En Arnedo… Diego Urdiales profeta en su tierra
Arnedo. Sábado 17 de febrero de 2018. Arnedo Arena. Fiestas de San José. Con dos tercios de plaza en los tendidos, se han lidiado toros de Luis Algarra – desigual de juego a excepción del segundo – (manejable el primero, con transmisión el segundo, exigente el tercero, deslucido el cuarto, complicado el quinto y con clase el sexto).
Juan José Padilla, que sustituyó a Cayetano: Oreja tras aviso y silencio.
Diego Urdiales: Dos orejas tras aviso y palmas.
Tomás Campos: Oreja y oreja tras aviso.
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El riojano que firmó una gran faena al segundo, compartió salida a hombros con Tomás Campos, en una variada corrida de Luis Algarra.
El Arnedo Arena abría sus puertas en las Fiestas en honor a San José, y es que, con las Fallas en su pleno apogeo, la ciudad riojana alternó un duelo por la fiesta en la semana de pasión valenciana. Ni a Valencia, ni a Sevilla ni tampoco a Madrid, está anunciado Diego Urdiales, y que el riojano no esté en los principales escenarios da buena cuenta de cómo está la Tauromaquia, cierto es que en Madrid no ha estado a la altura de las circunstancias en los últimos años, pero un torero de su corte debería estar presente en San Isidro. Incomprensible.
Y es que, visto su inicio de temporada, al riojano le sienta bien comenzar temporada entre sus paisanos. Baño de multitudes, buen toreo y dos orejas que le permiten seguir soñando porqué no… con entrar en Madrid, incluso por la vía de la sustitución, o al menos plantearle al bueno de Simón Casas que su exclusión no tuvo ningún sentido, y quién realmente pierde es el aficionado. Su excelsa tarde en el Arnedo Arena, fue un cónclave para los sentidos más especiales. Desorejó al toro con el que inició su enésima temporada – en concreto la 19º -, en una labor que brindó a Espartaco y que vio inició con un saludo capotero de un Urdiales en su mejor momento. Faena de mando y poder, que con gusto y hondura fue ganándole terreno al burel, en una pulcra faena donde fluyó el toreo de mano baja y templado. Peor condición tuvo por el pitón izquierdo, aunque el riojano pudo disfrutar en una amalgama de naturales de enorme suavidad. Lo despachó de una estocada que, aunque no fue buena su colocación, si lo fue de ejecución. Las dos orejas de Soñador le permiten comenzar con fuerza una temporada – que visto lo visto, que tendrá que ir ganándose cada contrato. Si el segundo fue un toro de vacas, el quinto muy a su pesar probó de lo lindo al riojano que abrevió en vista de su condición. Aun así, el público reconoció su entrega y disposición y le tributó una cálida ovación en contra posición con la sonora pitada a su oponente.
Apretando fuerte llegaba Tomás Campos a Arnedo con un currículum intacto toda vez de la complejidad para la nueva hornada de toreros, hacerse con un hueco en cualquier cartel. Más aún a principios de temporada, pero con la primavera y el verano por delante Tomás Campos es uno de esos toreros que quiere ser noticia. Y con tardes como la de Arnedo, se está ganando a Ley su incursión en plazas que, aunque no sean escenarios de primer nivel, le pueden granjear mayores contiendas. De momento, en su primer paseíllo de la temporada compartió salida a hombros con Urdiales gracias a dos labores que aunque complicadas dado los ejemplares que sorteó, en ambas se percibió su aroma y savia nueva. Y eso que no comenzó bien, toda vez que no llegó a estar cómodo con el tercero, un burel que evidenció la falta de rodaje del extremeño, y aunque mató de forma vulgar el público premió sus ganas y disposición. Otra paseó del sexto, un toro con clase que el extremeño disfrutó toreando sobre la izquierda. Faltó temple en algunos compases, pero hubo buenas tandas por ambos pitones. Juventud, divino tesoro.
Quién no pudo despedirse con un triunfo fue Juan José Padilla en la temporada de su adiós de los ruedos – quién toreaba en Arnedo por vez primera en su carrera, por la vía de la sustitución tras la incomparecencia de Cayetano que alegó días atrás una fractura de escafoides. Una oreja paseó del abre plaza un toro de noble condición de Algarra que adoleció de fuerzas, pero que Padilla comprendió bien y que realizó la tauromaquia que sabe hacer plena de pasión y entrega. Remató la labor con circulares dejando una estocada que le puso en bandeja un apéndice. No pudo rematar la tarde con el cuarto, debido a la falta de empuje en la mayoría de sus acometidas, y que imposibilitó el triunfo al jerezano. Aun así, Padilla fue todo entrega ante un toro que planteó problemas y con el que no estuvo atinado con la espada.
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