En la Opinión de Pepe Mata… El portentoso Andrés Roca Rey

19 mayo 2021 José Mata

En la Opinión de Pepe Mata

Todavía no se han levantado las barreras que le digan al genio: De aquí no pasarás”: Ludwig Van Beethoven

Andrés Roca Rey no es una de las figuras del toreo en la actualidad… es la única figura que ahora mismo llena plazas y manda. Cabalga en caballo de hacienda a mil años luz del más cercano alternante.

Desde becerrista aseguré que él -Roca Rey- es uno de esos toreros que nacen cada 100 años. Hace un siglo estaban Rodolfo Gaona, Joselito y Belmonte, ahora está Andrés Roca Rey.

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Uno de los muchos logros significativo de Andrés está en que tan pronto adquirió el grado de Doctor en Tauromaquia se consolidó como el mejor. En medio de una Fiesta en crisis, de una Fiesta menoscabada con plazas que lucían la soledad de las miserias taurinas que había dejado los figurines durante 30 años. Así, Andrés hizo acto de presencia y comenzó a llenar los cosos de Europa y luego de América.

De pronto y sin que viniera al caso, se inventó una rivalidad entre Andrés y Pablo Aguado y este miércoles 19 de Mayo un absurdo mano a mano sin sustento.

Como todo siempre hay una historia que contar y, esta, la de la supuesta rivalidad de Aguado con Roca Rey, comenzó a escribirse en la Feria de Abril de Sevilla del 2019 cuando Andrés hizo dos faenas portentosas, mientras que Aguado un par de faenas de esas que llaman bonitas toreando por piernas y a prudente distancia de su cuerpo a dos bobitoros.

Así, entusiasmados en Sevilla le ungieron como el rival inesperado de Roca Rey y quizá -probablemente- ahora estén arrepentidos por su necedad y osadía. No se detuvieron a analizar con frialdad la realidad de Aguado y ahí comenzó todo.

Los toreros ni los artistas se inventan por decreto de nadie y Aguado tampoco.

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Después de aquella Feria de Abril, llegó en Mayo inmediato a Las Ventas y decidieron imaginar una faena que nunca se encontró, aunque lamentablemente lo que sí existió fue una cornada que le quitó varias fechas al joven Aguado durante aquel 2019. Luego vendría a América y fracasó por la evidente falta de argumento.

Irreflexivamente siguieron insistiendo en un ilógico mano a mano y por fin, la historia se volvió a escribir este miércoles. Ahora se lee el sólido triunfo de Andrés Roca Rey, mientras lamentablemente Pablo Aguado ahora visita otra vez el hospital.

Lo que vimos fue simple…

… Roca Rey enfrentó tres toros de diferente mansedumbre, el primero de Jandilla que resultó violento con genio, el segundo de Garcigrande manso huidizo y el tercero de Núñez del Cuvillo un manso reticente que pronto no quiso embestir.

Justo ahí en Vistalegre dictó auténtica cátedra del toreo en donde su serena inteligencia, el valor natural y una envidiable técnica dominó al violento y le extrajo una faena imponiéndose en terrenos tan cercanos que ahora mismo nadie se puede poner. Tras la rúbrica el inútil presidente decidió negar un trofeo con el que el respetable ordenaba reconocer a Roca Rey, pero el presidente no quiso ceder.

Al segundo le obligó a no huir primero con unos lances aterciopelados recortados a una mano con la que se sucedieron otros trazos más de profunda inspiración. Su muleta invadió con convicción los terrenos del toro para dejar una sólida propuesta que tuvo como epílogo unas joselillinas en donde no se supo cómo pudo pasar el toro tan cerca de su geografía corpórea. Tras la rúbrica dos orejas; mientras que al tercero para no atosigarlo le hizo una faena suave hasta que sucumbió el toro y ya no quiso saber más.

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En medio de este contexto de un poder inobjetable, Aguado no supo qué hacer, porque no tenía ningún argumento.

Que por ahí aparecieron algunos lances en sus faenas no son suficientes para proclamarle artista como tampoco algunos pases a prudente distancia le pueden otorgar sustento los que no pudo consolidar por falta de aguante.

La presión seguía creciendo, parecía no parar, Pablo tenía frente a él… al Empire State, y él apenas está en la primera planta.

Toda esta serie de acontecimientos agobiaron al joven Aguado y seguramente le debieron haber asfixiando al sentirse impotente de no poder hacer algo, por lo menos, similar a su oponente.

Al finalizar una faena inconclusa, al sexto, decidió poner punto final e inexplicablemente se fue sin pensar hacia el toro quedando en su camino y astado al mismo tiempo con el torero, en el encontronazo apareció la cornada y ahora se ha escrito otra muy triste historia.

Después de este penoso hecho, vuelve a quedar claro que los toreros, los artistas no se inventan por el decreto de nadie.

Ojalá y todos los que han engañado a, Pablo Aguado, lo dejen en paz y le permitan ir a su aire; para que algún día sí pueda concretar lo que ahora pretenden que sea a la fuerza de la nada, ya que el destino les ha demostrado que todavía no es tiempo de izar las banderas.

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