En la Monumental México… El poder de Sebastián Ibelles, se impuso a un peligroso novillo
Con una entrada que mejora un poco, en la Monumental Plaza de Toros México, se ha dado la novena novillada del serial Soñadores de Gloria, se han lidiado cinco novillos de Fernando Lomelí y, uno de Monte Caldera, que abrió plaza, justos de presencia, los mejores presentados han sido cuarto y sexto. Fueron mansos, el cuarto tuvo genio, desarrolló sentido a raudales, y por consecuencia necesaria, gran peligro.
André Lagravere El Galo: Resultó con lesión perianal.
Héctor Gutiérrez: Vuelta al ruedo desangelada que decidió darse tras petición de sus amiguetes; saludó en el tercio; y silencio tras aviso.
Sebastián Ibelles: Silencio tras aviso y oreja.
Parte médico:
Durante la lidia del primer astado, el novillero, André Lagravere El Galo, fue intervenido quirúrgicamente encontrando lesión parcial del esfínter anal presentando una cornada con dos trayectorias una de 15 cm ascendente pararrectal y la segunda de 20 centímetros por delante del glúteo que diseca tejido celular subcutáneo y músculos de la región. Dada la magnitud de la lesión se decide hacer una cirugía de control de daños. Se efectúa una anoplastía con esfinteroplastía, limpieza quirúrgica y colocación de sistema de presión negativa. Se programa a nuevo procedimiento quirúrgico para una reexploración y manejo definitivo. Al escribir esta nota el paciente se encuentra estable. Continuará hospitalizado con vigilancia estricta. Firma: Dr. Juan Carlos Sanchez Robles. Cirujano colón y recto. Servicio Medico Plaza Mexico.
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El noveno festejo de Soñadores de Gloria resultó harto interesante, sólo por un novillero, un joven que nos demostró que quiere ser torero: Sebastián Ibelles.
Apareció el tercero de la tarde, un novillo que desde el inicio mostró evidente violencia, rematando en lo alto de los burladeros; ante esta situación, Sebastián, salió con su capichuela recogiendo el violento andar de su astado, para después lancearlo meritoriamente.
¡Por supuesto que el utrero intentó no sólo puntear el engaño, sino arrebatárselo al valentísimo novillero!, pero…
… pero la serena inteligencia le hizo improvisar una chicuelina para recortarle el huidizo caminar y después una tafallera, dejando como rúbrica, un recorte soltando el capote, como bello detalle pinturero.
Puso de largo al novillo del caballo, pero…
… pero no quiso acudir, así que la peonería lo acercó casi a los ‘pies’ del peto a donde fue a dar poniendo la protestona cornamenta arriba, como lo hacen los mansos.
Fue mal picado y sin pelear.
Ante este reto, Sebastián, decidió iniciar con pases poderosos por abajo, del tercio hacia casi a los medios, haciéndole notar su imperio al peligroso ejemplar, que aventaba derrotes buscando penetrar en la geografía corpórea del novillero.
Y de pronto, con evidente mando, apareció una mágica serie con la mano diestra, en donde aguantó hasta lo indecible.
¡Así es!
Siempre poniendo el corazón sobre la arena ante la incómoda adversidad.
Vendría otra poderosa serie con la misma mano derecha, largos y sentidos fueron los trazos, y cuando se disponía a rematar con el de pecho, el novillo detuvo su andar presentó sus pitacos a la altura del pecho del novillero, y este -el novillero- respondiendo, tocó al astado con su muleta con evidente seguridad, para continuar con la meta, y consiguió el de pecho, obligándole a asistir hasta el forzado.
La faena prosiguió, el joven Ibelles, citó con la derecha para hacer un cambio, y cuando la muleta estaba en la zurda, aventó el utrero un derrote, y esto hizo que en el indómito espíritu de, Sebastián, creciera su fortaleza, y extrajo pases impensables, si bien no fueron bellos…
… ¡no podían ser bellos!, resultaron de inobjetable poder y absoluta torería.
Devolvió la tela roja a la mano derecha, prosiguió con su objetivo, y el novillo acortó las embestidas por lo que, Sebastian, le dio su respiro, el sitio y la distancia correctos, y concretó otra serie plausible.
Lástima y muy grande que con el acero no haya estado en este novillo certero.
De todas formas, el respetable le reconoció su indiscutible valía.
Como había sido herido, El Galo, el juez (presidente) Enrique Braún, anunció un orden de lidia que no respetaron los súbditos que tiene en el callejón, así que, Sebastián, tuvo que lidiar inmediatamente, en cuarto sitio, a su segundo ejemplar.
