Lo dice Pepe Mata… Paco Ureña llenó de arte a Las Ventas; y Victoriano de mansedumbre
Sí, la plaza se llenó a reventar, Paco Ureña la llenó de arte; mientras que Victoriano del Río la llenó de mansedumbre y descastamiento.
Victoriano del Río debe estar sumamente agradecido con el genial Paco Ureña; de no haber sido por las dos importantes faenas que hizo a sus mansos y bobalicones ejemplares, la tarde hubiera caído en la desesperación total, por la irremediable mansedumbre descastada de sus ejemplares.
Esto no significa que los alternantes de Paco no hayan hecho algo digno.
¡Por supuesto que sí!
Sobretodo, Andrés Roca Rey, que se impuso a dos bovinos que literalmente huían de su sombra, su segundo nada más percibía el engaño, doblaba contrario cada tres segundos para buscar la salida hacia su ganadería y…
… patas en polvorosa a huir; aún así extrajo el joven Roca Rey, pases meritorios, hasta que ya aprisionado en tablas el de Victoriano siguió doblando contrario sin parar, y no había más que hacer.
Andrés debería de reclamarle a su maestro Campuzano, que insista en imponerle torear los mansos y descastados ejemplares de las ganaderías comerciales; ojalá y algún día se de cuenta de ello, y verá como cambiará su vida para mejor.
Del señor Castella, algo quiso pero se le percibió fastidiado, y… ¡cómo no se puede fastidiar uno ante la mansedumbre y el descastamiento sin parar!
Por fortuna, en medio de este escenario, le ha correspondido lo más dócil, lo más bonancible, lo más dúctil al gran Paco Ureña, y lo supo aprovechar inobjetablemente.
La faena de su primero fue un alarde de torerismo e impecable técnica, dejando momentos para la posteridad, incluso apareció un terrible arropón, una vez terminada su faena tuvo que visitar a la enfermería; y si bien es cierto que hubo cierta petición, no cuajó en mayoritaria para conquistar un trofeo.
La que sí resultó no sólo mayoritaria sino unánime, ha sido la solicitud de las orejas en el cierraplaza, ya que por haber tenido que visitar a los galenos quienes le encontraron posible fractura y contusión de la escápula izquierda, tuvo que aparecer hasta el sexto de la tarde.
Otro toro manso, ha sido el bobitoro que, Paco, entendió a perfección, toreándolo no sólo con pulcritud, sino con inobjetable sensibilidad y estentórea naturalidad; regalando momentos escultóricos plenos de temple, ritmo y consecuente armonía que hicieron estremecer a los espíritus de los diletantes taurino.
Sí, así fue, un gozo indiscutible para el espíritu esa gran propuesta, y tras un espadazo trasero y perpendicular que hizo tardar en caer al toro, lo que provocó incomprensiblemente la ovación como homenaje a la mansedumbre por parte de cierta gente, por el simple hecho de que tardaba en caer el bovino, Paco conquistó el triunfo.
Sí, conquistó el triunfo tras escuchar un aviso, momento en el que claudicó el astado, los pañuelos pintaron de blanco los tendidos de la plaza, y se autorizaron dos merecidos trofeos que, el genial Paco Ureña, ha paseado con evidente felicidad…
… felicidad que creció y mucho, cuando se abrió la puerta grande del coso titular del mundo y el público le llenó de vítores en medio de las luces de los móviles que han perpetrado el hecho en las gráficas.
Bien por Paco Ureña, y nuevamente no sólo mal, sino pésimo por Victoriano del Río, quien presume de hacer toros sin bravura, pues que ponga atención en su ganadería porque la mansedumbre asfixiante ya se le está transformando en marmolillos y toros violentos, y en menos que cantó el gallo de la pasión, le dejarán de torear sus ya ex borregitos, no sólo los figurines, sino todos los toreros, por carecer del fundamento de la casta y la bravura.
¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!
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