose aplaudir. Las banderillas cortas y el teléfono. Fallas con el rejón de muerte para irse en silencio.

Leo Valadez soñó el triunfo, pero segura estoy de que quería que dicho éxito le supiera a más, puesto que sus dos actuaciones fueron esforzadas sí, pero les faltó eso, eso que te hace arrebatar el alma en un olé, por más de que el joven hidrocálido puso su deseo se enfrentó a astados que no tenían embestidas claras.

Al segundo de la tarde, Leo Valadez lo recibió con larga cambiada de rodillas a la vera de las tablas, de pie lances a pies juntos lentos y serenos. Los recortes toreros para llevarlo al piquero donde recibió una muy breve vara de la que salió doblándose. Las chicuelinas y caleserinas robaron los olés.

Ya con la muleta en la mano en un principio el astado se arrancaba de largo, pero al estar en el encuentro unas veces metía la cara, otras levantaba la cabeza en embestidas inciertas. Leo tuvo que pechar con ello y con el viento que molestó toda la tarde. Algunos de vuelta entera, pero en ese mismo tenor de no decir mucho al tendido.

Probó por la izquierda encontrando la misma situación ya en embestidas sosas y sin aportes para el triunfo. Mató de media estocada trasera para que el juez le otorgara una oreja que provocó algunas protestas.

El quinto de la tarde con una salida briosa y alegre hizo esperanzar a la afición y al torero quien lo recibió con tres largas cambiadas de rodillas junto a las tablas. En el caballo recibió una breve vara y posterior a ello Valadez quitó por zapopinas, la media verónica y la revolera que desgranó las palmas y la ilusión de sus paisanos.

Cubrió de manera certera y vistosa el tercio de las banderillas y cuando todo estaba presto para el triunfo, los sueños forjados de camino a la plaza se diluyeron, puesto que las embestidas del de Villa Carmela escasearon, Leo intentaba pasarlo por bajo, pero en cuanto lo hacía el astado acusaba su falta de fuerza, el torero planteando su faena ante arenas movedizas que no ofrecían ninguna certeza.

Un astado totalmente parado que cortó las ilusiones de los que añoraban un triunfo real. Mató de tres cuartos de espada trasera y sorpresivamente el juez de plaza, César Pastor, otorgó una oreja al torero que solo quedará para la estadística. ¿Será necesario hacerle eso a un torero que es toda verdad? Hay veces que dar de más ahoga, como a las plantas. Valadez no necesita flacos favores, está para más que una foto saliendo a hombros, está para que sus faenas no se olviden, él lo sabe y la afición también.

Diego San Román regresaba a esta plaza precedido de un halo de triunfo luego de su sólida participación en la pasada feria de San Marcos. En primera instancia se enfrentó a un astado de bonita presencia que desde salida no tuvo las embestidas deseadas. Apenas si empujó en varas, luego San Román se lo pasó por alto, en un palmo de terreno, sin mover las zapatillas de la arena.

Luego por derecha cuando apenas le tomaba el ritmo y el son a las embestidas al toro le faltaba la fuerza, intentó cruzándose en la cara, cambiándole de mano, pero no había por dónde más que acortar las distancias y ponerse en los terrenos peligrosos, valiente, queriendo, pero en cuando quiso ponerse de rodillas la gente se lo recriminó y mejor optó por entrar a matar, dejando una estocada entera en buen sitio para que se le fuera otorgada una oreja tras su digna actuación.

El cierra plaza también presentó desde salida condiciones inciertas, unas veces iba a la pelea a los burladeros, otras la mayoría de las embestidas con recelo. Poca vara (como toda la corrida) y en cuanto salía de la suerte a doblar las patas delanteras. San Román tomó la muleta y se lo pasó por alto, al salir otra vez la falta de fuerza y a rodar por la arena.

Consiguió una tanda por derecha y por bajo de valía, de lo poco bueno de la tarde. Por naturales a media altura, el viento molestaba y el astado terminaba con la cara en alto. Algunos molinetes, otros pases más por derecha, perdiéndole la cara en algún momento y el astado ni por él hacía cuando el torero se quedó a su merced.

El torero esforzado, pero cuando se desesperó quiso utilizar la música confiable, la Pelea de gallos para alegrar al gentío, de rodillas encarándose y arrojando los avíos a la arena, quizá esperando la respuesta grata que no llegó. Dejó de estocada entera trasera de efectos tardíos, mató al segundo golpe de descabello para retirarse entre leves palmas.

El epílogo

El juez se puso de pie, el torero agradeció y se retiró al burladero, el juez seguía de pie mirando a los tendidos como esperando que algún pañuelo solitario se asomara para soltar la oreja, como no sucedió vino lo increíble, anunció un arrastre lento, sí, a un toro débil, a un toro incierto a un toro que no peleó en varas, a un toro que no tenía un pase, ¡sí!

¿En qué mundo vive señor juez?

¡Ya basta de denostar la fiesta que alguna vez le dio glorias como Matador de toros!

No quiera ayudar, no quiera sobar, no es una hermana de la caridad, es la autoridad asignada para velar por la fiesta. No engañe y desoriente a la afición, porque el tiempo, la tauromaquia y la vida misma cobrarán factura.

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@AnaDelgado28