En Madrid… Primera oreja de la Feria para Morenito de Aranda en una mansada de El Ventorrillo
Madrid, 12 de mayo. Segunda corrida de abono de la Feria de San Isidro. Casi dos tercios de plaza. Toros de El Ventorrillo, mansos, descastados y bobalicones; no pelearon con los caballos en donde se escenificó un simulacro de suerte de varas. Estrellarse en el peto por la inercia no es atacar.
Eugenio de Mora: Silencio tras dos avisos y silencio.
Morenito de Aranda: Ovación tras aviso y oreja.
Román: Silencio y silencio tras aviso.
Detalles:
Cabe destacar la exposición sobre Manolete en la Sala Antonio Bienvenida para conmemorar el centenario de su nacimiento.
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Salía el primero de la tarde para Eugenio de Mora, un toro de serias hechuras por delante. Mal empezaba el animal con la cara alta ante el caballo, defecto que fue a peor con la muleta. De rodillas comenzaba su faena. Sin perder su estilo clásico, el torero toledano intentó dominar la nula embestida del manso mediante fuertes toques de muleta. Más complicado lo tuvo a la hora de matar, llegando a oír dos avisos.
A demostrar toda su torería salía Eugenio de Mora ante lo que sería su segunda y última actuación en la Feria de San Isidro; pero la suerte no estuvo de su parte. En primer lugar, un viento molesto se hacía presente al tomar el capote. Y como no podía ser menos, otro huidizo astado, que se arrinconaba en las tablas negando la opción de triunfo al matador. Apenas pudo sacarlo con la muleta al tercio. Un impaciente y hastiado tendido hizo que el de Mora empuñase los aceros para dar muerte al animal con gran destreza.
Morenito de Aranda fue el más afortunado con su lote. Su primero, escaso de fuerza, embestía con esa sosa humillación tan propia de este encaste. Muy buen gusto tuvo con el capote a la verónica finalizando con una media. Dos buenos pares de banderillas puso Jarocho, quien saludó con montera en mano. El brindis fue para su apoderado, Ortega Cano. El diestro decidió dar los tiempos adecuados para no apagar demasiado pronto al animal. Consiguió buenas tandas gracias a la corta distancia y la buena colocación, reconocida por la afición venteña.
Alto de agujas era el quinto de la tarde, al que recibió Morenito de Aranda a la verónica. Los buenos pares de banderillas se hicieron presentes con Mellinas y Zamorano, quienes se desmonteraron. Esta vez el brindis era para el público. Comenzó su faena con distancia en los medios y muleta en la derecha. La movilidad del toro fue a menos, hecho por el cual el diestro burgalés inteligentemente decidió ejecutar cortas tandas pudiéndole bajar la mano. La faena concluyó con un pinchazo y entera estocada para cortar la primera oreja de la feria madrileña.
Ilusión y valor se vio en el joven Román, quien tuvo que afrontar otro manso que ya avisaba en varas. El torero valenciano supo aguantar los parones y amagos constantes que le hizo el astado durante la faena. Actitud y buena estocada fue lo único que el tendido pudo apreciar.
Con ganas de entregarlo todo comenzaba la faena del último de la tarde, con estatuarios. No tardó en llevárselo a los medios para realizar por el pitón derecho unas tandas de mucha entrega. Quizás la inexperiencia del joven torero hizo que fuese prendido por el animal, propiciándole una voltereta con fea caída.
En general, una tarde de San Isidro en la que se ha podido apreciar el corte de la primera oreja de la Feria por parte de Morenito de Aranda, un Román con muchas ganas y un Eugenio de Mora fiel a su estilo, con muy mala suerte con su lote. Pero el verdadero protagonista de esto que llamamos arte es el toro bravo, y esta tarde se ha caracterizado por la ausencia de esta bravura tan necesaria para poder volver a casa y decir nuevamente con orgullo:
“¡He estado en los Toros!”.
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