En Valencia… El enfado de Paco Ureña
Valencia. 28 de julio 2018. Media plaza. Tarde soleada, con el cielo de azul mediterráneo como fondo. Seis toros de Luis Algarra, nobles, justos de presencia, que dieron desigual juego, mansearon primero y segundo, más interesantes los siguientes, con algunos matices, pero en general de mucho interés.
Paco Ureña: Oreja, vuelta tras petición y dos orejas.
Román Collado Román: Oreja, ovación y oreja.
Detalles:
Ambos toreros salieron a hombros
Se desmonteraron en el cuarto Raúl Martí y El Sirio.
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- Paco Ureña (3 orejas) y Román (2 orejas) a hombros en Valencia
- 6 Estocadas 6, y un pinchazo
Paco Ureña, de grana y oro. Creo que nunca, en mis más de 55 años viendo toros, no he visto un disgusto más grande de un diestro en una plaza, como el que cogió Paco Ureña esta tarde en Valencia.
Por segunda vez, ya ocurrió antes durante la Feria de Fallas, un Presidente le negaba la posibilidad de salir en hombros por la Puerta Grande de la calle Xátiva, al no autorizar una oreja en su segundo toro. La luna de sangre del eclipse de ayer viernes, estaba reflejada en el rostro de Ureña y en el callejón dió rienda suelta a su enojo.
¡No hay derecho!
¡Ya había cortado una oreja en el primero!
Lo que no imaginaba el Presidente es la casta que tiene el murciano, que enrabietado salió al quinto toro a jugársela y le cortó dos orejas de ley, con lo que sumaba 3 orejas en la tarde y aseguró la Puerta Grande, sin apelación alguna.
La mano izquierda de Ureña ha sido su mejor arma esta tarde. Con ella se gustó en el primero, mansito, que buscaba las querencias de chiqueros desde el primer tercio. Pero la muleta de este torero es poderosa, especialmente con la mano izquierda. Así hizo sonar la música después de varias tandas con las que se impuso al toro hasta cortarle una oreja unánimemente solicitada.
En su segundo, un toro reparado de la vista que hizo varios extraños que pusieron en peligro al diestro, volvió a estar dominador, corrigiendo defectos y toreando a placer. Lo incomprensible ocurrió tras la estocada. El Presidente no atendió la petición de la oreja y Paco Ureña desató su tormenta al entrar al callejón. Dió una vuelta al ruedo.
Pero le quedaba el quinto, más basto que sus hermanos, pero que después de picado empezó a ir a más. Ureña, espoleado por el despojo del que había sido objeto, se entregó al máximo, con tandas al natural de mucha exposición mientras sonaba la música.
Después de ir por la espada, dio otra tanda de naturales y al vaciar el último dejo el toro justo para entrar a matar, haciéndolo de una gran estocada. La petición fue unánime y la sonrisa de Ureña era un auténtico tratado de justicia terrenal. Dos orejas. Al toro se le dio la vuelta al ruedo.
Román Collado Román, de perla y plata, vivió la tarde con gran intensidad, llegando incluso a ser volteado sin consecuencias, en el segundo y el sexto. A su primer toro le hizo una faena voluntariosa, de menos a más, que alcanzó el momento más álgido después de la voltereta, pues Román, volvió a la cara del toro con mayor disposición. Tandas de derechazos y naturales permitieron que al rematar de certera estocada se pidiera y concediera la oreja.
El cuarto ofreció algunas dificultades que no permitieron que la faena levantara vuelo, las embestidas no eran boyantes y en algunas ocasiones ásperas y discontinuas. Otra certera estocada dejó el resultado en cálidos aplausos de los paisanos.
El éxito llegó con el sexto, el más bravo de toda la corrida. Román se fue a porta gayola y el toro estuvo a punto de arrollarlo, al embestir por el lado contrario al que él le dio la salida. Pero en el tercio le recetó dos faroles de rodillas y una buena tanda de verónicas, que permitieron ver las condiciones del astado.
Comenzó de hinojos la faena de muleta y luego, con el toro encastado acudiendo al cite, se entretuvo en una faena larga, con tandas de derechazos y naturales rematados con los forzados pases de pecho. Y cuando le tenía cortadas las orejas, se tiró a matar y pinchó siendo cogido. Era el primer pinchazo de toda la tarde. Volvió a coger la espada y clavo un certero espadazo que bastó. Se pidió la oreja que fue concedida y le permitió acompañar a Ureña en la salida por la Puerta Grande.
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