Lo comenta Miguel Ángel Yáñez: Otro ángel en el cielo de los toreros
Termina la Corrida de la Cultura en Las Ventas y todos salíamos tan contentos tras las buenas actuaciones de Cayetano y Ginés Marín, cuando a los pocos minutos la noticia corre como la pólvora:
“Iván Fandiño muere tras cornearle un toro de Baltasar Ibán en Aire Sur L’Adour en el sur de Francia, al hacer un quite al tercer astado de la tarde que le correspondía a Juan del Álamo, tropieza, cae y el toro hace por él y le cornea en el costado derecho; siendo al fin y a la postre una cornada mortal“.
La desolación y la tristeza nos embarga a partir de ese momento a todos los que formamos parte de la gran familia taurina mundial y a toda la gente de bien y con auténticos y verdaderos sentimientos humanos. Pese al calor exagerado nada habitual, que estamos soportando en estas fechas, me recorre un escalofrío por todo mi cuerpo junto con una sensación de impotencia y dolor.
Cuando aún no nos hemos repuesto de la muerte de Víctor Barrio no hace ni un año en Teruel, la muerte -fiel compañera de los toreros durante toda la temporada taurina en el ruedo y en la carretera- nos vuelve a visitar y se lleva y nos arrebata a otro de los de “luces” que cada tarde salía dispuesto a vaciarse en el ruedo, como era Iván Fandiño. Torero nacido en Orduña (Vizcaya) pero afincado en Guadalajara, en las localidades de Tórtola y Fuentelencina, donde era muy querido.
Dicen que la vida son etapas, que de una manera cíclica se van repitiendo; pero nunca podíamos pensar que esta circunstancia se repitiese de forma tan rápida. E incluso haciendo un desgraciado paralelismo, con otra fecha y otro cartel de Septiembre de 1984, que está en la mente de todos los aficionados; aquel de Pozoblanco con Paquirri, El Yiyo y El Soro.
Un Iván Fandiño que estaba anunciado justo al año de lo de Víctor Barrio también en Teruel, junto a Enrique Ponce y Morenito de Aranda, paseíllo que ya hará en el gran ruedo del cielo junto a todos los GRANDES TOREROS que han dado su vida por su profesión, la que amaban casi más que a sus vidas segadas por la certera cornada de un toro, pero que les hace entrar por la PUERTA GRANDE DE LA GLORIA CELESTIAL.
Sus restos humanos desaparecen, pero nunca desaparecerá el ORGULLO, LA SATISFACCIÓN Y LA FELICIDAD de haber vivido y muerto como TOREROS!!!
#ETERNOIVÁNFANDIÑO.
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