En la Monumental México… La gran lección del público
Monumental Plaza de Toros México. Décimo quinta corrida de la Temporada Grande 2018-2019. Con una entrada, que casi llena el medio aforo, lo que indica que baja considerablemente con relación a la del festejo inmediato, sumando aproximadamente unos 21 mil asistentes, se ha lidiado un encierro de Los Encinos, propiedad de Eduardo Martínez Urquidi, que ha resultado manso, apenas y se simuló la suerte de varas. Pequeñajos han sido los que curiosamente correspondieron a las figuras que participaron en esta tarde. Una pena haber visto que esta ganadería, en otrora, digna representante de la casta y la bravura, ahora no tenga ni el recuerdo.
El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza: Pitos y oreja.
Enrique Ponce: Dos orejas y vuelta.
Sergio Flores: Oreja y oreja.
Luis David Adame: Dos orejas y silencio.
Detalles:
El buenazo de Brauny enloqueció, además de aprobar cuatro pequeñajos, puso las orejas en barata. Una auténtica pena, porque se busca devolverle la grandeza al mayor coso del mundo y con esto, sólo se queda en el intento.
Luis David Adame, al finalizar la faena de su primero cuando realizaba bernadinas, sufrió una cornada cerrada en la cara externa del muslo izquierdo, no requirió intervención quirúrgica; pudo torear al que cerró plaza.
El banderillero Gustavo Campos, tras parear saludó en el tercero; mientras que Fernando García hijo, quien sigue imparable dejó contundente tercio de banderillas en el que cerró plaza.
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El público le ha dado una gran lección -no sólo a la empresa de la Monumental México-, sino a todas las empresas de México, al mostrar y demostrar que quieren ver carteles con jóvenes y ya no con figurines.
Para el 73 aniversario del mayor coso del mundo se impuso la presencia de dos figurines, Pablo Hermoso y Enrique Ponce, dos toreros vetustos, ya desgastados por tantos años de copiarse a ellos mismos, y evidentemente, en edad de la jubilación.
Desgastados por tantos años de imponer astados sin presencia, mansos, tendiendo a la bobaliconería, para estar a gusto; sin tener a nadie que les invite a respetar la liturgia y por consecuencia al rito del arte del toreo.
El público quiere el renuevo generacional, quiere crear sus ídolos que no les han permitido buscar y consolidar, y ya se cansó.
Así de simple…
… ¡ya se cansó!
Se pueden inventar muchos pretextos para intentar justificar por qué bajo la asistencia a poco menos de la mitad del aforo; sin embargo, la lógica da la respuesta tras leer el cartel.
Después de haber visto un festejo triunfal un día antes, en donde Joselito Adame se izó como el auténtico triunfador; este 5 de febrero no sólo bajó la asistencia, sino que los asistentes, en su mayoría fueron personas que van al mero divertimento, a degustar de las bebidas espirituosas y a…
… a pedir orejas sin ton ni son, sin reflexionar lo que pasa en el redondel; pero que no volverán hasta el próximo evento de la socialité taurina.
Ni Enrique Ponce ni Pablo Hermoso de Mendoza fueron capaces de llenar casi la mitad del aforo, una alarma debería haberse encendido en ellos, porque han dejado de interesar.
Claro que los alegres concurrentes que pasaron lista de presente en los tendidos, festejaron todo, por el sólo hecho de hacerlo.
Vimos al señor Ponce, con dos faenas en las que requería urgentemente del bobitoro, o en este caso, del bobipequeñajo, y lo tuvo frente a él.
Como dice mi dilecto amigo, Antonio Lorca, Ponce es experto en lidiar este tipo de astados, así como los tullidos.
Dio pena ver que los pequeñajillos tan dóciles que mandó, Eduardo Martínez Urquidi, propietario de Los Encinos; nada, absolutamente nada tenían que ver con aquellos toros que alguna vez tuvieron todo:
Presencia, casta, bravura y gran trapío.
El público de ocasión no reflexionó, fue incapaz de hacerlo.
