Opinion

En la Opinión de Pepe Mata… El Juli de nuevo de ‘vacaciones’ en América

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Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad»: Joseph Göbbels 

  • Advertencia: Siempre es oportuno advertirle tanto a ganaderos como a toreros que esta artículo no es apto para ellos, porque aquí no aparecerán ni los falsos elogios ni las inútiles justificaciones para acomodar todo en una artificiosa ficción y así dañar al arte del toreo. Para ello, existe la prensa corrupta, la que enaltecerá el engaño e intentará convencer a la buena fe de los lectores de lo que no ocurrió en el redondel. Bajo advertencia… no hay engaño.

Sí, eso decía, Joseph Göbbels (ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich), y  le asistía la razón, Adolf Hitler, dijo muchas mentiras que repitió tantas veces, que, en su momento, se convirtieron por cierto tiempo en una verdad, hasta que se descubrió que carecía de sustento y se derrumbó. Justo lo mismo ocurrió con los figurines, impusieron al pequeñajo bobalicón y con cornicure haciéndole creer al gran público que esa era la verdad de la Fiesta, hasta que el gran público descubrió esa falta de verdad y se vaciaron las plazas.

Julián López El Juli, es ya un hombre cuarentón, viejo lobo de mar, en lo que a la Fiesta se refiere, porque empezó en estos menesteres cuando apenas y conocía la luz de la vida, era un pequeñajo que asombró porque toreaba muy bien como si fuera un Ponce chiquito; así incluso titulé mi crónica en el diario Novedades cuando debutó en Texcoco.

Recuerdo que llegó a la Ciudad de México, invitado por Espectáculos Taurinos de México, en aquella época Don Alberto Baíllères González, había confiado la dirección de la división taurina, al contador público David Clemente, quien tuvo la misión de traer al entonces niño Juli, a un país que ni siquiera sabían que existía.

El archivo de sastre de mi memoria trae del imperecedero recuerdo cuando Don David nos comentó al licenciado Julio Téllez y a mi, que le dijo a papá Juli “… es adonde triunfó Manolete, en América, donde inauguró la plaza más grande del mundo”.

Y después de haber comprendido a dónde vendría, llegó a esta tierra bendita de Dios a donde se consolidó como novillero. Fue entonces cuando conoció todos los quites de Miguel Ángel Martínez El Zapopan, a quien le pidió se los enseñara.

El Zapopan con gran gentileza y evidente generosidad le invitó a pasar unos días en Zapopan (Jalisco) y ahí le adoctrinó cómo hacer sus quites.

Quién iba a pensar que ese niño arañando la adolescencia, nada más llegó a España cambiaría el nombre del quite de la zapopina intentando robárselo al titularlo con el espantoso nombre de la lopecina.

Mal, muy mal, pésimo, desde aquellos ayeres mostraba a una persona que no gustaba de agradecer la generosidad y sí de evadir a la verdad.

Qué le costaba haber hablado con honestidad y decir quién era el creador de la zapopina; en fin, con esa acción anunció mucho, no sólo para el futuro inmediato sino para el correr de los años, porque hasta la fecha no ha tenido el valor para reconocer públicamente que no existe ningún quite de su invención, sólo es la zapopina creada en la década de los ochenta por El Zapopan.

Aunque si se le debe reconocer como autor del julipié. La auténtica ventaja al citar afuera de la suerte, dejar pasar al toro para brincar espectacularmente y asestarle una especie de puñalada trapera. Hasta donde se entiende, la suerte suprema -llamada así por la importancia de estar uno a uno- exige confrontarse frente a frente, sin ventajas.

En fin, que tomó la alternativa y comenzó a venir a México, luego iría a Sudamérica, y desde aquel primer festejo que fue en Querétaro el 24 de septiembre de 1998, los pequeñajos mansurrones con escandalosa sospecha de manipulación comenzaron aparecer sistemáticamente.

Recuerdo que después de esa primera corrida -allá en la Santa María de Querétaro-, papá Juli me llamó muy enojado, desencajado y me reclamó “… por qué criticaste a Juli, si eso es lo que en México se torea…”.

A lo que le respondí:

Si dicen que quieren tanto a México y afirman estar muy agradecidos, por qué no ponen el ejemplo y torea toros bravos e íntegros, en todo su esplendor“.

No hubo contestación, sólo balbuceos y de ahí a la evidente desilusión, al ver habitualmente la simulación en el redondel; también hicieron acto de presencia, cuando era quizá necesario, los indultos con toros que no justificaban ese hecho y que se otorgaba únicamente por tener movilidad y pasar muchas veces alrededor del torero. Y, que, todo hizo ver, no aportarían nada genéticamente a su ganadería.

El público se lo reclamó no hubo respuesta apropiada y le dejó de ir a ver.

En esta historia comenzaron anotarse los fracasos al alejarse el público, las entradas que ha tenido, por ejemplo, este año en la Monumental México en el día grande, el 5 de febrero, fue penoso ver que ni siquiera llegó a la media plaza; y recientemente, en Monterrey, Pachuca, un tercio de plaza es lo que a duras penas logra convocar, lo que resulta evidente muestra del hartazgo.

En Perú y en Ecuador, hábilmente, como lo hizo Enrique Ponce en su momento, lo hace Morante, Talavante y el propio Juli, han tenido que aceptar -porque no les queda de otra- en convertirse en los abridores… teloneros de los festejos en donde participe la primera figura del toreo mundial: Andrés Roca Rey.

Sólo abriéndole plaza a, Roca Rey -sólo así- pueden ver los cosos llenos. Y así toreó El Juli en Latacunga y en Lima.

En fin, que ciertos empresarios insisten en contratar a los figurines, aunque sus plazas no se llenen, cada cabeza es un mundo; el sistema decrépito ya tocó fondo y no da para más.

Y… ¿los ganaderos?

Bueno, todos aquellos criadores  sin ética que se dedican a crear pequeñajos bobalicones y que además permiten que sean manipulados de sus cornamentas, necesariamente deberán de cambiar para devolverle la verdad a sus vacadas. El presente y el futuro ya no admiten más engaños.

En este contexto, lo más oportuno será que los empresarios volteen a ver a todos esos jóvenes toreros con sólidos argumentos, que sí estén dispuestos a enfrentar la grandeza del toro bravo, encastado e íntegro, sólo así se le podrá devolver la verdad, la luminosa grandeza al mágico arte del toreo y, con ello, el gran público regresará a su espectáculo favorito: la Fiesta brava.

El arte de confrontar al toro bravo, encastado e íntegro.

¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!

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El julipié su única creación que no confronta al toro de frente; aquí en Palencia (España), en donde le exigen torear astados más grandes de los que enfrenta en América

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@PERIODISTAURINO 

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