Un novillo más hecho, pero más peligroso…
… infinitamente más peligroso.
Ante esta encrucijada que se veía difícil, existían dos opciones, claudicar y abreviar; o enfrentar y demostrar que se puede.
Y, justamente, eso hizo, Sebastián, demostrar que cuando se está seguro de uno mismo… ¡se puede!
De esta forma observó -y observamos- que desde con el capote se puso imposible el novillo, aventando derrotes y acudiendo con arreones.
Al caballo, fue como los mansos con genio -la casta mala- sin pelear, aventando desordenados derrotes hacia arriba del peto, y cuando se sintió podido, durmió plácidamente en el peto.
El prólogo de la faena fue a media altura, conduciendo del tercio a casi los medios al novillo, y ahí comenzó una pelea férrea, un combate sin cortapisas, un duelo de poder a poder, en donde no había indulgencia.
El novillo se negaba a acudir mientras, Sebastián, se adelantó a sus mansescas y peligrosas intenciones, robándole literalmente pases con la zurda de enorme valía…
… pero mientras esto ocurría, el novillo paraba y ponía en franco reto, los pitones en el pecho del delgado bisoño, quien se mantuvo firme…
… como una poderosa columna griega del Templo de Zeus, y entonces…
… entonces el joven Ibelles dio permiso a la mano derecha de tomar el mando, apareciendo trazos importantes, mientras en el último tiempo el novillo daba violentos hachazos para intentar herir al torero.
Sí, mientras la violencia, el peligro crecían en el novillo, la seguridad y la serena inteligencia, la paciencia lidiadora, se acentuaban en el valentísimo novillero, para concretar su propósito.
Como los toreros buenos prosiguió por ese lado y en el momento de rematar la serie, el novillo volvió a parar, volvió a poner su peligrosa cornamenta en el pecho del valiente, y….
… y, el joven Ibelles, no se inmutó, con absoluta seguridad se creció al reto y ahí…
… ahí aguantó si inmutarse, como lo hace un auténtico héroe.
Trazando lo que sería la última serie por la derecha, el novillo sucumbió ante el poder inobjetable del novillero y fue a buscar el abrigo de las tablas.
La poderosa arquitectura de su faena estaba ahí.
El poder y el aguante de, Sebastián Ibelles, había conquistado el triunfo, ante la mirada atónita de los allí presentes.
Lo lidió por el pitón contrario y el novillo ya no quiso moverse de la protección de las tablas, y ahí surgió el auténtico desplante, porque, Sebastián Ibelles, había vencido y el novillo así lo percibió.
Pinchó, y volvió a colocar al novillo -que se puso a cazar al joven-, y con decisión se lanzó al morrillo, para dejar una entera que ha sido suficiente para hacer claudicar al violento, peligroso ejemplar.
El público exigió la merecida oreja otorgada a la inquebrantable voluntad, al inobjetable valor y a la portentosa convicción, que supo demostrar que quiere ser…
… ¡TORERO!
Los demás
Habíamos visto que por las desconfianzas, las dudas de, André Lagravère, estuvo a la deriva, sin saber cómo poder someter al novillo de Monte Caldera. De pronto sobrevino la cornada en algo tan absurdo, como aventarlo con el pitón certero del novillo y, así dejó la herida perianal.
De, Héctor Gutiérrez, sigo sosteniendo que no está para la alternativa, debería seguir otro año sumando experiencia, colgar en la pared de su casa el título de doctor en Tauromaquia, sin sustento, no creo que sea su objetivo.
En el ruedo se ha visto en dos festejos seguidos, mientras puede acompañar la embestida de los novillos, deja algunos pases que anuncian algo interesante, pero cuando estos -los utreros- se detienen y debe tirar de ellos, con aguante y poder extraerles pases, ahí acaba todo.
Su peor momento lo tuvo con el sexto, el otro mejor presentado, y con el que sus carencias llegaron al máximo nivel.
Sería lógico que visitara la autocrítica, porque a pesar de los falsos elogios que vociferan los amigos del engaño, la realidad es otra.
En fin, que la tarde de este domingo, salimos reconociendo la pasión de un joven, Sebastián Ibelles, quien hace valer y mucho la luminosa frase del siempre bien recordado, Maestro Pepe Alameda:
“El toreo no es graciosa huida, sino apasionada entrega”.
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Galería cortesía de la Doctora Mónica Sequeiros
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