En Zaragoza… Oreja para Juanito, Carlos Ochoa y El Adoureño la pierden con la espada

09 octubre 2017 Redacción

Zaragoza. Lunes 9 de octubre de 2017. Tercera de la feria Del Pilar. Se han lidiado seis novillos de Adelaida Rodríguez de seria presentación y juego desigual. Un tercio de plaza.

Juanito: Oreja y ovación con saludos.

Carlos Ochoa: Ovación con saludos y silencio.

El Adoureño, que sustituía a Jorge Isiegas: Ovación con saludos y silencio.

Detalles:

Novillada de carácter internacional con el portugués Juanito que cortó la única oreja del festejo, el madrileño Carlos Ochoa y el francés, El Adoureño, que dejó sus buenas formas en la sustitución que cogió por Jorge Isiegas.

Saludaron en banderillas Raúl Ruiz en el segundo, José María Lázaro en el tercero y Miguel Murillo en el cuarto.

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Juanito paró al primero de la tarde a la verónica. Elaboró faena a fuego lento y supo dosificarlo para que le aguantara. En el tramo final vinieron los momentos más intensos, a media altura, pero tirando del astado y ligando por ambos pitones. Entre pitones mantuvo el tipo con valor y la media estocada sirvió para que doblara con inmediatez y paseara la primera y única oreja de la tarde. No pudo rematar ante el cuarto y no fue por actitud y aptitud. El portugués hilvanó naturales uno a uno muy toreros y con mucho valor ante un novillo áspero que lo buscaba. Firmeza sin espada en faena de aficionados.

Carlos Ochoa culminaba en Zaragoza una temporada importante y no perdió crédito. Firme con el capote y dispuesto en los quites. Elaboró faena de largura y ligada por ambos pitones tirando del buen segundo. Si no hubiera sido por los aceros, habría caído la oreja. Ante el quinto se las vio y se las apañó para perseguir al manso de Adelaida Rodríguez y a base de tesón y pegado a tablas logró sacarle lo poco que tenía. De nuevo la espada se quedó a medio camino.

El Adoureño llegaba a Zaragoza vía sustitución por la baja de Jorge Isiegas y llegaba como ganador del Zapato de Oro. El francés demostró su valía demostrando facilidad y buenas formas. Variedad y solvencia con el capote y ya con la muleta, lo citó desde el centro del ruedo para cambiarle el viaje por la espada muy ajustada en dos ocasiones. Valor y firmeza ante un exigente tercero que tenía un final brusco en cada muletazo. Faena de más a menos, pero de no haber errado con los aceros, le hubieran pedido premio. Con el manso sexto, quedó inédito.

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