Crónicas

En la Monumental México… Presentación consagratoria de Diego Ventura

Primera corrida de la Temporada Grande 2018-2019. Cerca de medio aforo. Se han lidiado dos toros de la ganadería de Enrique Fraga para rejones, el que abrió plaza Parladé vía Domecq que resultó manso, deslucido, aventando arreones y hachazos; y el que hizo quinto origen Duque de Veragua, un hermoso jabonero, de nombre Fantasma, número 82, con 487 kilos, que tuvo casta, calidad, recorrido y emotividad, siendo a la postre indultado. Para la lidia a pie, aparecieron toros de la ganadería de Barralva que envió astados del encaste Parladé vía Atanasio y Saltillo vía Chafik, los seis ejemplares han sido el compendio de la mansedumbre y descastamiento, el que hizo segundo del festejo, fue anovillado y sumamente protestado de salida; aunque también pequeñajo resultó el séptimo. Una auténtica pena esta ganadería.

El rejoneador Diego Ventura: Saludó en el tercio e imponente vuelta triunfal.

Enrique Ponce: Oreja protestada y silencio tras aviso.

Octavio García El Payo: Silencio y a su segundo lo finiquitó Ponce, siendo silenciado.

Luis David Adame: Ovacionado en ambos.

Detalles:

Tras el despeje de cuadrillas, se rindió homenaje póstumo con una ovación de gala, por el recuerdo de, Heriberto Lanfranchi, fallecido el reciente sábado.

Al rejoneador Diego Ventura, no se le concedió ningún trofeo, porque en la Monumental México, no se otorgan cuando se indulta un astado, ya que se supone que el triunfador es el ganadero.

Tras parear al cuarto, ha sido ovacionado en el tercio, Gustavo Campos.

El octavo cuando emprendía la huida en el tercio de varas fue a dar con el picador que guardaba la querencia, Daniel Morales, quien aguantó con estoicismo, el violento choque con el peto y las tremendas cornadas de manso que aventaba como perturbadores hachazos el geniudo ejemplar.

Aquí los partes médicos de El Payo y el puntillero Fernando Ríos.

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El arte presupone verdad, honestidad, sinceridad por parte de quien se convierte en el mágico instrumento para la creación, esto es, el artista.

El arte del toreo sólo puede existir, cuando en el redondel se confronten el toro auténtico para el torero de verdad.

Esta tarde de feliz consagración en el coso mayor del mundo de, Diego Ventura, ha tenido un Fantasma que fue su segundo ejemplar, bravo y encastado, con el que hizo gala de gran hacedor del arte del rejoneo.

Decía, Pablo Picasso, que … todos los niños nacen artistas. El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer, situación harto complicada, pero que en, Diego Ventura, se ha ido consolidando en su crecimiento, desarrollo y consecuente evolución, hasta consagrarse sin tasa ni medida en la Monumental Plaza de Las Ventas, en donde este año ha cortado un rabo; y ahora, en la Monumental Plaza de Toros México, en donde iluminó al redondel con la sublime creación de sólido y portentoso contenido, que como consecuencia necesaria regaló la belleza en las formas, por la fina arquitectura de su toreo.

El público enloqueció, sí, enloqueció, porque el arte justamente nos conduce por los caminos de la sublime locura, y Diego, así lo hizo, desde que fue a recibir con su garrocha a porta gayola a, Fantasma, y acto seguido le fue guiando por la circunferencia, llevándolo sometido y consiguiendo al unísono el estentóreo ¡olé! y el inobjetable reconocimiento del respetable.

Acto seguido impuso con precisión el rejón de castigo, siempre toreando y rematando la suerte con grandilocuencia, como lo haría en el tercio de banderillas, haciendo gala de su importante capacidad imaginativa, para darle variedad a la creación.

Hizo gala de buen jinete que es, del imponente artista del rejoneo en el que se ha consolidado.

Si, Aristóteles, afirmó que, “… el objetivo del arte es representar no la apariencia externa de las cosas, sino su significado interior”, Diego, lo consiguió a la perfección, por ello la gente quedó seducida y prendada, ante la luz avasalladora de su creación, a través de todas esas efímeras esculturas que resultaron trascendentes.

Como punto final haciendo alarde del gran rejoneador que sin lugar a dudas es, sin la cabezada, citó al bravo ejemplar, e impuso banderillas a dos manos con exactitud indiscutible.

Par de banderillas que nos hizo recordar que, Ponciano Díaz, lo hacía a fines del siglo XIX, montado a pelo -sin silla- a su caballo.

El público insistió en indultar al toro de Enrique Fraga, el buenazo de Jorjazo -quien ocupó el palco de la inútil autoridad- no se hizo del rogar y se levantó sombrero en mano, ondeando el pañuelo blanco con lo que avaló y autorizó dicha petición.

Era la locura absoluta, la luminosa creación de Diego, tenía a todos bajo el estado de gracia, y de pronto, cuando vio que no salían los cabestros -como ocurre en una plaza de primerísimo nivel como es el coso mayor del mundo-, fue por la muleta y, justo en el tercio cercano a la puerta de toriles tras contundente trincherazo, trazó pases pintureros y una breve serie con la mano diestra, que fueron la continuación de la inacabable locura…

… ¡la auténtica locura!

Porque además de haber conseguido la consagración en la Monumental México al imponer su imperio, había demostrado ser, sólido torero de a pié.

No, no pasamos por alto, la faena con el que abrió plaza, en donde estuvo firme, exponiendo en terrenos tan cercanos, pero el toro fue tan malo, aventando hachazos, que si bien dejó momentos importantes, no sumaron una faena para el recuerdo.

¿Y… los demás?

En este contexto de magnificencia obsequiada por el señor Ventura, nada podían hacer sus alternantes, sobre todo, los dos jóvenes, ante astados, además de mal presentados, mansos y descastados.

El Payo, pasó en blanco en su primero, y lamentablemente se llevó una cornada de su segundo; Luis David Adame, esfuerzo sin cortapisas, ante dos marmolillos indignos de haber pisado el coso de Insurgentes.

Y, el señoritingo Ponce, pues se salió con la suya, eligió ganado a modo, un animalillo pequeñajo bobalicón e inválido como su primero, con el que hizo una de sus faenas, de las que ya ni trascienden ni importan.

El buenazo de Jorjazo, le regaló una orejilla que como era evidente, fue protestada; mientras que con su segundo, un manso de solemnidad, se pasó por todo el redondel aburriendo a todos los concurrentes. Al final, la gente mostró su repruebo pitándole estentóreamente a su salida. Muestra indiscutible que ya no le quieren volver a ver.

A nuestra retirada del coso

Cuando mi hermana Tere y yo nos retirábamos del monumental coso, en verdad halagados por haber sido testigos de esa luminosa creación de Diego, le comenté entusiasmado, que el señor Ventura, me había recordado a, Vincent van Gogh, cuando en un momento de calma espiritual, exclamó:

Sueño con pintar y luego pinto mis sueños”.

Diego soñaba con crear en la Monumental México; y creó todos esos mágicos sueños que había estado esbozando su espíritu.

¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!

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@PERIODISTAURINO 

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