Crónicas

En la Monumental México… Andy extrajo agua a una piedra de mansedumbre

Tercera corrida de la Temporada Grande 2018-2019 de la Monumental Plaza de Toros México. Cerca de un cuarto aforo, unas diez mil personas. Se han lidiado cuatro toros de José María Arturo Huerta, dos para rejones el que hizo cuarto, un manso de solemnidad, y dos -segundo anovillado y tercero- para los toreros de a pie, disparejos en presencia, mansos y descastados. Dos toros de la ganadería de Arturo Gilio, encaste Parladé vía Domecq, mansos, el quinto descastado; el sexto con movilidad y docilidad.

El rejoneador Andy Cartagena: División de opiniones y oreja.

Arturo Macías El Cejas: Saludó en el tercio tras dos avisos y ciertos pitos.

Leo Valadez: Silencio y oreja con ciertas protestas.

Detalles:

Al finalizar el paseíllo se rindió un minuto de ovación en recuerdo al gran Rafael Chito Muñoz, quien falleciera el sábado reciente.

El buenazo de Jorjazo, quien estuvo en el palco de la nula autoridad, mostrándonos a todos que es cejista, le regaló al señor Cejas todo el tiempo del mundo, le tocó el primer aviso cinco minutos después de haber terminado el tiempo reglamentario y el segundo, pues cuando se debía haber devuelto dos veces el toro. Así las cosas con estos irresponsables que no le dan grandeza a la Fiesta con sus complacencias.

Toreros y subalternos dieron vuelta al redondel con una pancarta con la que invitaban a todos los aficionados para ser partícipes de la marcha pacífica en Pro de la Tauromaquia a llevarse a cabo el próximo martes 27 de Noviembre, saliendo a las 11 de la mañana, desde el Monumento a la Revolución.

Alejandro Prado, tras habilidoso tercio de banderillas con el quinto, saludó en el tercio.

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Un océano interminable de mansedumbre invadió el mayor coso del mundo, era asfixiante ver salir primero a los de José María Arturo Huerta, y luego el que hizo quinto de Arturo Gilio.

La comodidad que han creado para los figurines ha afectado a la desendencia que tienen ahora mismo en sus dehesas.

La gente ya no quiere un toro bobo que vaya sin chistar como perrito faldero a la muleta, sino un toro que haga notar que tiene poder a través de su bravura y dé continuidad a su andar a través de su casta.

Y, eso…

… eso no hubo este domingo en cuestión.

Todo irá mejor, a mucho mejor, si los ganaderos se convencieran de que no deben ser complacientes servidores de los figurines, para prepararles a la carta al bobitoro; sino los criadores del elemento fundamental que da razón al arte del toreo:

El toro bravo y encastado.

En este contexto abrió plaza, Andy Cartagena, y tuvo un primer ejemplar, soso, mansurrón al que extrajo faena interesante, siempre llevándolo sometido en sus principescos caballos, sólo dejó un rejón de castigo, y con eso tuvo el bovino, lució en banderillas, y expuso como tenía que ser, acortando los terrenos para poder provocar al mansesco oponente.

Al final, no estuvo fino con el rejón de castigo, y hubo un sector que denostó la nada ortodoxa colocación, mientras que otro, ovacionaba reconociendo su honesta participación.

No obstante, eso no le dejó contento a, Andy, así que con su segundo, salió por todo y mucho más, pero tuvo frente a él, a un marmolillo, un manso y descastado ejemplar, al que obligó literalmente a moverse.

Y vaya que lució, los conocedores disfrutaron la fina arquitectura del toreo de Andy, gran jinete, y mejor exponente del arte del rejoneo.

Salió el mansesco y anduvo suelto, así que lo sujeto con torería, imponiendo su imperio ultramarino, para después del rejón de castigo, ver como se fue parando.

¡Vaya mansedumbre asfixiante!

Así que el reto estaba ahí, sacar agua a esa piedra de mansedumbre, cosa que parecía casi imposible, pero no para Andy quien lució luminoso en banderillas, otorgando todos los terrenos al toro, con el fin de no atosigarlo, pero sí provocarlo y someterlo.

La gente supo entender este hecho y comprender toda la faena, hasta llegar a las banderillas a dos manos, que dejó bien puestas pero los arponcillos no respondieron cayendo los palos a la arena; por lo que puso otras dos de contundente colocación.

Dejó un rejón de muerte de efectos rápidos, y la mayoría de la gente pidió una oreja que tardó en autorizar el buenazo de Jorjazo.

El señor Cejas ha estado nuevamente en el coso de Insurgentes, y tuvo un primer ejemplar, justito de presencia, anovillado, que le permitió todo. Un bobitoro que iba y venía con un andar franciscano, lances con limpieza, y con la muleta dando pases con ambas manos que resultaron aseadas aunque a larga distancia, pero nada que dejara sólido recuerdo.

Se pasó de faena, y estuvo mal con el acero. No obstante, el buenazo de Jorjazo le regaló todo el tiempo del mundo, cuando le debió haber devuelto al toro.

Con su segundo, un toro manso, descastado, nada digno para el recuerdo. Hubo voluntad, pero faltó sentido del toreo. Si un toro tiene poco o nada, con haberle lidiado hubiera sido lo correcto, pero volvió a ser el señor Cejas de siempre. Y no hay más que decir.

El joven Leo Valadez, es el caso de un niño que nació casi en los ruedos, y luego lo mandaron a España, se le ve lo aprendido, pero le falta la experiencia para haberlo puesto en práctica.

Nada que se recuerde con su manso primero; mientras que con su segundo, ha estado entusiasta, pues se movió el de Arturo Gilio. Le saludó con chicuelinas, lo que se entiende es recortarle las embestidas, y…

… después de varas en donde hizo estentórea su mansedumbre el astado. Se fue raudo y veloz al pecho del caballo, y cuando pareció que haría claudicar al jamelgo, huyó para el lado contrario de donde está el peto, y aventó cornadas de manso.

Tras esta escena, Leo, hizo un quite por zapopinas que impactó en los tendidos, recortando de hinojos. Pareó con impacto dejando las banderillas traseras; y  fue hasta el cuarto par -se le cayó el tercero a la arena- del que se puede decir fue el mejor.

Con la muleta estuvo bien, que pudo estar mejor, es obvio, sobre todo por el lado derecho. Por el lado natural nada para el recuerdo. Intentó unas dosatinas, pero el público no le interesó ese esfuerzo, y cuando hacía las bernadinas, no convenció por falta de aguante.

Dejó una entera delantera caída con travesía, existió evidente petición, y el buenazo de Jorjazo, concedió sombrerote en mano derecha y pañuelo blanco en la izquierda, la oreja motivacional.

Al ser entregada la oreja, hubo ciertas protestas, pero en general el público aceptó el hecho.

En fin, otro festejo que deja para las buenas conciencias la gran actuación de Andy Cartagena, al imponerse a la adversidad de un toro manso y descastado.

¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!

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@PERIODISTAURINO 

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