Crónicas

En Aguascalientes… ¿Triunfo o triunfalismo?

Lleno en la Monumental hidrocálida, tercera corrida de la Feria de San Marcos 2018. Se lidiaron dos de La Estancia para rejones, uno muy justo y el otro bien presentado que recibió arrastre lento. Un encierro de Jaral de Peñas, desiguales en presentación y de juego variado, destacó el sexto que recibió arrastre lento. Uno de Villa Carmela justo de presencia y complicado que sustituyó al quinto que se lesionó. Otro de Santa Fe del Campo de regalo, que fue bueno, pero se acabó pronto.

Pablo Hermoso de Mendoza: División de opiniones y dos orejas

Sebastian Castella: Leves palmas en los de su lote y oreja en el de regalo

Joselito Adame: Palmas y dos orejas.

Detalles:

El subalterno Gustavo Campos saludó en el tercio.

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Hay tardes en las que todo se conjunta, el sol, la afición haciendo el lleno, el toro y la disposición de los toreros, hay tardes en las que todo se presta para la fiesta y aunque lo que suceda en el ruedo no raye en lo sublime, el tumulto en pos del triunfo hace reclamos, piden pan y si les dan y aquello se vuelve triunfalismo. Así fue la tarde de este 21 de abril en Aguascalientes, hubo muchos detalles buenos, sí, aunque una verdadera tarde de triunfos redondos se palpa distinto, se sale toreando de la plaza y sobretodo convencido de que lo que vio no se repetirá nunca. En fin, la fiesta moderna de eso vive ahora, de querer ser y aparentar, de pretender y no llegar.

Y si empezamos desmenuzando lo que sucedió esta tarde diremos que Pablo Hermoso de Mendoza estuvo en su papel, dispuesto, haciendo lo que sabe, impresionando a muchos de recién llegados y a más ocasionales, pero del toreo a caballo que hace muchos años disfrutábamos ya queda muy poco. Un caballista con muchas aptitudes pero que a veces cae en el desgano. Tuvo enfrente dos astados de buenas condiciones, con el primero clavó rejones de castigo en buen sitio, se dejó llegar astado bien a la grupa haciendo que los feriantes se emocionaran, en general una actuación de voluntad que finalizó con fallas con el rejón de castigo y se retiró entre una marcada división de opiniones.

Con su segundo, un toro que tenía recorrido y que siguió sus jacas sin parar, luego de varios rejones de castigo, clavó banderillas largas, cortas y las rosas con alarde que contagió a la afición, el momento más destacado fue cuando se lo llevó materialmente pegado a los estribos, recorriendo medio redondel y haciendo que la gente se emocionara. Terminó dejando un rejón de muerte trasero para que el juez también se alterara y entregara las dos orejas.

Lo dulce de la tarde fue el sabor dejado tras la faena de Sebastián Castella con el de regalo, uno de Santa Fe del Campo que le permitió al francés sentirse agusto, desde los lances a pies juntos hasta que tomó la muleta, el astado se arrancó de largo y Castella se lo pasó por la espalda a centímetros, repetir la dosis y terminar con el desdén mirando al tendido, el toro fue atento, presto a los toques de su muleta y pasó con lentitud y tersura, por el izquierdo también lo intentó pero en definitiva por la diestra iba mejor.

Castella puso tierra de por medio para darle su tiempo y su espacio y nuevamente ir a la carga y pasárselo a media altura, ya el astado iba con dificultades y se quedaba a medio pase, el francés aguantó en la cara hasta conseguir su objetivo de completarle los muletazos, hubo extrema cercanía entre los diamantes y el oro. Al final abaniqueo de pitón a pitón y pinchazo y estocada para que le otorgaran una oreja de consuelo.

Con los dos de su lote estuvo voluntarioso, ante el primero de salida alegre al que apenas le señalaron el puyazo, de principio el burel se arrancaba pronto y tenía temperamento en la embestida, con éste Castella trató de someter sus protestas, pero poco a poco se fue aquerenciando, el francés le puso voluntad y terminó con su existencia de varios pinchazos y estocada entera.

Su segundo desde salida comenzó a hacer cosas, extrañas, a quedarse parado y la gente lo protestó, luego remató en un burladero y se partió el pitón, salió en su lugar un reserva de Villa Carmela con el que Castella quiso pero no se pudo, el burel fue de embestida descompuesta y el torero comenzó doblándose con él, llevándolo a media altura y vaciándo por alto, insistente y decidido Castella pero no había para más. Mató de entera en buen sitio para escuchar leves palmas.

El que tiene a la gente en un puño es José Guadalupe Adame, su toreo tiene arrojo y deseos (como lo deben tener todos los que se visten de luces) que puede gustar o no gustar, la cuestión aquí es que indagar si realmente la afición ya encontró a su eslabón perdido o sólo ve lo que quiere ver.

A su primero, de inicio Adame plantó las zapatillas al piso y por alto se pasó al burel. La situación no fue fácil y el torero tuvo que materialmente seguirlo por el redondel para extraerle algunos pases, aquerenciado el toro y José en la pelea. Terrible con la espada para escuchar palmas.

La faena de José al sexto del festejo tuvo sus momentos buenos, desde los doblones de mando para sacarlo de las tablas hasta las tandas por derecha en un palmo de terreno y el remate por alto, aquello iba serio, sereno y real, hasta que sonó la pelea de gallos y pareciera que las notas invocan a la bruma que a la postre obstruye las visiones.

Joselito se dio a torear unas veces muy bien, hay que reconocerlo, tomando la muleta con mando desde el centro del estaquillador para dibujar tersos pases, continuos y reposados y otras tomándolo de la esquina para aliviarse un poco, el pico de su muleta también tuvo protagonismo, pero eso el gentío no lo nota, está más concentrado en desgallitarse con el olé.

El toro fue bueno, repetidor, algunos despistados pedían el indulto que afortunadamente no se dio.  Al final dejó una estocada en lo alto para que el juez de golpe y porrazo entregara las orejas, claro, si ya las había dado por menos al rejoneador era obvio que sucedería, por ello y no medir justamente las faenas es que uno se cuestiona si los premios son reflejo de triunfos honestos y cabales o sólo son para darle acento a la fiesta y caer en el encanto de “figuras” sobradas y altivas, que, impulsados por su extrema autoestima, sus fieles aplaudidores y un escenario idóneo caen en el triunfalismo.

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@AnaDelgado28 

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