En Hecelchekán… El Chihuahua, la pasión encendida; El Zapata, reapareció haciendo gala de pundonor
Con un lleno en la plaza de toros en Hecelchakán, Campeche. Se lidiaron toros de Rancho Seco, que han resultado complicados.
Uriel Moreno El Zapata: Silencio y saludó en el tercio.
Antonio García El Chihuahua: Oreja y oreja.
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Tan pronto concluyó el despeje de cuadrillas, los aficionados sacaron al tercio al matador Uriel Moreno El Zapata, reconociendo su profesionalismo al presentarse a torear, tras 10 días de convalecencia de la intervención quirúrgica a la que fue sometido de emergencia, estando tres semana internado en el hospital.
Puso su habitual pasión y entrega en esta hermosa tierra que le agradeció todo lo que hizo en el redondel; Uriel en las banderillas ha expuesto y mucho, lo que el respetable supo valorar, ovacionándole con fuerza por esa apasionada entrega.
Tuvo dos ejemplares complicados, lo que no fue impedimento para que la honestidad que le caracteriza, y a pesar de haber estado hacía poco tiempo internado hiciera acto de presencia. Se creció al reto y consumó faenas de mérito merced a su indiscutible pundonor, de no haber sido por el acero, habría paseado sendas orejas.
El Chihuahua, en el primer toro se observó a gusto en el saludo a la verónica, tras las varas, hizo un quite ceñido por chicuelinas, para en banderillas armar la escandalera con pares a la moviola.
La gente enloquecida por la entrega del torero, se emocionó mucho más, cuando El Chihuahua, solicitó respetuosamente la presencia en el tercio de El Zapata para brindarle su actuación como un sentido homenaje a su honradez torera por estar ahí cumpliendo todavía convaleciente.
Así ha dejado El Chihuahua una faena en donde se han combinado el poderío de su muleta y el sentimiento con ambas manos domeñando al complicado ejemplar. Vendría un estoconazo que hizo claudicar al astado, petición de dos orejas, y el juez sólo concede una ante la furia del público.
Muy ofensivo resultó el segundo de El Chihuahua, lo que no fue ningún impedimento para volver hacer evidente su indiscutible pasión y entrega, así aparecieron bien ejecutadas verónicas, para después de varas, un quite por chicuelinas antiguas. Las banderillas fueron de poder a poder que enloquecieron al público, y una más al violín. Teniendo a un enemigo sumamente complicado, hubo que iniciar con doblones poderosos, y así someterlo por lo que el toro se entregó sumando series con ambas manos de gran valía. Otra gran estocada, otra petición de dos orejas, y otra vez el juez sólo concedió una.
Al final, el público bajó de sus palcos para llenar el redondel de admiración y cariño a los toreros, a los que no dejaron salir hasta que se tomaron la última fotografía tras tres horas de espera.
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