Crónicas

En Tovar… César Valencia a hombros ratifica su importante momento

Plaza de Toros Coliseo El Llano de Tovar. Tercera y última corrida la Feria de la Virgen de Regla 2018. Con poco más de media plaza de plaza (aproximadamente 3500 personas) en tarde agradable soleada y calurosa, se han lidiado toros de las ganaderías tachirense de Rancho Grande (1º, 3º, 5º, 6º y 8º) y El Prado (2º, 4º y 7º) ambos hierros propiedad de Don Hugo Domingo Molina, justos de presencia, faltos de remate, con evidente signos de haber sido manipulados de pitones, que en la muleta fueron nobles en distintos grados, a excepción del complicado 2º, con genio y áspero. El más emotivo en su embestidas fue el 6º, bravo y encastado en la muleta.

Manuel Pérez Mota: Silencio y oreja; silencio en el de regalo.

Tomás Martínez: Silencio tras aviso, palmas y silencio tras aviso en el de regalo.

César Valencia: Dos orejas y palmas.

Detalles:

Previo al paseíllo en el Patio de Cuadrillas se develó placa al veterano novillero en retiro y gestor taurino Ramón Ramírez Rizquez y al subalterno ibérico fallecido Don Ricardo Mencía.

Destacaron en la excelente brega desplegada a lo lago de la tarde el subalterno español Juan Contreras y en banderillas Ramón Contreras y en la vara Guillermo Guimerá.

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La última función de la feria tovareña ha contado con un ambiente donde los presentes no han salido decepcionados de la misma. Los toros de Don Hugo Domingo Molina, justos de presencia como fue el común denominador de esta edición, ofrecieron a la terna de actuantes espadas la posibilidad del triunfo. Otra cosa es que lo hayan ratificado con el acero, quien es el indiscutible salvoconducto para cortar las orejas.

La actuación más completa, por entrega, variedad y en especial claridad de ideas corrió a cargo del joven espada carabobeño César Valencia, aprovechando al máximo las bondades de un noble ejemplar ranchero, para al final asegurar la Puerta Grande que pudo ratificar ante su segundo del lote, en trasteo de mayor calado en el tendido, que lamentablemente emborronó con la espada. Pudiéramos haber estado hablando del corte de cuatro orejas, bien otorgadas y ganadas en buena lid, que ya es mucho decir.

El debutante gaditano Manuel Pérez Mota se llevó una, tras labor realizada al segundo suyo, mientras que Tomás Martínez tuvo una actuación de arena y cal, que demostró el poco rodaje o presión ante el conclave que ayer se dio cita en el ruedo tovareño.

La tarde la abrió una actuación de detalles artísticos chispeados del diestro gaditano Manuel Pérez Mota, ante la sosa y endeble embestida principalmente por el lado derecho del astado que pechó en suerte por la mañana. El espadazo atravesado y dos golpes con el verduguillo silenciaron su labor.

Mejor disposición y mayor emoción demostró ante el cuarto, ejemplar de nobleza medida y cuidada por el coleta en mención, en series a la altura y velocidad que requería el astado, nuevamente por la mano diestra como base para ovacionársele en tandas preñadas de dominio, temple y buen gusto. El espadazo ligeramente desprendido bastó para que doblara la res y con ello el corte de una oreja.

Atropellado y voluntarioso se le vio con el sobrero que regaló, animal de mayor y armónica presencia que los hermanos salidos de toriles para ese momento.

Fue una lidia más para la galería que otra cosa, invitando a banderillear de paisanos a Rafael Orellana y Daniel Luque, saliendo comprometido del par que clavó comprometido en la cara, sin mucha técnica y poco conocimiento de terrenos.

Su trasteo sería un dechado de ganas por agradar ante un astado que no le puso fácil las series, lo que al final la gente poco le agradeció tras despenarlo de media desprendida, para ser silenciado.

Tomás Martínez mostraría intenciones temerarias de jugársela con un escalofriante recibo a porta gayola por la espalda. Luego del comprometido trance, poco o nada a gusto se le vería, pues el toro se le vencería en reiteradas ocasiones por el pitón izquierdo, razón por la que pasaría un quinario en la muleta, donde el toro siempre le tuvo a su merced y bajo la incertidumbre resolutiva del torero. Salvaría tal circunstancia tras varios viajes con el acero, no sin antes pasar verdadera fatigas.

Frente al quinto, otro matiz y semblante se le vería al moreno coleta, quien se recreó en pasar por ambas manos, pero especialmente sobre la mano diestra, las nobles, almibaradas y codiciosas embestidas de Pirulo, al que llevó en muletazos largos y templados que desatarían la unánime ovación de los presentes.

Lo que iba camino a un necesario triunfo se diluyó nuevamente con mal uso del estoque, dejando media estocada perpendicular, delantera, y tres descabellos para ser silenciado.

Con el que cerró dilatada jornada, segundo sobrero de regalo, volveríamos a ver el Tomás con más dudas que certezas, ante un toro que nuevamente le exigiría el carnet del rodaje que demostró Martínez no cuenta. Es la realidad de la mayoría de nuestros toreros que se ven compromettidos a jugarse los contratos en tarde de tanta resposabolidad y ante la mirada escrutadora de sus paisanos.

César Valencia no ha dejado por su parte resquicio a dudas. Debutaba como matador en Tovar con la meta de no pasar desapercibido, y así lo hizo, con la brillante actuación en sus dos toros que estoqueó, el primero sacándole partido en todos los tercios, especialmente con la pañosa, citándole con distancia, temple y firmeza de terrenos, en los medios, aprovechando la nobleza bonancible de Rolinera. La estocada ligeramente desprendida haría doblar al animal para serle concedida con fuerza las dos orejas, sin discusión alguna.

El que cerró su lote sería el toro más interesante de todo el lote enviado por Don Hugo a Tovar en sus dos corridas para mi humilde criterio. Fue Culimbo un animal de gran tranco, transmisión y emoción en su embestida, la que aprovechó para brindársela en memoria del recordado Kike Rosales, a través de los micrófonos de la transmisión que realizamos desde el callejón.

El tercio de banderillas tendría ribetes de recuerdo a su tío Bernardo con el “par de la silla” para luego en la muleta dejar en el ruedo Valencia todo un recital de buen toreo, de mano baja, lentitud y serenidad, lo más llamativo para torero nacional en esta edición ferial, cuajando serios ligadas, templadas, mandonas, firmes como quien llevara 50 corridas toreadas en el año.

Grata sorpresa que contaría con la unanimidad de toda una plaza entregada, que lamentablemente no tuvo la rúbrica de la espada, pues hubo de necesitar cuatro viajes con el acero, para recibir cariñosas palmas que fueron poco para la dimensión dejada en la arena.

Finaliza así una edición ferial taurina tovareña donde el lunar negro ha sido la presentación del toro.

Lo demás, bien o mal es cuestión baladí, a la que se debe de tener cuidado y mayor esmero para una nueva oportunidad si queremos que esto se mantenga. Sino estamos a convertir lo poco que nos queda de seriedad de nuestra fiesta brava en verdadera pantomima.

Que quede ese mensaje para Johan Santana, quien intuimos que tomara nota de esto, si quiere contar con el éxito y el triunfo en lides de tal magnitud complejas como esta. Vaya mi parabién por el esfuerzo de antemano.

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@rubenvillafraz  

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