En Valencia… ¡Una, de las de antes!
Valencia (España). Quinta de las Fallas 2017. Un tercio de plaza. Toros de Jandilla-Vegahermosa, muy bien presentados, serios y astifinos, nobles, bravos y encastados, que aflojaron en el último tercio. Todos recibieron dos puyazos.
David Mora: Silencio y silencio.
Paco Ureña: Vuelta y oreja.
Javier Jiménez: Silencio y ovación.
Detalles:
Paco Ureña con una vuelta en su primero y una oreja en su segundo, resultó triunfador
La terna sorprendida por una corrida de Jandilla-Vegahermosa, brava y encastada.
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Tarde importante, la vivida esta tarde en la Plaza de Toros de Valencia, pues cuando sale el toro bravo en encastado hay que estar muy bien preparado para resolver todas las ecuaciones que va planteando durante su lidia. Tanto David Mora, como Paco Ureña y Javier Jiménez han tenido que exigirse al máximo para superar el reto que implica la casta, logrando alcanzar cada uno de ellos momentos de intensidad que mantuvieron el interés del tercio de entrada que cubría la plaza.
Cinco de las faenas fueron acompañadas por la música, en una ciudad donde la música forma parte de su forma de entender la vida y en la que hay miles de personas agrupados en bandas locales que causan furor en las Fallas.
Cuando este tipo de corridas toca lidiarlas a mediados de temporada, allá por el verano, es obvio que los toreros están mucho más rodados y seguros, de manera que los toros de hoy se hubieran ido sin las orejas por el patio de arrastre. Pero cuando corresponde lidiarla en los albores de la temporada, en la primera Feria en plazas de 1ª de categoría, es normal que te sorprenda.
Es ese huracán de la casta y la bravura difícil de domeñar. Y que conste que la corrida fue noble y con fijeza e inmejorablemente presentada. Perdieron ímpetu en el último tercio, lo que influyó definitivamente en el resultado.
David Mora, vestido de Berenjena y Oro, sorteó un primer toro que fue el mejor de la tarde, no paró de embestir ni David de pegarle pases. Ureña había hecho un ceñido quite por gaoneras y Mora había replicado por chicuelinas. Lo brindó por los micros de la TV a Juan José Padilla y al niño Adrián, ese pequeño aficionado a los toros que sufre una grave enfermedad y que el pasado año fue objeto de un homenaje en esta misma plaza. La faena tuvo momentos de rotundidad con el torero imponiéndose a un toro que no renunció a ningún cite, pero sin alcanzar el clímax. No estuvo certero con la espada y su labor fue silenciada. El cuarto fue el garbanzo del encierro.
Llegó al último tercio al límite de sus fuerzas y eso no emociona a nadie. David trató por ambos lados de hacerse con su embestida pero era inútil el esfuerzo por las pocas opciones del toro. Un pisotón le hizo perder el equilibrio y se salvó de ser cogido al hacerse el mismo un milagroso quite con la muleta. Tampoco acertó con el acero y escuchó un aviso.
Paco Ureña, vestido de Caña y Oro, fue quien mejor rentabilizó la tarde. Con el segundo, precioso de hechuras, bien armado como toda la corrida, se lució en las verónicas iniciales y en chicuelinas al paso antes de que el toro propinara un tumbo. Quitó Javier Jiménez. Ureña aplicó con la muleta las dosis exactas de dominio y profundidad que caracterizan su forma de interpretar el toreo. Asentado en su valor y en el dominio de distancias y alturas, esprimió al máximo las embestidas que poco a poco se fueron apagando. Mató de una estocada pero el toro tardó en caer y la petición no alcanzó a satisfacer al Usía. Dio una aclamada vuelta al ruedo.
En el 5º, otro toro de preciosa lámina y boyante embestida, Ureña de nuevo sacó a relucir sus armas, logrando hacerse con él en una faena por ambos lados en la que sobresalió una tanda por la derecha acompasada y bien ligada. Toreo a pies juntos y se adornó con unas manoletinas antes de partirlo de una estocada fulminante de muy buena ejecución. Esta vez cayó la oreja.
Javier Jiménez, vestido de Corinto y Oro, apuntó toda la tarde, sin llegar a disparar. Hay que tomar en cuenta que es el Matador más joven de la terna y en estos compromisos eso se nota. No obstante estuvo voluntarioso toda la tarde, sin dejar pasar un quite y pisando con seguridad la arena. En el tercero lanceó por delantales. En el último tercio supo dar distancia a un toro que por su falta de fuerza se quedaba mas corto, entendiéndolo perfectamente logrando muletazos donde afloró el temple que posee. Se adornó con una bernardinas antes de cobrar una estocada entera algo trasera y un descabello.
Con el cierra plaza se fue a recibirlo a porta gayola y allí, un momento de indecisión en el que tocó por ambos lados hizo que el toro le pasara por encima librándose de una peligrosa cogida. Se puso de pie y se fue a la boca de riego para torearlo por verónicas que calentaron a la concurrencia. Con la muleta, en un pase del desdén, adelantó los tiempos y el toro se lo echó a los lomos, buscándolo peligrosamente en la arena. De nuevo se libró de la cornada más no de la paliza. Se sobrepuso y esto es lo importante pues el toro era exigente, lo toreó por ambos lados con suavidad, evidenciando entrega y deseos de agradar. Mató de una buena estocada al segundo intento y todo quedó en ovación.
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