El análisis de Alberto Bautista… Bolívar para seguir creyendo en Madrid
El panameño da una vuelta al ruedo con el mejor lote del último desafío ganadero del curso. Detalles de Iván Vicente, y tarde para olvidar de Alberto Aguilar con dos prendas.
El último desafío ganadero entre José Escolar y Ana Romero, nos dejó un nombre y un toro por encima de todo. Luís Bolívar y Matajacas II, para seguir soñando.
El panameño realizó lo más granado de la tarde, ante el mejor lote del desafío protagonizado por “Albaserrada” y “Santa Coloma”.
El quinto, con el hierro de José Escolar resultó ser un toro encastado, con movilidad y fijeza, de principio a fin. Sacó fondo y casta Matajacas II, en un trasteo limpio de Bolívar que llevó sometido al quinto, en una faena de más a menos. Si algo le faltó al de Escolar fue fondo.
Bolívar lo suplió metiéndose entre los pitones, y dejando su sello con la espada. Dio una vuelta al ruedo tras una firme actuación.
En su primero, un toro de Ana Romero aplaudido de salida por su impecable presencia desarrolló casta en el jaco. Hizo hilo en banderillas y se vivió una de los momentos de la temporada cuando a la salida de un par de banderillas Gustavo Adolfo García, salió literalmente disparado y Cateto acabó por buscarle los muslos como una exhalación.
El golpe contra las tablas no pasó a mayores, en unas décimas de segundo espantosas.
Bolívar dejó una labor aparente pero carente de continuidad. Lo llevó sometido y experimentando tandas por ambos pitones, aunque muchas de ellas al hilo.
El concepto y el gusto de Iván Vicente, volvieron a calar en Madrid en su quinta actuación de la temporada – la tercera en Las Ventas -, aunque se estrelló ante un lote de escasas posibilidades, aunque el crédito del madrileño volvió a quedar intacto.
Una ovación con saludos recogió tras pasaportar al primero de un soberbio estoconazo.
El de Escolar, parado y deslucido dejó al de Soto del Real con la miel en los labios.
Todo intención la de Vicente que se encontró con un ejemplar parado y de escasa fuerza. El cuarto, – con muchas teclas – no le permitió lucimientos, y es que el deslucido Hornacero fue otro ingrato ejemplar de imposible lucimiento, en una labor que brindó a Curro Vázquez, y que con división en los tendidos fue despedido, tras volver a dejar su impronta con la espada.
Completaba la terna Alberto Aguilar, que dejó una tarde francamente para olvidar.
Con ansía de triunfo llegaba a Madrid tras una temporada con algunos triunfos en Francia, pero con las oportunidades contadas en España.
Con Tobillero de Escolar a punto estuvo de ver como regresaba vivo a los corrales, dejando una faena sin probaturas en la que el toro acusó todos los capítulos de una pobre lidia.
Mirón y gazapón, lanzó gañafones en un trasteo intermitente. No fue el día de un Aguilar apático y sin ideas que todo hay que decirlo, tuvo enfrente a un toro muy complicado que echaba la cara arriba en la suerte suprema.
El público lo pagó con él. Más de lo mismo ocurrió con el sexto, donde el respetable tomó partido con el toro, toda vez que pedía dejar ver al toro por tercera vez en el caballo.
Aguilar cambió el tercio. Un esfuerzo en balde fue su actuación con el que cerró función, frente a un toro de Ana Romero que topaba en lugar de embestir. Humilló por el derecho en los primeros compases y tuvo el acople necesario por el izquierdo, en otra faena larga y silenciada.
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