En Madrid… ¡Qué pasa con ustedes señores ganaderos!
Madrid, 17 de mayo. Séptimo festejo de la Feria de San Isidro. Dos tercios de plaza. Toros de Fuente Ymbro, mansos, descastados, desarrollando genio y con ello violencia, llevaron al hartazgo al público.
David Fandila El Fandi: Silencio y fuerte ovación tras petición.
Miguel Ángel Perera: Silencio en su lote.
José Garrido: Ovación y silencio.
Detalles:
A destacar la reafirmación del apoyo incondicional de S. M. el Rey Emérito Juan Carlos I a la tauromaquia contando con su presencia, el cual recibió el brindis de los tres primeros toros.
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Una tarde idéntica a los festejos que llevamos contemplando durante la Feria, protagonizada por unos mansos que empiezan a cansar al público venteño y que se inicia a ver reflejado en las calvas de piedra del tendido del sol.
Se ha convertido en un mal endémico en fase terminal el “encaste” comercial Domecq.
¿Podrán remediar esto?
Ese es el reto de los ganaderos, el reto de los toreros, de todos los toreros serán enfrentar al toro bravo y encastado que tanto exige el público de Las Ventas.
Abría plaza El Fandi ante un toro que salía despistado al que recibió con dos largas de rodillas y posterior toreo a la verónica. El animal decidió irse directamente al caballo, donde protestó, como el resto de los del señor Ricardo Gallardo.
El “bravo” demostró durante toda su lidia esa mansedumbre escarbando en el albero del coso. Mucha polémica tuvieron las banderillas, colocando los dos primeros pares en la línea del torero de Granada, de manera muy vistosa y atrayente a la afición. No hizo lo mismo con el tercer par, en el que se pasó de rosca y dejó una incorrecta colocación. Para intentar remediarlo, El Fandi quiso poner otro par pero el presidente del festejo ya había sacado el pañuelo blanco. La debilidad del astado fue a más, con una embestida sin clase, condición más que suficiente para evitar el triunfo del diestro, quien finalizó con dos pinchazos y dos descabellos.
Más movilidad y nobleza tuvo su segundo, aunque no precisamente hacia el caballo, ya que tuvo que bajar el picador hasta el tendido 10 para poder cumplir con la suerte. Ocho banderillas fueron las que colocó el matador, que exceptuando el primer par que se pusieron fuera de lugar, consiguieron encender al tendido.
Tras observar tal excitación, se fue a los medios a brindar a los asistentes la faena, la cual comenzó de rodillas y aprovechó esa docilidad para dar dos vueltas en redondo. Poco fundamento y escasa colocación tuvo la faena, en la que intentó lucirse con su función habitual. Le sacó al final una tanda de manoletinas con las rodillas en el suelo y finalizó con una estocada entera, algo trasera. Hubo una fuerte petición de oreja, que negó el presidente, D. Javier Cano Seijo, olvidándose en cierta medida de lo que el Reglamento marca.
Poco pudo hacer Miguel Ángel Perera ante su primero, un toro sin transmisión alguna. A destacar los dos buenos pares de banderillas de Javier Ambel. No tardó el viento en hacerse presente. Muchos pases quiso dar el diestro pero no hubo una construcción sólida de faena; faltó ese sentimiento que hace captar la atención del respetable. La escasa condición del astado le obligó a tomar los aceros y dejar un espadazo caído.
Tres cuartos de lo mismo fue la faena del quinto de la tarde, carente de fundamento y transmisión por parte tanto del animal como del pacense. Dejó una estocada trasera.
Con más disponibilidad recibía José Garrido al tercero, un toro débil de manos al que entendió bien, sobre todo porque fue desarrollando genio, la casta mala, que produce violencia.
En los medios comenzaba la faena para ejecutar con suavidad unos buenos naturales, imponiendo así su mando y atemperando el caminar del manso ejemplar. Por el pitón derecho se movió mejor. Le dio los tiempos necesarios para aguantar al animal. Mucho arte y torería demostró cuando supo aguantar un pase de pecho con un toro que cabeceó tras pararse a la altura de su pecho. Finalizó con unas bernardinas combinadas con manoletinas. No atinó con la espada, con la que dejó un pinchazo hondo, y decidió tomar el descabello, ya que la sosería del animal lo permitió.
En el último de la tarde no se vio nada diferente. Pudo sacarle un quite por chicuelinas el diestro. En el caballo poco se empleó. No encontró forma de lucimiento ante tal astado. Concluiría la faena con tres sablazos caídos que hicieron que el toro se echase a la arena.
En general, una tarde de fuerte petición de oreja para El Fandi en el cuarto, que generó disparidad de opiniones en el tendido, mucha entrega por parte de José Garrido y un Perera que pasa sin pena ni gloria en otra tarde más de San Isidro, una Feria que empieza a ser monótona, que no se merece la afición de Madrid y que tanto daño hace a esta Nuestra Fiesta.
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