Plaza Quito: la esperanza de recuperarla a sus 61 años cumplidos
Hoy, viernes 5 de marzo del 2021, la Plaza de Toros de Quito cumple 61 años de haberse inaugurado estando desde prácticamente la última década sumida en el abandono y deterioro progresivo ante la iniquidad, indolencia y desapego al respeto por las costumbres culturales y de los emblemas icónicos de la capital del Ecuador por parte de las autoridades políticas. Nada menos.
A raíz del abuso perpetrado en contra de la afición quiteña por parte del nefasto gobierno correísta que incluyó en la consulta popular del año 2011 la pregunta sobre si debía prevalecer la muerte en los festejos taurinos dados dentro del cantón capitalino y tras una sostenida campaña mediática, la prohibición finalmente se hizo posible trayendo como consecuencia que al año siguiente la empresa gestora de la plaza de Iñaquito suspendiera la Feria de Quito de Jesús del Gran Poder, ante el desánimo del aficionado de no poder espectarla en toda su maravillosa liturgia.
Arbitraria y enfermiza obsesión de un gobernante que más temprano que tarde tuvo que verse apercibido por la justicia al enfrentar varios cargos de corrupción en su contra.
Al cerrarse la Monumental Plaza Quito, decenas de miles ocupaciones y puestos de trabajo quedaron perdidos; el impulso económico – comercial de la ciudad en torno a su festividad más importante y celebrada, pues simplemente se desvaneció.
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Un nuevo recinto para una ciudad en crecimiento…
La ciudad de Quito conforme transcurría la primera mitad del siglo XX dio paso al incremento sostenido de su población en virtud del auge de la exportación frutal del país, posibilitando que observara un cambio urbanístico importante con la construcción de edificaciones modernas e icónicas como el aeropuerto internacional Mariscal Sucre, locales estatales, y por supuesto la nueva plaza monumental de toros en la zona de la parroquia de Iñaquito, un 5 de marzo de 1960.
Hasta entonces, fueron las plazas de Belmonte y la antigua Arenas las que alternadamente cubrían el espacio para los festejos taurinos tan de gusto citadino como de los cientos de pobladores del interior que acudían a participar de las festividades patrias y de la ciudad que fundara Sebastián de Belalcázar.
El cartel inaugural de la monumental quiteña, lo conformaron la figura colombiana Pepe Cáceres, el famoso Luis Miguel Dominguín y Manolo Segura. El diestro malagueño fue el triunfador cortando una oreja a un toro de Santa Mónica y recibiendo la Medalla de La Merced.
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Desde allí en adelante, pasarían por el ruedo de esta plaza las más rutilantes figuras y toreros famosos de cada época, a varios de los cuales se les hacía cómodo conectar viaje tras su paso por la feria limeña de gran postín.
Fue al año siguiente, en que la feria toma por nombre inamovible la del Jesús del Gran Poder, imprimiéndole a toda la ciudad el motivo y razón de una celebración de gran algarabía, solera y regocijo popular, como elemento sustancial del arraigado valor sincrético que la Fiesta ha otorgado a su población.
En Quito también pude conocer, aparte de la Belmonte, una pequeñisima placita en un barrio pintoresco de la periferia quiteña, rodeada de restaurantes de comida típica y cuyo nombre no recuerdo, pero reafirmó mi certeza de estar andando sobre taurínisimo suelo. Ninguna duda podría caber.
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Pero ahora, recordarla como la vi aquella vez de mi última visita a tierras del Pichincha cuando inmensa fue mi desazón por contemplarla otrora ferviente y vibrante, sumida en el abandono, el descuido y el artero vandalismo del cual es objeto por parte de las huestes animalistas, que la llevan inexorablemente a languidecer y morir de tristeza, se me dificulta decirle feliz cumpleaños aunque de verdad lo quiera.
Con el saludo a los amigos taurinos de su tierra, mantenemos la fe de poder aún salvarla y devolverla a nosotros, a la afición continental que tanto la añoramos.
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