En Madrid… Puerta Grande para todo un recital de improvisación de Antonio Ferrera
Las Ventas. Viernes 5 de octubre de 2019. Quinta de la Feria de Otoño. Fuera de abono. Casi lleno. Toros de Alcurrucén (1º), Parladé (2º), Adolfo Martín (3º), Victoriano Del Río (4º y 6º) y Domingo Hernández (5º), destacando los dos de Victoriano Del Río debido a su buena movilidad.
Antonio Ferrera: silencio, ovación, silencio, ovación, oreja y oreja.
Detalles:
Tras romperse el paseíllo, Antonio Ferrera saludó una ovación que le tributó la afición de Las Ventas.
Saludaron montera en mano en el tercero Fernando Sánchez y Javier Valdeoro. Fernando Sánchez saludó de nuevo con el sexto.
Raúl Ramírez hizo el salto de la garrocha con el tercero.
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Salió el primero, de Alcurrucén, con escasa fuerza. Lo colocó Ferrera con gusto al caballo pero decidió huir hacia la puerta, teniendo así que bajar el picador hasta el tendido 5. No se empleó apenas en el peto. No se arrancó en banderillas, complicando la labor a los subalternos. Poco pudo hacer el torero ante tal descastado animal. Se puso por el derecho en los inicios para continuar con naturales a pies juntos. La peligrosidad y mansedumbre se unieron y tomó la espada para matar con un pinchazo hondo.
El segundo, de Parladé, salió con más energía al capote. Cabe destacar la buena labor de Manuel Cid en varas, quien fue aplaudido con efusividad. La perspectiva de la tarde comenzó a cambiar y aprovechó el momento Ferrera para dejar un bonito lance capotero. Muy buena labor en banderillas. Comenzó la faena desde las tablas, acompañando la embestida del animal con suaves muletazos muy artísticos. El toro acompañó con su empuje para sacar verdad el diestro. Alternó izquierdo y derecho con ayuda y sin ayuda. Improvisó molinetes y pases de pecho de muy buen gusto. El tendido estaba con él pero la suerte con la espada se le escapó.
Con esperanzas recibió el tendido al de Adolfo Martín, al que sacó con suavidad a los medios Antonio Ferrera. Bonito trabajo de Antonio Prieto en varas, quien consiguió dos buenos puyazos. Volvió a Las Ventas la antiquísima suerte del salto de la garrocha, aunque no pudo ejecutarla el subalterno de la manera en que le hubiese gustado debido a la dificultad para citar al animal. Espectacular suerte de banderillas por parte de Javier Valdeoro y sobre todo Fernando Sánchez, quien levantó a la plaza entera por un par de perfecta ejecución y mucha gallardía. Con la muleta improvisó pases como el bien sabe pero poco pudo lucirse. Con la espada falló en una ocasión.
El cuarto era de Victoriano Del Río, un toro que dio más juego desde los inicios. Derribó al caballo en varas. Comenzó la faena en los medios y por el derecho para así dibujar buenos redondos sobre el albero. El tendido reconoció su labor artística e improvisadora. Desde el tercio dejó una tanda al natural con una lentitud en los vuelos que caló en toda la plaza. Remató con trincherazos para estoquear recibiendo, como hizo en San Isidro. La estocada sin embargo estuvo caída y la cosa se torció.
El quinto era de Domingo Hernández, sin definirse demasiado en la salida. Buen tercio de banderillas de José Chacón, quien lo completó llevándose al toro con el capote echado. Con la muleta en la cara y de frente hizo la faena entera el diestro. El toro acompañó con su movilidad y humillación. Se mantuvo en la línea de la improvisación y con la verdad por delante. Entró a matar para dejar una estocada entera y así levantar al público para pedir el trofeo.
Se fue a la puerta de toriles para recibir al sexto. Tras la larga de rodillas comenzó un recital de quites capoteros que enganchó al público entero. Excelente par de Fernando Sánchez. Decidió el mismo diestro poner un cuarto par de banderillas. El público no podía estar más arriba. El brindis fue para el éste. Nadie quería retirar la mirada de todo lo que hacía el maestro. Comenzó la faena de rodillas y de ahí todo para arriba. Hasta un mismo servidor del lector que lee estas líneas le costaba tomar nota de lo que pasaba. Se hizo el silencio al entrar a matar peto la suerte no estuvo de su lado y dejó un pinchazo hondo para dos descabellos posteriores. Esperó el presidente a que empezasen a arrastra al toro para sacar el pañuelo que le otorgaba la oreja por petición unánime.
En conclusión, una tarde de emoción y pasión. Don Antonio Ferrera vino a Madrid para dejar claro que la tauromaquia es un exquisito plato que lleva como ingredientes la improvisación y la entrega. Nuestra fiesta no necesita más publicidad que tardes como hoy y toreros como Ferrera. Hoy vuelvo muy orgulloso a casa diciendo que “He estado en los toros”.
¡Tarde solo para valientes!
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