Así que vimos la clásica faena poncista, toreando con el pico de la muleta, reponiendo demasiados pasitos entre cada pase, y cuidando la estética por encima de las cuestiones del contenido.
Dos faenas que parecieron la copia simulada de lo que debería de haber sido la grandeza del toreo, pero que no pudo ser esta tarde.
A los toros se va a emocionar para trascender con el espíritu hacia el universo, y ha sido una auténtica pena que la frivolidad haya reinado en el redondel para simplemente regalar el divertimento.
Tras poner la espada a su primero y caer, se pidieron las dos orejas, y supusimos, pero supusimos mal que el buenazo de Brauny respetaría la liturgia…
… pero, no lo hizo y no contento con regalar la puerta grande, ofendió a la bravura al ordenar un arrastre lento para homenajear a la mansedumbre bobalicona.
Con su segundo, el señor Ponce, ha estado francamente mal con el acero, y aún así decidió darse la vuelta tras vender perfectamente este hecho.
No hay autocrítica.
La segunda figura acartaleda ha sido, Pablo Hermoso de Mendoza, a quien se le notó ya envejecido, muy envejecido para estas lides. Parecía, me dijo un aficionado, “… más parece un viejecito para cuidar de sus caballos que para torear“.
Dejó algunos momentos de cierta importancia al torear con la grupa al torillo que le correspondió como primero, y luego una banderilla al quiebro, más algunas gamerinas que aparecieron por ahí.
No… no fue suficiente para convencer y menos estando pésimo con el rejón de muerte y el descabello. La música de viento enseñó el repruebo generalizado.
Con su segundo, cortaría una oreja, que no trascenderá por la falta de argumento, a pesar de que además del toreo por la grupa, las gamerinas, y algún otro detalle, hicieran acto de presencia las banderillas a dos manos con las que cerró su participación.
Tras el rejón de muerte y sucumbir el pequeñajo, le han regalado una oreja de consolación.
No obstante, el público no se movió de sus asientos, esperó hasta que se lidió el último astado que le correspondieron a los jóvenes, y eso dijo mucho.
Con reciedumbre torera ha estado, Sergio Flores, dos faenas de importancia, porque tuvo que superar la adversidad mansesca, haciendo ver mejor de lo que eran sus toros.
Ha sido mejor su primera creación, en donde vimos pases largos, templados que iba extrayendo tan pronto convenció al astado de asistir a su engaño; mientras que en su segundo, tardaría en conseguirlo, pero lo pudo concretar, porque posee argumentos. Por ello, llegaron hasta su espuerta, oreja de cada ejemplar.
De, Luis David Adame, otro torero que promete mucho y estamos seguros que cumplirá, dejó en claro nuevamente todas sus posibilidades.
Ha conseguido por méritos propios extraer una faena impensable y hacer ver mejor de lo que era a un toro manso y deslucido, dejando importante faena. Cuando se disponía hacer las bernadinas, quedó en el camino del toro, que le dejó una cornada cerrada, y aún así, sin verse la ropa permaneció ahí. Lo que es por demás elogiable. Tras rubricar vería en sus manos dos orejas.
Con su segundo, que cerró plaza, tan manso como los demás, pero estando visiblemente mermado de sus facultades, Luis David, estuvo estoicamente, demostrando su valía. Lamentablemente, no acabaría pasando mucho.
Al final, cuando izaban a los tres toreros -Ponce, Flores y Luis David- en los hombros de los acomedidos, vimos que la gentileza del señor Flores invitó al ganadero a salir también en hombros; y supusimos, pero supusimos mal, que declinaría la invitación porque no merecía tal honor.
Los toros de Los Encinos, cuatro impresentables y todos mansos, a los que la suerte de varas tan solo fue un anécdota lo sustenta.
La Fiesta es grandeza, pero así…
… así no.
Sólo nos queda esperar el festejo del 10 de Febrero, fecha en la que se contenderá por la Oreja de Oro, estando en el cartel:
Tres toros de Arturo Gilio y otros tantos de Cieneguilla para Arturo Saldívar, Sergio Flores y Michelito Lagravère.
¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!
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