En Pachuca… Baruch Arreola novillero con verdad

03 septiembre 2017 Redacción

En la Monumental Plaza de Toros de Pachuca Vicente SEgura, que registró alrededor de unas 600 personas, se ha lidiado, una novillada bien presentada de El Vergel, los cuales tuvieron calidad excepto el quinto de la tarde que resultó manso y descastado.

Andrés Suárez del Real: Silencio y oreja de regalo en el que toreó por Buenaño.

Manuel Gutiérrez: Silencio

Arturo de Alba: Silencio.

Leonardo Buenaño: Cornada

Baruch Arreola: Oreja.

Ricardo Martínez: Oreja.

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Pachuca, Hidalgo, novillada charro taurina. El Mariachi que iba a amenazar, no llegó y así se dio inicio la novillada charro taurina.

El novillero, Suárez del Real, quien abrió plaza, saludó deslucido con el capote, no se quedó quieto en su quehacer taurino, mostrando que esta entrado en edad y en carnes. El brindis del perdón a la licenciada Érika Molina, empresaria de Innovación Taurina, seguramente, avizorando lo mal que sabia iba a estar.

Cuando tomó la muleta no entendió la debilidad del astado y decidió comenzar por abajo, el novillo por lógica, perdería las manos en infinidad de pases por la derecha, así como por la izquierda, para nunca decir nada. En ocasiones, fue hasta desarmado, suponemos que el novillero, diría que por el viento, el piso, el novillo… ha sido imposible torear; pero lo que fue imposible e imperdonable, que el novillero haya viajado desde Zacatecas para decir nada y mucho menos. Cuando nadie lo mandó llamar, salió al tercio.

Manuel Gutiérrez, inició con el capote una especie de verónicas y digo, especie de verónicas, porque no se asentó en el redondel y con lo que ha toreado es para que hubiera lucido con creces y no fue así. Intentó hacer el quite por gaoneras, sólo quedó en eso, en intento, porque le faltó el farol que antecede al quite pero, pero tampoco dijo nada.

Ya con la muleta, comenzó doblándose bien, llevando al novillo al centro del ruedo, pero después quiso correr la mano y se acabo todo. Estuvo mal colocado, el novillo se apropió del ruedo; y entonces, a pedir música, porque en el ruedo no había capacidad torera del joven Gutiérrez para resolver el reto. Un novillero falto de técnica, con un valor que se podría decir, hasta medido y con muchas posturitas; diría el vecino de mi butaca de edad avanzada, si no puedes para que te alquilas. Antes de entrar a matar, el subalterno hizo ver lo bueno que era el novillo, un aviso escucharía y todo quedo en la nada.

Arturo de Alba, qué podemos decir de este joven tapatío que de capote no realizó labor alguna. El brindis a su maestro Óscar Rodríguez El Sevillano, más que un brindis, al parecer fue una especie de pedir consejo de lo que debía hacer el novillero, lo cual no se vio, pues de posturas mucho y de torear nada: Sólo una tanda por la diestra, de tres muletazos a rematar por el poco aguante que mostró. Por la izquierda, el público se conformó con pases y pases, sólo dejando uno realmente bien confeccionado y tin tan, perdón tan tan. Antes de tirarse a matar escuchó un aviso por la supuesta faena tan larga que realizó.

Y hemos sabido que le empresa Innovación Taurina se ha volcado apoyando al novillero venezolano, Leonardo Buenaño; eso está muy bien, pero no se les debe olvidar que hay muchos novilleros mexicanos, sobre todo, hidalguenses. Inicio su labor con el capote con dudas lo que dejó a los ahí reunidos en el desconcierto. En la suerte de varas le han puesto dos puyazos al novillo, lo que hizo que el siguiente espada realizara un buen quite de chicuelinas, a lo que Buenaño respondió con un quite por navarras, enseñando el poco bagaje que tiene. Su voluntad le llevó a poner banderillas, pero no ha sido suficiente, fue en el tercer par que decidió sentarse en el estribo y al no estar pleno de recursos, confianza y seguridad, le ha pegado una cornada el novillo, por lo que lamentablemente, no pudo salir a torear.

Como es obvio, su turno lo ocupó el primer espada, Suárez del Real, a quien sorpresivamente la gente del callejón ha incitado al tendido para que le regalaran una oreja, a mi parecer ha sido una autentica vergüenza, porque otra vez desperdició un buen novillo y por respeto a su compañero, sin hacer nada, no la merecía.

Ricardo Martínez, tiene todas las ganas del mundo pero acusó lo poco toreado que anda, esperemos que siga por el buen camino y logre alcanzar el éxito, porque se lo merece.

Y de quien hay que hablar a parte es de, Baruch Arreola, quien desde inicio se ha entregado estoicamente, lo que le resultó una voltereta, pero sin verse el terno, decidió tomar el capote y rematar su actuación, lo que me hizo recordar la frase del inolvidable Maestro Pepe Alameda, ’Un paso adelante y puede morir el hombre, un paso atrás y puede morir el arte’; y el arte se hizo pleno hasta que llegó el michoacano. Quitaría por chicuelinas y tafalleras que de inmediato prendieron al publico por la ajustada ejecución.

Con la muleta brindó al público, una actuación que iniciaría por estatuarios para después continuar con la exquisitez de su toreo con trazos por la derecha, en la cara del torero se ha mirado a un novillero con seriedad y pundonor. El de El Vergel terminaría visitando las tablas y se echaría, lo levantarían y se volvería a echar.

Nuevamente mi vecino de barrera diría, por qué a los toreros buenos les tocan los novillos malos. Después el michoacano tomaría la muleta por la mano izquierda y a dejar los más bellos trazos de la tarde. Tres cuartos de estocada y pareciera que al puntillero lo mandaron a levantar el novillo, pues siendo tan certero en la tarde, lo apuntilló en las orejas. Se les ha ido, Baruch, por delante con verdad.

El público después de dos avisos exigiría una merecida oreja a la apasionada entrega del novillero michoacano; bien por, Baruch Arreola, quien demostró tener un futuro importante.

Al final del festejo, en la mente sólo estaban las imágenes de la faena de Baruch, lo que constituye una pena, porque no sólo el toreó.

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