En Sevilla… La terna se estrelló con el muro infranqueable de la mansedumbre de los victorianos

24 septiembre 2022 José Mata

Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Sábado 24 de septiembre de 2022. Segunda de la Feria de San Miguel. Con un lleno a reventar por la presencia de Andrés Roca Rey, se han lidiado pésimos, en verdad pésimos toros de Victoriano del Río, justos de presencia, que han resultado mansos, descastados, sosos y deslucidos. No pelearon en caballos, estrellarse y quedarse a dormir el sueño de los justos, eso no es bravura; ni aventar cornadas arriba del peto para deshacer el encuentro.

José Mª Manzanares: Ovación tras dos avisos y silencio.

Andrés Roca Rey: Silencio y ovación.

Juan Pedro García Calerito quien tomó su alternativa: Oreja y silencio.

Detalles:

Saludaron en banderillas Antonio Punta, Daniel Duarte, Mambrú, Luis Blázquez, Antonio Chacón y Viruta.

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Un fracasado es un hombre que ha cometido un error, pero que no es capaz de convertirlo en experiencia”: Elbert Hubbard

Advertencia: Siempre es oportuno advertirle tanto a ganaderos como a toreros que esta crónica no es apta para ellos, porque aquí no aparecerán ni los falsos elogios ni las inútiles justificaciones para acomodar todo en una artificiosa ficción y así dañar al arte del toreo. Para ello, existe la prensa corrupta, la que enaltecerá el engaño e intentará convencer a la buena fe de los lectores de lo que no ocurrió en el redondel. Bajo advertencia… no hay engaño.

Fracasó el ganadero Victoriano del Río, sí y lo hizo nuevamente. Sí, porque desde el inicio en este difícil camino de criar al toro bravo y encastado, él decidió crear al toro dócil, sumiso que hiciera estar a gusto al torero; para ello rebajó casta y bravura, convirtiéndose en una de las ganaderías comerciales buscadas por los figurines y eso le hacía estar feliz.

No se daba cuenta que al haber hecho eso, un día se iba a romper el hilo por lo más delgado. Bajo esta tesis, sus fracasos que ha ido sumando desde hace unos tres años son predecibles, al transformar la sangre brava por sangre bobalicona.

¡Qué le vamos hacer!

Así son varios ganaderos, no sólo, Victoriano del Río.

Recuerdo que en una Feria de San Isidro en el programa que participaba con mis dilectos amigos, Miguel Redondo y el Maestro Jaime Ostos que en gloria esté; justamente el Maestro Ostos le rebatió esa postura de hacer toros para que los toreros estuvieran a gusto.

“El torero sale al ruedo a poderle a la casta y a la bravura no a estar a gusto…”, refutó con sumo enfado y evidente energía el Maestro Ostos.

El ganadero no sabía qué decir, pero en la respuesta del gran figurón que fue el gran Jaime Ostos, estaba una respuesta que no tenía desperdicio y era avalada por la contundente verdad.

Han pasado los años y cada vez que se anuncia una ganadería comercial, en este caso, de Victoriano del Río, ya se hace predecible el fracaso ganadero.

Claro que dirán estos criadores del bobitoro que “… tres toros salieron con movilidad”, o “Se movieron”, como si eso resultara edificante para justificar la ausencia de la casta y la bravura.

En el festejo de este sábado cuando en la mañana veía la reseña del sorteo y las fotografías de los toros –que aquí pueden volver a ver-; observaba que parecían… parecían, unos animalillos con unas carillas de tontuelos, y supuse… supuse, que su mansedumbre iba a volver a ser, el asfixiante elemento que inundaría al festejo convirtiéndose en un muro infranqueable.

Lamentablemente, así fue.

El mérito de que hayan aparecido series importantes, no fue de los mansescos ejemplares, sino de los propios toreros.

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Dio gusto ver a, Juan Pedro García Calerito quien tomó su alternativa. Su ahínco, vehemencia para ir en pos del triunfo, se veía desde Júpiter con los ojos cerrados.

Tras ser ungido como nuevo Doctor en tauromaquia por, José Mª Manzanares ante el testimonio de Andrés Roca Rey. Fue a brindarle a su señor padre en lo que fue un justo y más que merecido homenaje de reconocimiento, por la lucha que han tenido y en ese momento daba la luz de lo conquistado a ley.

Después de recibir el ósculo, así como el fraternal abrazo de su señor padre, Calerito, se dirigió a los medios, citó al toro y aguantó la embestida hasta que llegó a la tela roja que era conducida por la mano diestra y ahí consumó una primera serie, por demás, importante; vinieron dos más por el mismo lado en igualdad de circunstancias, por lo que decidió intentar con la zurda y cuando justo pretendía dar elocuente respuesta, el toro se vino a menos.

¡Sí!

¡El toro se rajó y ya no pudo más!

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Calerito tuvo la serena inteligencia de cortar por lo sano, citó para oficiar con la espada dejando un certero estoconazo que fue mortífero de necesidad y mandó al purgatorio de los toros mansos y descastados, al toro de su alternativa.

El público reaccionó y exigió merecida oreja, que paseó con el sustento de la apasionada entrega.

Con su segundo -sexto del festejo- también estuvo a la altura de las circunstancias, su descastado animalejo… ¡no! En este toro, rindió sentido homenaje a su señora madre a través del emotivo brindis.

Luego, cogió la muleta con la zurda y trazó el litrazo, consumando la serie, pero el toro se rajó, y a pesar de los buenos intentos, todo acabó en vano. Había argumentos en Calerito pero en el toro no.

La Real Maestranza de Caballería de Sevilla se llenó a reventar, consecuencia de que en el cartel estaba el nombre de la única figura el toreo que actualmente existe, Andrés Roca Rey. Pero también estaba el nombre de la ganadería de manso, Victoriano del Río, y… qué se iba hacer.

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Andrés debe ordenar a su administración erradicar las ganaderías comerciales, porque todas son un muro infranqueable y él tiene que hacer todo y mucho más para conquistar el triunfo.

Para eso están las ganaderías que sí tienen el toro bravo y encastado, al que puede enfrentar con grandeza.

Hoy se estrellaron sus buenas intenciones con un primero tan malo, pero tan pésimo, que no hubo nada qué hacer. Sí, nada qué hacer, siendo Andrés un torero que hace embestir hasta las piedras.

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Y a su segundo, le exprimió en las primeras luminosas series con la derecha, pero el mansesco sintió de inmediato que frente tenía a un torero portentoso y se refugió, con toda su mansedumbre a cuestas, en las tablas a donde se “pegó” literalmente -como una calcomanía o pegatina-.

Concediéndole todos los terrenos, Roca Rey, hizo todo en la suerte suprema, dejando una estocada en buen sitio, que fue suficiente para hacer claudicar al torillo. El gran público agradeció el cariño y la inquebrantable entrega del artista peruano.

También estuvo otro torero que se esforzó y mucho, José Mª Manzanares. A su primero arrancó literalmente un par de series con la diestra, magníficas, pero el toro no quiso más; como tampoco el cuarto, y ante este esfuerzo hubo que abandonar la contienda al no haber un toro frente a este buen torero.

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Al final, sólo queda el recuerdo del notable esfuerzo de los tres toreros, así como la falta de autocrítica del ganadero, quien se justificó aduciendo que “… hubo tres toros que se movieron”.

¡Vaya osadía!

Qué le vamos hacer cuando se niegan los ganaderos a entender del error para convertirlo en experiencia y hallar el acierto.

¡Dígase la verdad… Aunque sea motivo de escándalo!

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