El Huayto, la tierna imagen de un niño torero captada genialmente por el lente de Marco Yanque
Hace un par de días aparecieron en redes, unas imágenes enternecedoras mostrando a un niño humilde en pose de torero y capeando una becerra, en la plaza de toros de Paruro, Cusco, el pasado 10 de setiembre último.
Elizbán Huayto Consa es el nombre del niño, pero es más conocido simplemente como El Huayto. Tiene doce años de edad y lleva en su sonrisa toda la noble desfachatez de la inocencia.
Vestía una polera holgada, pantalones de bayeta y por calzado no las zapatillas de torear sino unas yanquis u ojotas, tan distintivas hasta hoy en día entre los pobladores rurales del ande.
De hermosa piel cobriza totalmente cubierta a consecuencia de su precoz trajín en el polvoriento ruedo de la placita, sostiene como único avío de torear una lliclla o manta que hace de capa y con la que sortea las embestidas de la vaquilla. Denota en su dulce expresión la alegría de sentirse, por un instante, torero. En su imaginario quizás se vea así mismo como ve a su ídolo, el famoso matador Andrés Roca Rey; a quien, por cierto, sueña conocer “en el Acho”.
Precisamente, hablando de la primera figura del toreo actual, su página oficial, haciendo eco del sentimiento y ternura generalizados a raíz de la aparición de las fotografías, no ha tardado en incluirlas.
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Las estupendas imágenes, que hoy reproducimos con permiso de su autor para compartirlas con ustedes, amables lectores de Toros en el Mundo, pertenecen al joven fotógrafo autodidacta peruano, Marco Antonio Yanque Soto, de 24 años de edad y natural de Caylloma, Arequipa. Tierra de los aguerridos Watayponchos, célebre por sus concursos de toros bravos y festejos de jóvenes capeadores dentro del marco de las festividades de las advocaciones marianas de La Natividad y Del Rosario, entre setiembre y octubre, respectivamente.
Marco Antonio nos cuenta que su interés por la fotografía se origina casi sin proponérselo: “Resulta, don Martín, que un día que yo asistía a una tienta, le pedí prestado una cámara a un amigo y empecé a tomar fotos. Me quedaron algunas muy bonitas que hasta me sorprendí yo mismo”
Desde aquella vez, recorre infatigable los caminos de su tierra Arequipa y de las provincias cusqueñas aledañas, como lo fue recientemente Paruro donde conoció al niño que ha inmortalizado en su lente.
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“Nosotros, en mi pueblo prácticamente crecimos con los toros bravos…” nos responde como explicando que lo de la fotografía le nace por su afición taurina innata. Como quien dice, una cosa lleva a la otra. Pero también lo hizo asomarse al intento por algo más serio: soñar con la posibilidad de convertirse en torero como certifica su tiempo de preparación bajo la tutela del matador de toros Paco Chávez, su llactamasi e incanzable promotor de nuevos valores.
De manera que no rehúye una convocatoria para estar presente en alguna tienta ofrecida entre las ganaderías locales, que manejan animales descendientes de lo que antes pastaban en las señeras Pusa Pusa, Condemarca, entre otras. Como en efecto sucede ahora con mayor frecuencia recordando que todo empezó tras precisamente su paso por la escuela del matador.
“Mientras estudiaba Seguridad Minera, porque mi tierra, Caylloma, es minera y criadora de reses bravas; me presenté en la escuela del matador Paco Chávez con quien adquirí muchos conocimientos y terminé de definir mi afición taurina. Retornando a mi pueblo cargando algunas de las mejores tomas que fui haciendo mientras se daban las clases y tientas en ganaderías que visitaba. Debuté en el certamen “Yo no me rajó, quiero ser torero”. Desde entonces voy a pueblos del sur y también a Lima”
De cómo encontró al niño torero, nos cuenta que se dio por casualidad: “Atendiendo una invitación y tras recorrer por carretera unas doce horas hacia el Cusco y luego hora y media adicional, llegué al pueblo de Paruro, el 10 de setiembre, donde se desarrollaba la fiesta en honor al Señor de La Exaltación y de la Virgen de la Natividad, que con mucho esfuerzo organizaron los señores alferados de fiesta y la Asociación de Transportistas Chiwaquito.
“Actuaban en el festejo los novilleros Sebastián del Carpio y Gliserio Lima. Culminada la labor de ambos, sueltan el último ejemplar, una becerra, y delante de ella se pone, sin anunciarse, el niño Elisbán Huayto quien con poncho en mano pegó unos lances a su aire. El público feliz y entusiasmado por la proeza del niño, pidió se le conceda dar la vuelta al ruedo. Entre su timidez, asombro y miedo escénico, solo atinó a saludar desde los medios con ese gesto de torería que yo tuve la suerte de registrar con mi cámara”
Sobre su precoz trabajo fotográfico —lleva apenas un año en esto—, manifiesta su deseo por seguir estudios formales y profesionalizarse. Siempre con la mira en el objetivo taurino. Le motiva los reconocimientos obtenidos como el merecido anteriormente con unas tomas logradas en Ayapata y, claro está, todo este revuelo que ha causado con las instantáneas del Huayto.
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