En La Esperanza… Puerta grande para un corajudo emprendimiento

Martín Campos 30 julio 201831 julio 2018 Perú, Por Martín Campos

Fundo La Esperanza, Pachacámac, Lima (Perú). Sábado 21 de julio del 2018. Media plaza en tarde nublada marcó el inicio de la publicitada Corrida de la Independencia, donde se lidiaron cuatro toros de La Centinela, bien presentados y de juego variado. Tres fueron buenos mientras que uno, el echado en segundo lugar resultó la perla negra, manso y rajado de inicio.

Emilio Serna: Oreja y oreja.

Paco Céspedes: Silencio y dos orejas.

Detalles:

Muy arreglada y pintoresca lució la placita de tientas, hoy convertida en plaza de toros, del Fundo La Esperanza.

Todos los detalles bien contemplados por la organización de la corrida.

Emilio Serna se hizo con el trofeo del Centro Taurino de Lima.

Acompañó a los matadores en la puerta grande, el empresario de la corrida.

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Meritorio lo hecho y asumido por gente joven que empieza en esto del toro. Nada qué reprochar a una organización si bien entusiasta en extremo, incluso sin sopesar riesgos, eficiente y tan seria que hasta asombra. La verdad.

Pero, los buenos toreros están hechos de esa fibra, qué duda cabe. De seguir por este camino, auguramos un buen porvenir para la novel Tauro Arte. Por eso meritoria la salida a hombros del empresario Jhonny López, exigida por los dos matadores como reconocimiento al tesón y convicción de alguien que cumplió con lo que ofreció. Enhorabuena por ello a despecho de la mezquindad y mala leche de algunos muy pocos.

Los que no fueron, se perdieron de una tarde de toros entretenida. Desde la serie por naturales de un cuajado Emilio Serna hasta cada detalle no dejado al azar por parte de Tauro Arte, la empresa de estos chicos jóvenes emprendedores que no escatimó en ofrecer una muy buena organización, demostrando que sí se pueden hacer las cosas bien y prolijamente.

Los cuatro toros, si bien de cara joven y anovillados, mostraron buenas hechuras nada reprochables para esta plaza. Tres se emplearon y dieron juego siendo exigentes. Uno, el segundo, desentonó por su mansedumbre. Se rajó prácticamente de salida.

Emilio Serna, de tabaco y oro, abrió plaza con Prócer negro zaíno de 425 kilos que sale alegre rematando en un burlardero. En la pequeña plaza se ven distintos los astados con cuajo de toro. El recibo es con una larga rodillas en tierra debajo del palco de invitados. Brindis al ganadero y ex matador Rafael Puga. Trata de llevarlo toreado por bajo alargando la mano. El burel tiene clase y algo transmite sobre todo por el pitón derecho. Es menos claro por el contrario. Por encima de él se muestra el torero murciano que coloca una entera desprendidilla de rápido efecto. Una oreja.

Su segundo, el tercero de la tarde, de nombre Rebelde con 470 kilos, fue uno para tocarle las teclas. Esta vez el brindis fue para el ganadero de la corrida, don Hernán Velarde. A ratos complicadito el de La Centinela que exigió a un aseado Emilio Serna que lo entendió y sin obligarlo pudo extraerle lo bueno que llevaba, como en esa serie con la izquierda realmente muy buena. Lo mejor de la tarde sin duda. El torito fue agradecido y acometió al toque de la franela del torero. Media estocada y a cobrar una oreja.

Paco Céspedes, de caña y oro con remates negros, poco pudo hacer ante un imposible Patriota, echado en segundo lugar. Manso descastado, ni bien salió al ruedo se abrigó en tablas. Huidizo en todo momento y reacio al cite. De recibo ni se da por aludido, no es fijo en el capote. El maestro Adolfo Andrade Toto lo señala bien y el torito luego se tapa en la barda. Paco porfía con él para sacarlo de la querencia pero es imposible. Estocada algo caída. Silencio.

El que cerró tarde, fue el de nota alta de la corrida. De buenas hechuras. Buen toro que brindó al empresario de la corrida Jhonny López Hauyón y con el que el matador chiclayano se empleó sin darlo todo de sí pero que le permitió, no obstante, buenas series por ambos pitones en los medios. Fue un toro que pedía más y que aguantó una larga faena. Tras pinchazo, media estocada que lo pasaporta. El juez, generoso, concede las dos orejas.

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