En Sanlúcar… ¡Gloria a la casta!
Plaza de toros de Sanlúcar. Corrida Magallánica. Toros de Victorino Martín, bravos, encastados y poderosos en un conjunto; extraordinariamente presentados. El 6°, “Mil hijos” fue indultado.
Octavio Chacón: Dos orejas y dos orejas.
Emilio de Justo: Oreja y Oreja.
Pepe Moral: Ovación y dos orejas y rabo simbólicos.
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Bajo el nombre de Corrida Magallánica, se celebró un más que interesante festejo en el término gaditano de Sanlúcar. Se engalanó para la ocasión el coso, y los lidiadores vistieron como en aquella época. La alfombra de sal completó este maravilloso espectáculo visual.
Octavio Chacón sorteó un primer toro impecable de presentación. Astifino, de piel fina y con una estampa espectacular. Fue noble en la totalidad de la lidia, pero sabiendo siempre lo que se dejaba atrás.
El quite por chicuelinas fue todo un monumento al temple. En la franela, desarrolló clase, en series despaciosas por el derecho y de uno en uno con la mano izquierda. Sufrió una aparatosa y dramática cogida. Dos orejas tras una gran estocada.
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Menos toro fue el cuarto. Al igual que en su primero, Octavio Chacón mantuvo un pulso de seda con el capote. El quite por delantales fue extraordinario, ciñéndoselo a la cintura y dándole su sitio entre lance y lance. La lidia fue pésima por parte de la cuadrilla, acusándolo en el siguiente tercio.
Torerísimo inicio de Chacón. Quedándosele el animal en los pies en cada uno de los muletazos trazados, Octavio fue haciéndolo hasta conseguir que desarrollase nobleza en una labor muy paciente ante un encastado Victorino. Dos orejas.
El debut de Emilio de Justo en la plaza de Sanlúcar, fue un marrajo. Una alimaña de Victorino. Revoltoso, tobillero y muy encastado. Una auténtica batalla de tú a tú entre torero y toro, un toma y daca contínuo.
Los muletazos buenos surgieron por el pitón derecho mientras Emilio cargaba la suerte y los que habitába‐ mos el tendido no perdíamos ojo a aquella hazaña. La espada cayó en buen sitio y se concedió el trofeo.
Sin fijeza alguna estuvo campando a sus anchas el largo quinto. Emilio de Justo estuvo paciente con el en los primeros tercios, hasta que lograron fijarlo en los últimos compases del tercio de banderillas.
Encastadísimo el animal, repitiendo por bajo sin dejar respirar al extremeño en los inicios de faena. Mediante avanzaba el trasteo, la torería que acostumbra Emilio llenaba el ruedo en cada derechazo. Emocionantísima labor rematada con una gran estocada. Oreja, y puerta grande.
Para el tercer capitulo, enchiquerado estuvo un toro entipado y bien hecho de la a coronada. Vibrante fue el saludo a la verónica de Pepe Moral, que siguió intentando emocionar muleta en mano. Repitió el animal, con boyantía y clase. Los muletazos mas profundos se dieron por el pitón derecho, deslizándose el animal con buen son y enclasada embestida. Estocada entera algo trasera, pero marró con el descabello. Ovación.
En el sexto, se rompió la tarde. Tenía que salir uno extraordinario. Faltaba ese “superclase” que pusiera a todo el mundo de acuerdo, y así fue Milhijos. En el capote comenzó el recital. Pepe Moral vistoso en un gran galleo por chicuelinas. En el caballo, cumplió en un buen primer puyazo. Se señaló en un segundo.
El toro hizo el avión de una manera soberbia, deslizandose hasta los abismos llevados por Pepe Moral. Repetía y repetía sin parar. Estaba el encaste albaserrada, en la cumbre de la cría del toro de lidia en aquellos momentos, mientras el ganadero hacía gestos de incredulidad en una locura maravillosa en los tendidos.
Apabullante la embestida en todos los grandes muletazos del sevillano. Volvió el mejor Moral. Dos orejas y rabo simbólicos en un delirio generalizado. Un broche insuperable.
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