En Sevilla… Otra tarde sin casta ni bravura
Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Cerca de media plaza. Se lidiaron toros de Jandilla-Vegahermosa, mal presentados, mansos, descastados, sosos y deslucidos. No pelearon en caballos.
David Fandila El Fandi: Silencio y silencio.
José Mari Manzanares: Oreja y ovación.
Juan Ortega: Ovación tras aviso y ovación.
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La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”: Cicerón
El gran público ha vuelto al coso sevillano y eso debería dar gusto y responderle con gran respeto y seriedad por parte de empresa, ganaderos y toreros. El mundo en general y la Fiesta en particular vive una seria crisis por la pandemia, y es por ello mismo, si los aficionados vuelven a su espectáculo favorito se les debe ofrecer la verdad y cumplírsela.
Si se les promete una corrida de toros bravos, encastados e íntegros, justamente eso debe salir en el redondel; no obstante, en este segundo festejo del actual serial volvieron a brillar por su ausencia los elementos que dan razón de ser a tan mágico rito como lo es el de la tauromaquia no hubo bravura no hubo casta no hubo nada.
Jandilla-Vegahermosa, mandó otro encierro mal presentado, otro encierro del encaste comercial que busca complacer a los figurines olvidándose de su indiscutible responsabilidad por preservar al toro bravo y que por eso, sólo por eso, debe de ser eliminada de la lista hasta que su ganadero decida volver a estar inmerso en la necesaria ética.
La mansada que hemos visto esta tarde en cuestión sólo le da argumentos a los enemigos de la Fiesta, sólo le da la razón a los aficionados desilusionados que se alejaron por las engañifas.
Seguramente la prensa corrupta justificará el engaño porque esos son sus intereses… nunca de la verdad del arte del toreo; los que defendemos esa verdad no debemos callar, nuestro deber es continuar levantando la voz hasta cimbrar a los que intentan perpetrar el engaño.
En medio de esta desilusión aparecieron como una luz fugaz, intensa pero fugaz, varios lances a la verónica creación de, Juan Ortega, que de inmediato inflamaron el espíritu de los diletantes taurinos anunciando la obra de arte que todos esperábamos.
El prólogo de la faena fue contundente digno de una obra de arte, pero después de esto el toro con toda su mansedumbre y descastamiento acuestas decidieron no hacerlo embestir y todo quedó en las buenas intenciones; y sí…
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… aquella luz que iluminó el primer tercio se fue dejándonos con la soledad de las buenas intenciones.
Juan, que sí es un artista, no lo anda pregonando como algunos de sus paisanos para justificar su existencia como torero. Juan es un torero artista que posiblemente por esto -por sus sólidos argumentos- haya sido postergado hasta esta fecha, cuando pudo hacer su debut en el coso sevillano. Los que manejan el sistema ya no pudieron atropellar la razón y la verdad que posee Juan.
Con su segundo, Juan Ortega, volvió a demostrar su honradez torera, pero también su astado enseñó la mansedumbre y descastamiento y sí hubo entrega, esfuerzo que fueron quebrantados por el pésimo ejemplar.
José Mari Manzanares, es un torero importante y no necesita como los figurines de este tipo de ganaderías comerciales. Hizo una faena pulcra, esforzada y meritoria, desde con la capa en donde aparecieron verónicas de cadencia, así como con la tela roja en donde vimos series con ambas manos interesantes. El público lo agradeció y después de una estocada caída y trasera le concedió una oreja a la voluntad expuesta.
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Con su segundo sólo las buenas intenciones ante el muro infranqueable de la mansedumbre y el descastamiento.
El Fandi es un torero esforzado y espectacular, aunque el tiempo ya empieza hacerse notar sobretodo en el tercio de banderillas, en donde ya no sale con la facilidad de antaño y los palos quedan traseros porque los coloca a toro pasado.
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Con la faena como habitualmente le ocurre se le desploma por la carencia de calidad en su expresión y si bien es cierto que puede llegar aparecer algún pase bueno, lamentablemente para él… una golondrina no hace verano.
Ha estado esforzado en sus dos participaciones, sin embargo, no hay más que contar.
La Fiesta es de toros… de toros bravos y encastados, no de pequeños bobalicones con estentórea sospecha de cornicure, estos vicios son los que le han hecho un terrible daño y todo sólo para complacer la inadmisible comodidad de los figurines.
Sólo la casta y la bravura… el toro bravo y encastado le devolverá a nuestra maravillosa Fiesta toda la grandeza perdida.
¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!
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