Crónicas

En la Monumental México… Mansedumbre y estentórea involución de los jóvenes

Con una pobre entrada en la Monumental Plaza de Toros México, ha dado comienzo la etapa de finalistas del serial Soñadores de Gloria, se ha lidiado un disparejo encierro de Caparica, el primero ha resultado un impresentable bovino con apariencia de eral y con escandalosa sospecha de cornicure; salvo el segundo y sexto, que fueron los mejor presentados, los demás justos en presentación. Todos tuvieron el denominador común de la asfixiante mansedumbre y estentóreo descastamiento.

Francisco Martínez: Silencio en su lote.

Héctor Gutiérrez: Silencio y oreja con protestas.

Roberto Román: Saluda en el tercio y fue feamente arropado.

Parte médico:

Roberto Román que fue cogido por el que cerró plaza, tuvo: “Traumatismo craneo-encefálico leve, una contusión simple de abdomen, ingresó a la enfermería con un estado de inconsciencia con apnea. Resolviéndose su estado de salud con mejoría. Se manejará de manera ambulatoria. Este lunes se le hará el estudio de imagen (tomografía)“.

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Cuando llegábamos a la Monumental México, había unos cuantos escandalosos y vulgares rijosos, supuestos ecologistas o supuestos animalistas, que no rebasaban la decena.

Gente sin cultura ni educación, cuyo objetivo era infringir la ley a través el desorden público, así como difamar al arte del toreo en esta nueva etapa.

Gente de mentalidad obtusa que no ofrece en sus absurdas vociferaciones, un sustento para su presencia afuera de La México.

Este era el momento oportuno, reinicio de la temporada chica, para responderles con grandeza a esta gentuza, con una gran, gran novillada.

Pero…

… pero, no.

Ha dado inicio el ciclo de finalistas del serial Soñadores de Gloria y, quedó claro, que, lo que menos necesita en este momento la Fiesta, y sobre todo el coso titular de México, son los falsos elogios y vivir en el inadmisible engaño, para justificar a un espectáculo, que puede ser infinitamente mejor, porque se tienen todos los elementos con qué conseguirlo.

El encierro que han enviado los ganaderos de Caparica, resultó el compendio de la mansedumbre, del descastamiento, y deberían de estar visitando ahora mismo sus propietarios la edificante autocrítica, con el fin de ver cómo inician el regreso hacia la casta y la bravura.

No obstante…

Suponemos, que tenía necesariamente que aparecer como inicio del festejo, un novillo con toda la barba, un novillo de inobjetable presencia, pero…

… pero, ¡no fue así!

Fue, muy vergonzoso ver al que abrió plaza, con ¡apariencia de eral flacucho!, y con una diminuta cornamenta a la que se le observaba, desde Júpiter…

… ¡una escandalosa sospecha de cornicure!

Que si el caballo cayó a la arena cuando chocó este pequeñajo, fueron meras coincidencias, porque no peleó, la escena hizo parecer que el caballo se ‘desmayó’.

Quizá por el exceso de ‘calmantes’ para sus ‘nervios‘.

Quizá por el impacto de ver un inadmisible pequeñajo con sospecha de cornicure.

Esto…

… esto, ¡no es así!

¡No debería de ser así!

El novillero, Francisco Martínez, quien se supone con experiencia para este tipo de compromisos, se observó a la deriva, como si fuera la primera vez que pisaba un ruedo. Banderilleó, sí sí, con voluntad, pero sin acierto. Y en ninguno de sus novillos ha podido demostrar, algo que le avizore como un interesante prospecto; hasta penosamente se llevó un feo arropón en su segundo del que su ánimo no se pudo reponer.

¡Se derrumbó!

Una oreja regalada le han dado a, Héctor Gutiérrez, en su segundo -quinto del festejo-; con su primero, estuvo perdido en el espacio en medio de la indecisión.

Así, con el que hizo quinto, de escasa cornamenta, un manso bobalicón, con poca movilidad, intentó, Héctor, recoger la embestida con el capote, y lo único vistoso que se vio fue un recorte pinturero.

La gente que acudió, en verdad lo hizo con gusto, y quería ver triunfar a los novilleros.

Al principio de la faena, Héctor, le dio una serie correcta, acompañando el caminar mansesco del novillo, y cuando se detuvo el burel, y tenía que tirar del bovino, ahí…

… ¡ahí! se acabó todo.

No supo, Héctor, como encontrar el hilo conductor de la faena. Así que fue por la espada, y después de cierto tiempo de intentar poner en suerte al bovino, finalmente el acero viajó delantero y caído.

Tres pañuelos aparecieron por ahí, y el oficioso de Chochito Morales, cual raudo y veloz súbdito, sacó el suyo para conceder una oreja que no dice nada, y que a la postre sería protestada por las buenas conciencias.

Bajo esta perspectiva, no se observa por ninguna parte, que, Héctor Gutiérrez, esté listo para la alternativa.

De, Roberto Román, ha estado tan, tan mal, que se le observa un futuro sin sustento en el arte del toreo.

En ambos ejemplares se echó literalmente a sus utreros, dejándole la más fuerte guantiza el sexto, que lo envió a la enfermería en calidad de conmocionado.

Queda la esperanza, de que el próximo domingo cambie todo, que Fernando Lomelí envíe novillos de imponente presencia, y que los novilleros André Lagravère El Galo, Héctor Gutiérrez -en su segunda comparecencia- y Sebastián Ibelles, salgan en verdad a demostrar el por qué están anunciados.

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@PERIODISTAURINO 

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