En la Monumental México… Una gran rebanada de nada
Con una entrada modesta en la Monumental Plaza de Toros México, en lo que ha sido el noveno festejo de la actual Temporada Grande 2017-2018, se ha lidiado una inadmisible mansada de Arroyo Zarco, disparejos en presencia, el primero un auténtico pequeñajo, anovillados segundo, tercero, cuarto; justos de presencia quinto y sexto.
Ignacio Garibay: Silencio en su lote.
José Garrido: Oreja y silencio tras aviso.
Diego Sánchez: Palmas tras ligera petición y silencio.
Detalles:
Diego Sánchez ha confirmado con el pequeñajo Brillante, número 230, con 477 kilos.
Diego Martínez, saludó tras parear el segundo.
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Una gran rebanada de nada ha sido este festejo, seis ejemplares que al no tener ni casta ni bravura, son una gran rebanada de nada; tres toreros que intentaron, pero no concretaron, acabaron teniendo una gran rebanada de nada.
Sí el esfuerzo inútil ante la nada.
Ha cortado una oreja, José Garrido, y todavía nos preguntamos el ¿por qué?
El buenazo de Jorjazo, decidió regalarle ese apéndice tras la petición que hubo por parte de los amiguetes que le fueron apoyar, que no fueron muchos, pero hicieron un gran escándalo.
La historia comienza cuando apareció su toro ,que fue un horripilante y destartalado ejemplar, al que llamó el ganadero, Barba Roja, anovillado burel con unos cuernitos de simulación, como de simulación ha sido la suerte de varas.
El prólogo ya con la muleta, no fue contundente, siendo seguido con series con la derecha que resultaron simplemente cumplidoras.
Sin que hubiera una estructura en la faena, aparecieron por el lado natural pases que han resultado en medio del barullo y la vulgaridad, sin contenido, acaso dos que aparentaron decencia en las formas.
Se puede comentar que la faena del joven Garrido, nunca alcanzó la intención artística, fue desordenada sin ningún hilo conductor; así de pronto hubo dosantinas como inmediatamente otra seria con la derecha, y finalmente unas bernadinas.
En medio de este desorden generalizado, la estocada cayó trasera y caída. Y, sin un fundamento, voló desde el inútil palco de la autoridad una oreja que fue la gran rebanada de nada.
De su segunda comparecencia, sólo se recuerda del joven, Garrido, lo macizo del esfuerzo, que no tuvo la lógica de una lidia para un toro tan manso, como descastado con tintes de genio.
Lamentablemente, Diego Sánchez, quien confirmó su alternativa, no lo pudo hacer con grandeza, con la sobriedad… con la expresión artística que le distingue, y en conjunto su actuación quedó también en una gran rebanada de nada.
De, Ignacio Garibay, no queda más que contar, se ha presentado en una tarde que no escribió nada para la posteridad, y así no se puede existir.
No obstante, es prudente destacar, que estos astados tan malos por su mansedumbre y descastamiento, han sido la parte fundamental que impidió una tarde de mayor envergadura.
Alguien comentó en la plaza que un alto vacío, integrante de la prensa corrupta, estaba afirmando que el pequeñajo que abrió plaza era un zapatito, que así se les decía a ese tipo de toros.
¡Vaya con estos amigos del engaño!
Suponen, y suponen mal, que el público les va a creer todas sus mentiras.
Pues a esos zapatitos se les llama anovillados, por su estentórea presencia de novillos, o mejor dicho, pequeñajos; mientras que al encierro, que no estuvo bien presentado, se le debe llamar manso y descastado.
Con eso se comprueba que el DES encaste Barroso… ¡no existe!
¡Es una mera especulación!
En fin… que ante este contexto, no queda más que decir de esta tarde tan anodina como gélida, ya que…
… ya que todo ha resultado, una gran rebanada de nada.
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