En Bilbao… Un inmenso Diego Urdiales apabulla sin paliativos a Ponce y El Juli
Bilbao, España. Se celebró la octava corrida en la feria taurina de Bilbao 2018 con tres cuartos de entrada y tiempo agradable. Se lidiaron seis toros de Alcurrucén, aunque saltaron ocho toros al ruedo al ser devueltos dos en el quinto turno, muy desiguales de presentación y de juego.
Enrique Ponce: Silencio y saludo tras aviso.
Julián López El Juli: Palmas y saludo tras aviso.
Diego Urdiales: Oreja tras aviso y dos orejas tras aviso.
Detalles:
Diego Urdiales salió en hombros, en medio del delirio del público de Bilbao, abriendo la puerta de la gloria taurina tras sus luminosos argumentos.
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Diego Urdiales ha dado un golpe fortísimo en la mesa del toreo esta tarde en Bilbao, porque no sólo nos ha deleitado con su arte y torería, sino que ha puesto en evidencia lo podrido que está el sistema taurino que ha hecho a un lado descaradamente a un torero de semejante calidad.
Y no sólo ha sido esto, sino que ha apabullado sin contestación a dos de los toreros que el gran público considera como figuras; al darles un repaso monumental de toreo y mostrarles la forma en que se torea con pureza.
Sin engaños ni ventajas y se ha visto a las claras la repercusión que tienen en el público estas dos formas de toreo, cuando un torero se entrega de verdad, verdad y cuando se hace con ventajas y espejismos.
Diego ha estado inmenso desde el quite al primer toro de El Juli en donde mostró las credenciales de como venía su tarde con un quite exquisito por verónicas y una media excelsa.
Sus dos toros no parecían mucho en especial porque no habían peleado en el caballo como fueron todos los de Alcurrucén, pero Diego con la convicción que venía creyó en su interior que había posibilidad de lucimiento y vaya si lo hubo.
En el primero de su lote estuvo muy bien, con una seguridad y con una torería impresionante, con las zapatillas clavadas en la arena dejando bien clarito en las dos primeras dos tandas de que se trata esto de torear, dando el medio pecho, presentando la muleta por su panza y llevando al toro embarcado con una naturalidad pasmosa, de lujo, de otro nivel.
Al natural se superó y de dos grandiosas tandas hay que destacar tres naturales por bajo, mandones, lentísimos……. naturales para volver a creer en el toreo. Un oasis en medio de tanta vulgaridad vivida en estos días.
Mató de estocada tendida y contraria, por tanto el toro demoró en caer, sonó un aviso, pero vino una oreja de peso, una de verdad, de toreo caro.
¡Por fin!
En su segundo vino más cante grande, porque Diego se ha superado y a su arte le ha añadido lentitud, regusto, por un momento paró el tiempo en un par de pinceladas de dibujo de alto trazo por la derecha, desmayado, roto en un manantial de torería, toda una bocanada de aire fresco y puro, la delicia del arte de torear.
Los naturales levantaron al público de sus asientos, las palmas echaban humo y la plaza ya había estado boca abajo tres veces. Los remates del final eran perlas que adornaban esta joya de faena. Hubo intermitencias, si, pero benditas intermitencias, porque el toreo no es mecánico, sale profundo del alma y así toreó Urdiales.
Se cuadró para entrar a matar pero el toro estaba atrevesadito y vino el pinchazo intuido para dar paso a una estocada entera efectivísima que liberó el grito contenido, el delirio de la plaza, de su plaza, de su eterna plaza.
Sus dos compañeros atónitos y apabullados estaban en silencio detrás de tablas recibiendo una lección, una cátedra de toreo de verdad.
Porque Ponce y El Juli siguieron hoy en Bilbao con su toreo mentiroso y ventajista y palparon en sus carnes la diferencia de eco que hay cuando un torero se pone de verdad en su sitio y torea con pureza a cuando se miente y se destorea. Es como el sonido de un tren comparado con un carrito de dar cuerda.
Ponce en su primero estuvo en su versión habitual toreando a media altura para que el sosito de Alcurrucén no se cayera, toreando por fuera, aliviado y sin entrega. Templado y elegantón, eso sí, como siempre lo hace. Entró a matar sin convicción y fue silenciado.
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En su segundo salió espoleado después del primer baño que les dio Urdiales y quiso redimirse ante su público, porque dicen que el torero de Bilbao es Ponce pero al escuchar como se rompían las manos con el riojano creo que ya está en segundo lugar en preferencias.
Estuvo de nuevo templado pero sin ajuste, despegado y aliviado y así la diferencia con quien torea puro se nota mucho más. Al natural no pudo ligar y la faena perdió eco en el tendido. Pinchó, dejó luego media estocada y descabelló ágil. Saludó, pero la diferencia con la pureza vista en el tercero fue abismal.
El Juli ha estado desigual y mosqueado. En su primero quiso mostrarse novedoso con un quite por faroles poco común que salió bien. En la muleta inició con pases por alto y estatuarios y hasta allí el toro parecía repetir con nobleza, pero a partir de esta serie se quedó el torito y la faena deambuló por la mediocridad. Mató mal, porque matar con ese salto desagradable que da El Juli es matar mal, empachando al toro de muleta dejando tres cuartos de espada que acabó con el toro.
En su segundo se vio la influencia que ya tiene el twitter en las corridas de la actualidad porque al saber que habían quedado de sobreros los toros más armados de todo el encierro, se palpó que el público de cierto modo quería que salieran al ruedo. Pues así fue, el toro original, mal presentado, se partió parte de su pitón y fue devuelto, el segundo sobrero tenía una leve cojera en sus cuartos traseros que el público magnificó bajo el efecto twittero anotado y salió el berrendo corniveleto que causaba furor en las redes.
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Pues a El Juli se le notó cierto asquito desde que lo vio y así lo toreó, con asco, como queriendo y no, sin decidirse del todo y como no está acostumbrado a que le salgan este tipo de toros, broncos y con ideas, pues su imagen de gran lidiador se vio empequeñecida. Ya le pasó en Bogotá cuando no le pudo a un toro con genio de Mondoñedo y ahora estuvo igual.
Entre el asco y el querer sin querer no le pudo al toro, por el izquierdo el de los Lozano le tiró derrotes y no le pudo y por el derecho a punta de ventajas lo pasó en un par de tandas en redondo donde si lo templó pero lo tuvo a maltraer el de Alcurrucén.
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Luego el “Jordán del toreo” tiro las tres cartas y al entrar a matar saltó de peor manera que siempre.
¿Será por eso que le dicen Jordan?
Obviamente pinchó hasta por dos veces, antes de dejar una estocada medio decente. Y El Juli se fue mosqueado y pensativo, preocupantemente pensativo.
Y eso que luego vendría el baño sideral de Diego Urdiales.
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Señores Ponce y Juli así es como se triunfa a lo grande, toreando de verdad, pero esto es algo que ustedes parecen haber olvidado con tanta faenita insulsa y ventajista que han repetido tarde a tarde por tantos años.
Si se les llega a olvidar como es esto, hay dos faenas de un inolvidable Diego Urdiales en Bilbao, para que les refresque la memoria.
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Foto portada cortesía del Gran Manu de Alba
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