Opinion

El comentario de Paco Cañamero… ¡Únanse y actúen ya, taurinos!

El mundo del toro agoniza en la particular UCI a la que ha sido condenado por esta cruel pandemia que asola a la sociedad, invadida por tanto luto, dolor y ruina como ha traído.

Hoy, la Tauromaquia, se debate entre muchas preguntas sin respuesta y la única realidad es ver que las plazas están cerrada y, cada día, cientos de toros bravos camino del matadero, al encuentro de una muerte fría y triste, lejos de la grandeza que le tenía guardada su raza.

Mientras, cientos de profesionales siguen confinados ante el incierto futuro que les espera y contemplando la suspensión de las ferias, sin que ya a casi nadie se le escape que, a no ser que haya un milagro con la llegada de la deseada  vacuna, en 2020 no abrirán las plazas. Sumado a ello el agravante que los próximos años estarán marcados por esta pandemia y el miedo de la sociedad a acudir a estos masivos.

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Ahora, los profesionales –toreros, banderilleros, picadores, mozos de espadas, transportistas, empresarios, veedores, personal administrativo, cuadras de caballos, taquilleros…- cargan con el tremendo peso de no saber qué ocurrirá con ellos. Con un sector totalmente desamparado, sin posibilidad de cobrar el paro o el ERTE.

Un sector ignorado también por el actual Gobierno, sin que hasta ahora hayan fructificado las promesas del Ministerio de Cultura de recibir a Victorino Martín, presidente de la Fundación Toro de Lidia, que arropa al sector. Victorino lleva semanas esperando esa llamada y el teléfono no suena ante el nerviosismo ya se hace patente entre las gentes de un arte que siempre estuvo para ayudar al necesitado.

Se agota el vaso de la paciencia y deben hacerse presente. Si el ministro no llama, los taurinos deben ir al Ministerio para hacerse notar y dar un golpe en la mesa de la reivindicación.

Ante el estado de necesidad, la espera no puede demorarse más, porque cientos de familias ya abrazan al terrible drama de no tener recursos económicos. O, lo que es igual, de estar casi pasando hambre y cada día se le hace un poco más arriba su subsistencia.

Ante el abandono de la Administración ha llegado el momento de hacerse escuchar y es de justicia. Nadie debe olvidar la enorme aportación que llega cada año al Tesoro Público a través del arte taurino y jamás ha revertido en nada, únicamente en la migaja de los 60.000 euros destinados al Premio Nacional de Tauromaquia.

Por otro lado, no se puede dejar a la buena de Dios y tirados a tantos profesionales, cuando el Gobierno Central ha atendido a todos los colectivos laborales y a los más necesitados.

Ahora, los de luces, son los más necesitados al vivir sin ingresos para llenar la despensa  de la vida. Y más que nadie modestos toreros, banderilleros, picadores, mozos de espadas y el resto de profesiones que conforman este mundo, además del terrible drama de los ganaderos, muchos de ellos planteándose dejar la deficitaria cría del bravo por el más rentable ganado de carne.

Ha llegado el momento de salir de las casas y hacerse notar en las calles. Dar la vuelta a la situación a un sector que fue tanto de dar y nunca de pedir.

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Ellos, los taurinos han sido los primeros en estar ahí cuando se les necesitaba para ayudar en un bien social. Han sido miles los festivales y los capotes que han echado. Nunca se han escondido si alguien tenía dificultades o para mermar los daños de las tragedia. Siempre con señorío, con verdad y jugándose la vida por los demás.

De hecho, a muchos de los toreros más veteranos les gusta¡ decir que eran poseedores de la Gran Cruz de la Beneficencia, que se le concedía por haber tomado parte en más de 25 festivales benéficos.

Esa distinción desapareció en 1978. A través de esa forma de ayudar nacieron infinidad de festivales y algunos alcanzaron a reconocida fama, ejemplo el de Las Hermanitas de Salamanca, el de Chinchón; el de Navidad, en Barcelona…

Y esos festivales, además, tenían la grandeza que en muchos de ellos actuaban viejos toreros, ya retirados, quienes destapaban su arte para añoranza de sus seguidores.

Y ante la ignorancia del Gobierno Central con este triste desamparo y la llamada del ministro que no llega, el sector debe hacerse escuchar. Porque entre los profesionales del toro ahora hay verdadera necesidad, con la tristeza de ver a corto plazo un futuro tan oscuro y lleno de interrogantes.

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@pacocanamero

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