En Aguascalientes… ¡Bravo Jaral de Peñas, bravo!
Cuarto festejo de la Feria Nacional de San Marcos, tres cuartos de aforo en la Monumental de Aguascalientes, se lidió un encierro de Jaral de Peñas bien presentado que fue emotivo y bravo. Destacaron los lidiados en segundo y tercer sitio que recibieron palmas en el arrastre, y el quinto de nombre “Tio Julio” número 166 de 521 kilos que fue indultado. Uno de Santa Bárbara justo de presencia que no tuvo cualidades para el triunfo.
Arturo Saldivar: Al tercio, silencio y palmas
Diego Silveti: División de opiniones y vuelta al ruedo entre pitos tras el indulto
Andrés Roca Rey: Dos orejas y ovación.
Detalles:
Se desmonteraron en el tercio los subalternos Jonathan Prado y Heideguer Chávez tras dejar buenos pares de banderillas y Juan Antonio Acosta por su buena labor en la brega.
El ganadero Juan Pedro Barroso dio la vuelta al ruedo al lado de Diego Silveti.
Silveti fue trasladado a la enfermería y posteriormente al hospital para ser intervenido de una cornada de 20 cm en el hueco poplíteo que no daño vasos importantes, según informó el jefe de los servicios médicos Dr. Carlos Hernández Sánchez.
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¡BRAVO!, aplausos a Jaral de Peñas porque devolvió las emociones a miles de almas que creían haber muerto de inanición, por ver tanta mansedumbre en el ruedo de la monumental.
BRAVO, apláudanle de pie al ganadero por enviar un encierro emotivo, fuerte, con recorrido, que se quería comer las telas, que embestía a todo lo que había enfrente, que peleó en varas y que nos hizo ver eso que ya creíamos que no existía en los campos mexicanos: BRAVURA.
Salieron por toriles ejemplares de esos que no ves continuamente, bien presentados, imponiendo con su trapío, llevándose las palmas en cuanto salían por toriles, buscando pelea en burladeros, haciendo sonar las tablas y despertando las gargantas con el grito colectivo de ¡ah! que sólo transmite el miedo, pues un señor TORO estaba presente.
Dos de esos correspondieron a Diego Silveti, vaya que tiene a los santos de su lado, o la mano que mete el sombrero en los sorteos es bendita pues tiene una suerte para que le correspondan toros buenos, aunque no siempre los aproveche.
Con su primero Silveti lanceó un tanto acelerado, tras la fuerte pelea en varas y vaya que raro es escribir esto, puesto que en México esta hermosa suerte sólo se simula, pero esta vez no, esta vez sí hubo pelea en los caballos y tras ello el llamado “príncipe” quitó por gaoneras precipitadas con su respectivo ingrediente de huida. En el inicio de muleta ahora sí estuvo en plan adulto, los cambiados por la espalda y los pases de pecho de inicio estrujaron las emociones del tendido. Fijo, alegre, con mucho recorrido fue el de Jaral de Peñas que se arrancaba con el primer toque y Silveti unas veces sí, la gran mayoría de las veces no. Medianía en la muleta y verdadera altura en la embestida, la falta de mando y el no hilvanar la labor le costó a Silveti que los gritos de toro, toro se escucharan. Mal con la espada y la marcada división de opiniones.
Otro gran toro fue el quinto del festejo, un castaño hermoso que despertó las alegrías y con el que Silveti aprovechó en el capote, chicuelinas, gaoneras y remate con revolera, las tafalleras cambiándole el viaje desencadenaron los fuertes olés, el valor de Silveti imperó, para cerrar con revoleras y brionesa. Luego empujar en varas y dejar buenos pares los subalternos de su cuadrilla, destacó el peón de brega Juan Antonio Acosta quien le corrió la mano de forma extraordinaria llevándose el reconocimiento de la afición.
Por alto estoico en los medios comenzó Silveti su labor, al quererlo pasar por la espalda, el astado le prendió por el muslo izquierdo, luego del baile en el suelo regresó a la cara del toro para pasarlo por derecha, el toro tenía un recorrido impresionante, no paró de ir a la muleta una y otra y otra vez, el castaño era una máquina de embestir y la roja de Silveti unas veces daba color y otras se opacaba. Los naturales hubo unos de calidad, los trincherazos y el desdén mirando al tendido que lo tiene dominado, el cambio de muleta y los remates, la gente ya estaba de su lado y se escuchó la pelea de gallos, el toro seguía queriendo comerse la muleta y Silveti dejándolo pasar, entonces los pañuelos blancos se dejaron ver en las manos de la afición, la petición creció y finalmente el juez de plaza concedió el indulto. Para unos estuvo correcto, para otros errado, en fin un indulto siempre causará polémica, pero de que “Tío Julio” es un gran toro, lo es. Silveti simuló la suerte suprema y el astado fue regresado a toriles entre el júbilo de la afición. En la vuelta al ruedo y se escucharon los pitos para el torero y palmas de reconocimiento para el ganadero.
Andrés Roca Rey tiene mucho valor, le llega a la afición y eso no cualquiera lo logra, aunque en honor a la verdad su toreo no es de filigrana, si no de garra. Con su primero tuvo detalles con el capote, el astado también fue uno de los buenos, peleó fuerte en varas en bella escena de las que casi no se ven. Por alto y sin moverse un milímetro comenzó su labor muleteril el peruano, por derecha unos de temple, el cambio y el remate, por izquierda unos lentos y otros acelerados y emborronados. Brío tenía el de Jaral de Peñas, Roca Rey consiguió unos de vuelta entera, arrimándose y vendiéndolo bien a la afición que se puso de pie ante él. Mató de entera contraria de efectos rápidos para que se le otorgaran dos orejas.
El sexto salió rematando a los burladeros, fiero, no fácil con el que Roca Rey estuvo con voluntad, valor, dispuesto. La fuerte pelea en la muleta que proponía el sexto era de cátedras difíciles, de muletas dominantes y por momentos el peruano pudo, otras no tanto. Al final le bajó la mano, luego manoletinas y estocada caída para ser ovacionado.
El primero de Saldivar de fuerte embestida que le dio pelea al piquero, y el de Aguascalientes tuvo una buena labor en términos generales, que fue de menos a más, pases por ambos lados quedándose en el sitio adecuado para conseguirlos. Las emociones llegaron cuando se lo pasó en redondo, aguantándolo y desgranando los olés, pero todo aquello se esfumó cuando falló con la espada y todo quedó en merecida salida al tercio.
El cuarto para Saldivar también empujó en el peto y el torero aprovechó las embestidas para dibujar zapopinas y rematar rodillas en tierra, esta vez vimos a un Saldivar diferente más centrado, queriendo pelea, haciendo las cosas con hambre y con deseo. Con la muleta en son de seriedad se la jugó en los cambiados por la espalda con las zapatillas firmes, el astado en un principio tuvo recorrido y Saldivar unas veces sereno y otras sin acomodarse, la gente no entró en la labor y las emociones decrecieron, fallos con la espada y el silencio.
Regaló uno de Santa Bárbara que hizo séptimo de la tarde pero fue una vuelta a la triste realidad, un toro soso, sin transmisión, débil con el que había poco por hacer, Saldivar insistió, estuvo con voluntad, pinchazo hondo y palmas.
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