En Mérida… Pseudotauromaquia en vena
Mérida (Badajoz). Viernes 28 de agosto 2020. Se lidiaron toros de Jandilla (1° bis) el 3° indultado. Lleno con el aforo permitido
Morante de la Puebla: Oreja y ovación con saludos.
Julián López El Juli: Oreja y oreja.
José María Manzanares: Dos orejas y rabo simbólicos y dos orejas
Detalles:
Tras el paseíllo, se guardó un minuto de silencio en memoria del ganadero Borja Domecq, fallecido el pasado marzo por el coronavirus.
El tercero de nombre Palangrero, negro de capa, herrado con el nº 48, de 440 kilos, nacido en octubre del 15 fue indultado.
Saludó Daniel Duarte en el tercero.
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Ciertamente, el espectáculo vivido ayer en Mérida te enseña ese minúsculo paso que existe y hay de lo muy bueno a lo excesivo. Ya se venía arrastrando una psicosis colectiva erigida sobre una tauromaquia moderna y sin sentido en los dos primeros toros de la interminable noche de ayer. Un delirio inexplicable había otorgado una oreja por coleta a Morante y a Juli por únicamente dejar pinceladas a dos animales que ni llegaban al medio toro que acostumbran a meter en sus telas. Hasta que salió el tercero y aquello reventó, tomando tintes de oprobio y desvergüenza.
Bajo y de hechuras perfectas, Palangrero se entregó en un único puyazo fuerte de Paco María recetado en la cruz. Dos embestidas por ambos pitones en el percal de Manzanares ya mostraban el buen vicio del toro de humillar hasta el final. Daniel Duarte puso su granito de arena emocional al parear de manera soberbia en la cara. Hasta ahí, los papeles andaban en orden y las cabezas amuebladas. La faena de Manzanares fue tremenda, con registros templados haciendo colleras con el mucho poder que le imprimió al toro por el derecho. Una pasmosa suavidad presidió su hacer por el izquierdo, dejando naturales de una cadencia espectacular. Pero claro, aquello no podía acabar con un espadazo recibiendo y un rabo en las manos del alicantino. La verbena quiso ser partícipe de este espectáculo. Hizo amagos de rajarse el animal dos veces y una plaza irreconocible pidió un indulto excesivo, sin pies ni cabeza. El presidente cedió al despropósito: indulto contra la bravura verdadera. ¿Esto es lo que buscaba Borja Domecq?, se preguntó un aficionado en el tendido 5. El homenaje a un criador sensacional se había desvirtuado en su totalidad. De lo muy bueno a lo excesivo, una vez más.
La noche acabó con una faena torera de Morante de enorme gusto y torería, otra oreja ahora sí más honrosa para Julián y un segundo trasteo enorme de Manzanares en el sexto a un toro que iba y venía, pero con emoción. Aún así, redondeó una actuación de cante grande esta vez con un espadazo, pero empañada una vez más por algo tan excepcional (que ya no) como un indulto.
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